Los estudios que han abordado la incidencia de la violencia laboral y el acoso en la vida de las mujeres que se desempeñan en los sectores agropecuario y azucarero muestran que la vulnerabilidad se agrava debido a la escasa cobertura de la legislación laboral y a los deficientes servicios de inspección. A esto se suma que, en general, los empleadores de las unidades de producción agropecuaria carecen de políticas internas preventivas de violencia de género, según explica el artículo “Condiciones de salud y trabajo en las personas que laboran informalmente en el sector agropecuario de Popayán”, publicado en la Revista Virtual de la Universidad Católica del Norte, en 2015.
Una de las investigadoras cubanas más destacadas en temas de violencia laboral, Lydia Guevara, comenta al respecto que existen infinidad de factores de carácter psicosocial y dependientes de la organización del trabajo que también afectan el medio ambiente laboral. Estos no se fundamentan en la calificación y profesionalidad de la persona, sino que son de carácter externo y provocan daños, a veces irreparables, a la salud física, mental y social de las personas. Causan afectaciones a los derechos fundamentales de los trabajadores, tales como la protección de la integridad y la salud física y mental, la dignidad, la igualdad de oportunidades, un ambiente sano y seguro, y la continuidad de la relación laboral.
En la investigación “Estudio diagnóstico sobre violencia basada en género y acoso laboral en los sectores agropecuario y azucarero en Cuba”, que resume esta publicación, uno de los objetivos fue analizar los contenidos y significados que manejan las mujeres ante las manifestaciones de la violencia laboral en estos sectores en el país.
Es importante señalar que esta investigación se enmarca en las acciones desarrolladas en América Latina, el Caribe y Cuba por parte de la Fundación española ISCOD – Instituto Sindical de Cooperación al Desarrollo. En esta ocasión se tuvo en cuenta la opinión de expertas cubanas en temas de violencia laboral y acoso, así como de directivos, directivas, trabajadoras y trabajadores de los sectores agropecuario y azucarero.
Además, se realizó un análisis de fuentes secundarias, tratando de identificar en los discursos cómo esta manifestación de la violencia basada en género (VBG) ha condicionado la vida de estas mujeres y cómo las coloca en determinadas situaciones de vulnerabilidad.
Resultados más relevantes
De manera general, se ha constatado que las personas trabajadoras, directivas e informantes clave que fueron entrevistadas tienen una baja percepción acerca de las afectaciones y limitaciones que la VBG y el acoso tienen en la productividad, tanto de las personas como de las entidades agropecuarias y azucareras, y en el bienestar de mujeres y hombres, fundamentalmente de las primeras.
Aun cuando reconocen las manifestaciones más frecuentes y cotidianas de estas violencias y del acoso, no manifiestan de forma consciente sensibilidad sobre las múltiples constricciones y daños psicológicos, sociales, económicos y productivos que estas prácticas producen en el desarrollo y bienestar de las víctimas, las entidades laborales y las comunidades.
Las personas encuestadas de la Empresa Yproyaz, que brinda servicios al Grupo Empresarial Azcuba (encargado de la industria azucarera en Cuba), reconocen los daños que puede ocasionar este tipo de actos en quienes los padecen, identificando como mayores consecuencias, en orden de prioridad: las afectaciones psicológicas, la violación de derechos y los daños sociales.
Son las mujeres lesbianas y transexuales quienes refieren historias de vida limitadas por su inserción en espacios laborales del sector agropecuario y azucarero, lo que afecta su bienestar personal. Este sector económico, altamente masculinizado, reproduce relaciones y prácticas de violencia basadas en el género, entre ellas:
— Falta de credibilidad o descrédito de las capacidades de las mujeres lesbianas: “Los campesinos no me creían capaz de alcanzar lo que he logrado hasta ahora con mi pareja, porque éramos dos mujeres y dijeron estas palabras: ‘dos mujeres a trabajar la tierra: eso es por gusto, no pierdas tu tiempo’” (testimonio a partir de historia de vida).
— Limitación de oportunidades de superación de las mujeres lesbianas: “Me hice técnica de la calidad, pero seguía como trabajadora simple. Luego orientaron poner a los técnicos graduados a trabajar como técnicos. A todas las que estudiaron conmigo, de las demás fábricas de tabaco, les dieron la plaza” (testimonio a partir de historia de vida).
— Discriminación por la orientación sexual no heteronormativa, reforzada por misoginia y sexismo: “Creo que a los gais les dan más rápido un trabajo que a nosotras. Las mujeres lesbianas y las trans tenemos ese problema, es muy difícil que nos den trabajo por nuestra apariencia, que cuesta mucho para el trabajo, para tratarte, saludarte; hay mucho irrespeto” (testimonio a partir de historia de vida).
— Restricción en la promoción a puestos de dirección y de toma de decisiones por el hecho de ser lesbianas, lo cual implica limitar el liderazgo y el acceso de este grupo de mujeres a recursos que empoderan: “Un día fuimos a trabajar a Contramaestre (en la provincia de Santiago de Cuba, a unos 800 kilómetros de La Habana) y me saludaron dos muchachas lesbianas que habían pasado por el grupo. Cuando regresamos a Santiago, aunque el director había hablado conmigo para promoverme a un cargo, tuvieron una reunión y me dijeron que no me iban a dar el cargo porque tenía amistades no acordes a lo que ellos querían (testimonio a partir de historia de vida).
— Empleo de lenguaje ofensivo, peyorativo, hiriente, que intenta minusvalorar y devaluar a las mujeres por su orientación sexoerótica: “Una vez revisé el trabajo de un tabaquero y le llamé la atención. Cuando le preguntaron qué había pasado conmigo, él dijo: ‘la tortillera de mierda esta que nada más está comiendo mierda…’ No me llamen más tortillera, no me digan más maricona, no me digan más ‘cundanga’, no me digan más pan con pasta, no me digan más camionera: ¡por favor!, yo soy lesbiana, ¿saben lo que es lesbiana?: mujer que ama a otra mujer (testimonio a partir de historia de vida).
Por su parte, la socióloga cubana Clotilde Proveyer reconoce dos áreas de afectaciones: el limitado acceso de las mujeres a los recursos productivos que empoderan y la escasa participación en proyectos de cooperación y en los beneficios que estos generan (acceso a recursos, intercambios de saberes, participación en redes de influencia, etc.). El acceso y la propiedad de la tierra representan una significativa desventaja para la población femenina vinculada al sector agropecuario y azucarero.
De acuerdo con esta especialista, “las mujeres son socias (de las cooperativas de producción), pero no propietarias (de las tierras productivas) y menos beneficiarias de proyectos de desarrollo”. Esto, sin dudas, se corrobora en los datos ofrecidos por las estadísticas oficiales publicadas por la Oficina Nacional de Estadísticas (Onei) en los últimos cinco años, las cuales hacen evidente una supremacía de la presencia masculina en los sectores productivos, mientas queda por debajo la presencia femenina en estos espacios de trabajo, una realidad muchas veces relacionada con las condiciones de trabajo que no están “hechas para mujeres”.
Otro de los perjuicios identificados en los grupos de discusión desarrollados, específicamente en el realizado en Azcuba, es la devaluación, desvalorización o invisibilización de los aportes y de las acciones que realizan las mujeres:
“Hay grupos de mujeres a quienes se les hace más difícil superarse, por ejemplo, las madres solteras, mujeres cuidadoras, las que no tienen apoyo familiar. Puedes ser universitaria, pero hasta ahí, si no puedes continuar construyendo tu desarrollo profesional. Sería una capacidad perdida sin apoyo de la familia y de la sociedad” (persona entrevistada).
Aun cuando no la identifican como una de las afectaciones relacionadas con la violencia y el acoso laboral propiamente, esta constituye una de las consecuencias que pueden estar sufriendo las mujeres producto de la invisibilidad o naturalización de los actos asociados a este tipo de violencias.
Conclusiones
Las historias de vida de las mujeres analizadas permiten identificar el espacio laboral como uno de los ámbitos donde reciben vulneraciones por el hecho de ser lesbianas. Aun cuando las estadísticas muestran que son las mujeres las mayores víctimas de la violencia y el acoso en este sector, desde una mirada interseccional, la orientación sexual puede colocarlas en una situación de mayor complejidad cuando se difiere de la heteronorma, haciendo del contexto de trabajo un espacio poco seguro y un escenario clave para posibles vulneraciones de derechos. La existencia de leyes como el Decreto 96 de 2023, que establece el «Protocolo de actuación ante situaciones de discriminación, violencia y acoso en el ámbito laboral» en Cuba, aporta herramientas legales para enfrentar estas situaciones, pero se requiere un proceso de superación, sensibilización y capacitación hacia las personas sobre la existencia de esta norma y de quienes deben implementarla.
Su sola existencia no garantiza la concreción de espacios seguros y libres de estigmas y discriminaciones; se debe lograr una cultura de paz y respeto, donde se incluya a todas las personas trabajadoras, para que estas logren identificar que están siendo víctimas de violencia en el espacio laboral y existen los canales pertinentes con vistas a desarrollar procesos de denuncia y acompañamiento para afrontar el proceso.

