La Habana, julio (SEMlac). Para eliminar las desigualdades en la sociedad cubana actual, urge acercarse a ellas desde análisis más complejos, que articulen la discriminación por color de la piel, género, lugar de residencia o condición socioeconómica, entre otros ejes, coincidieron especialistas en un encuentro realizado en la Universidad de La Habana, los días 21 y 22 de julio.
A juicio de la activista e investigadora Gisela Arandia, “necesitamos mejores herramientas para analizar una realidad cada vez más compleja, en un mundo donde pareciera que interesa más la inteligencia artificial que la satisfacción de las personas”, apuntó durante la conferencia inaugural del II Coloquio sobre Mujeres Afrodescendientes en Cuba, desarrollado en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la universidad capitalina.
Por su parte, la socióloga Elvira Edwards Vázquez, investigadora del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, considera que la articulación entre género, clase social y raza puede constituir “un punto de partida” para un estudio profundo de la desigualdad social, dijo durante su presentación en el panel “El enfoque interseccional en las investigaciones sociales: la temática racial”.
Este enfoque permitiría agregar una nueva figura de razonamiento: “el poder, sus redes de influencia, los mecanismos y estructuras a partir de las cuales se sustenta”, precisó.
Según Edwards Vázquez, estos análisis pasan por develar los patrones de representatividad y participación de las poblaciones que sufren discriminación –sobre todo de mujeres racializadas-, pero también por identificar elementos de su identidad como creencias, mitos o leyendas y cómo esos imaginarios se conectan con la manera en que viven la cotidianidad económica o política.
Igualmente, se deben estudiar muy bien sus puntos de partida, las desiguales capacidades que tienen para poder aprovechar “las oportunidades que ofrecen el entorno económico, cultural y sociopolítico”, agregó.
En conclusión, la investigadora llamó a identificar cuáles son “esas limitaciones que reproducen la pobreza y, al mismo tiempo, frenan las posibilidades de construir, desde el escenario que ofrece el poder, proyectos de vida transformadores de las condiciones de marginalidad”.
Un estudio realizado en el barrio habanero de El Fanguito valida muchos de los principios propuestos por Edwards Vázquez.
Entre las principales problemáticas identificadas en esta comunidad, la filóloga y escritora Paula Haydée Guillarón Carrillo enumeró un agravamiento del escenario interno, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, precariedades estructurales de larga data y una “acumulación de insatisfacciones que otorga gran heterogeneidad a las relaciones sociales y comunitarias”.
“La reproducción de patrones culturales en torno a las mujeres afrodescendientes contribuye a que sean ellas quienes presenten mayores desventajas”, precisó la especialista durante el panel “Mujeres afrodescendientes en barrios habaneros”.
De esta forma, la discriminación por color de la piel y por el número de hijos a la hora de acceder a un empleo, principalmente en el sector privado; el maltrato, la sobrecarga en el hogar; la dependencia económica hacia la pareja; bajo capital cultural y el abandono por parte de las instituciones responsables estuvieron entre las principales causas de vulnerabilidad identificadas por el estudio presentado por Guillarón Carrillo.
La investigación también constató la necesidad de liderazgo interno a favor de acciones de transformación social e insuficiente participación ciudadana en los procesos de cambio, precisó la filóloga y editora de la revista Temas.
Comunicación: el camino a la participación
Conseguir miradas más problematizadoras de la realidad para transformarla también requiere de un debate público, con la participación de muchas personas y canales, coincidieron participantes del coloquio.
Sin embargo, un análisis sobre cómo la prensa y otros medios de comunicación reflejan hoy la desigualdad y la discriminación confirma que queda mucho por avanzar en ese camino.
Investigaciones de la periodista Rosa Elena Encinas Hurtado, directora de la revista cultural La Jiribilla, confirmaron la carencia “de un enfoque crítico, relacional, integrador y multidimensional” a la hora de abordar estas problemáticas en los medios de comunicación.
En su tesis de maestría “Lo dicho, lo desplazado y el límite”, Encinas Hurtado abordó el debate público sobre la problemática racial generado en tres blogs cubanos, entre 2018-2021, y demostró la trascendencia del espacio digital como escenario de comunicación.
Pero también confirmó el poco tratamiento de estos asuntos en el sistema de medios públicos del país y una insuficiente representación de la composición racial de la población, sobre todo en la televisión; la banalización de elementos culturales del legado afro y una subrepresentación de las mujeres negras en roles activos de la producción audiovisual cubana.
Igualmente, confirmó una imagen de Cuba para el mercado del turismo muy ligada a la explotación de la mujer negra y el uso recurrente de estereotipos racistas en chistes o refranes.
Encinas Hurtado encontró, en conclusión, un debate más consistente sobre la discriminación racial en la llamada blogosfera, pero muy poco socializado o prácticamente invisible en los medios oficiales.
Para Arandia, se necesita una propuesta fuerte desde la comunicación, bien articulada, que consiga que las personas hablen y sepan de la discriminación racial como lo hacen con la transmisión del dengue por el mosquito o con la prevención, cuando llega un ciclón.
No habrá un cambio en la sociedad sin una transformación del imaginario de la discriminación racial y esto no ocurrirá, a su vez, “mientras no se sepa lo que son las desigualdades sociales o qué es la discriminación”, afirmó.