Pandemia, reordenamiento monetario y bloqueo; una mirada feminista al empleo

La participación de la mujer cubana en el proceso de desarrollo social, económico y político ha sido una voluntad política de los últimos 60 años. Las propias mujeres se insertan de forma determinante y constante, al expresar su decisión de participar activamente en el proceso de construcción social y por el reconocimiento de sus derechos como ciudadanas. Han sido actoras y beneficiarias, además  de defensoras de la equidad.

Cuba construye su camino hacia el desarrollo económico en un año cargado de retos y tensiones, al cual la pandemia sumó desafíos extraordinarios.

La identificación  explícita de las diferentes necesidades acuciantes ha impulsado a quienes se encargan de la formulación de políticas a pensar en ellas también de una manera multidimensional e integradora. En la actualidad existe interés por abordar los desafíos con miras a la inclusión de cuestiones tales como: el incremento de la eficiencia productiva, el reconocimiento a la gestión de la propiedad privada, el autoempleo como otra forma de trabajo remunerado, la importancia de la calidad del trabajo, la maternidad y paternidad responsables, los sistemas de atención y apoyo a la familia.

Todo ello queda organizado en el Plan de  Desarrollo Económico y Social hasta 2030, documento que es consecuente con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución aprobados en el VII Congreso del Partido Comunista y que se articulan con el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres aprobado en 2020 por el Consejo de Ministros de la República.

En esta marcha hacia el crecimiento económico continúa la incapacidad de alcanzar la eficiencia, al no estar resuelto, principalmente, el dilema entre la producción y el nivel y calificación del empleo, el trabajo doméstico y el cuidado, con una obsoleta infraestructura productiva, en medio de la pandemia, el reordenamiento monetario, el bloqueo y una coyuntura internacional desfavorable.

 Lo que se ha logrado en la trayectoria de los últimos años de transformaciones económicas no satisface la demanda social y, para muchas personas, crea expectativas de incertidumbre más que de progreso.

No obstante los derechos alcanzados y su incorporación a la vida pública, las cubanas no logran cambios de significación y no tienen todas las garantías, porque la vida está diseñada desde las imposiciones de una sociedad patriarcal que sobre exige el esfuerzo y disminuye el espacio personal. Estos elementos, que no siempre son visualizados, refuerzan, en tiempos de pandemia, estereotipos de género naturalizados culturalmente y la superposición en tiempo y espacio de una multiplicidad de roles, muy demandantes, los cuales asumen las mujeres ya, de por sí, en condiciones bastante estresantes y que generan cansancio. Con esta sobrecarga, compromiso y responsabilidad desde la atención a los enfermos, desarrollando las vacunas, elaborando alimentos y cuidando en las casas, son las mujeres las que han garantizado la sostenibilidad de la vida de todas las personas en 2020 y lo que va de 2021.

Sin cambios visibles

La desocupación femenina disminuye en 2020 en relación con 2019. Sin embargo, ese decrecimiento debe estar asociado a la metodología del indicador que comprende las personas que buscan empleo por primera vez o porque lo han perdido. Por tanto, en correspondencia con la situación de la pandemia y el aislamiento social, que conllevaron el cierre de entidades estatales y no estatales, se redujo el empleo y es posible que la cifra de desocupación comprenda a más personas que perdieron el empleo y en mucho menor medida a quienes lo buscan por primera vez, dado que prácticamente se anuló la oferta de empleo. A eso se añade la situación particular de las mujeres que debieron permanecer en los hogares cuidando de sus hijos e hijas sin asistir a las escuelas y a la familia.

Las mujeres empleadas siguen predominando en el sector estatal; mantienen niveles similares a los de años anteriores y destaca que su estabilidad se mantiene en el sector terciario de la economía, que comprende los servicios de educación, salud, asistencia social, servicios comunales sociales y personales.

Ellas son mayoría en la salud pública y la ciencia, decisivos en la contención de la pandemia en el país.

Aunque se incrementa el salario medio después de 2017 y por la reforma salarial del ordenamiento monetario, las mujeres empleadas continúan siendo minoría en los sectores donde se pagan los mayores salarios. Los sectores feminizados prestan los servicios, educan, cuidan y reciben menores salarios.

 

Las mujeres continúan con mayor conocimiento que los hombres, pero no alcanzan superarlos en la participación en el empleo, la  toma de decisiones y la producción de bienes.

Los cambios se encuentran

Las mujeres empleadas continúan con mayor participación como técnicas y de nivel superior. Sin embargo, en un análisis transversal por edades y en el tiempo, en 2020 las jóvenes representan alrededor del 19%,  cuando eran la quinta parte de las ocupadas en el 2007. En una mirada por categoría ocupacional, hay un deterioro del reemplazo entre las técnicas: por cada 100 mujeres técnicas de más de 40 años, hay 40 jóvenes; eran 75 en  2007. Cada vez son menos las mujeres técnicas jóvenes que están empleadas y no es solamente consecuencia de la tendencia demográfica, ya que al relacionar con la edad laboral resulta que en 2007 se graduaban de nivel superior el 0,9% de la población en edad laboral y en el 2019 es el 0,4%.

Las realidades del trabajo por cuenta propia

Las nuevas oportunidades de las reformas en la actualización económica obvian que las personas tienen diferentes puntos de partida según sexo, orientación e identidad sexual, área geográfica, recursos, color de la piel, edad y, por tanto, no pueden aprovechar las oportunidades por igual.

  • La mayoría de las actividades aprobadas para el trabajo por cuenta propia siguen siendo tradicionalmente femeninas y con poco valor agregado, lo cual desaprovecha y desestimula el alto nivel de instrucción de las cubanas.
  • Es así que las mujeres son mayoría en las actividades y puestos de trabajo de prestación de servicios no estatales de menor productividad.  
  • El 36% de los trabajadores por cuenta propia son mujeres, principalmente contratadas, ya que la mayoría de las mujeres no posee recursos financieros que les permita iniciar un emprendimiento, en particular entre mujeres rurales y negras.
  • La amplia mayoría de las trabajadoras por cuenta propia tienen nivel medio superior y las jóvenes prefieren –o las escogen– para la comercialización de bienes y servicios, mientras que las adultas están más presentes en el cuidado de personas y el trabajo doméstico.
  • Los efectos de la pandemia han sido muy sensibles para muchas mujeres empleadas del sector no estatal, que decrece en 4% al comparar con 2019. Al cerrar el turismo, restaurantes, bares y cafeterías, muchas quedaron sin empleo,  ingresos y subsidios, a lo que se unió el cierre de escuelas y el aislamiento en la casa cuidando de menores y familiares.  No se dispone de datos sobre los ingresos, pero estas mujeres no recibían ninguna garantía monetaria, al menos que quedara demostrado su vulnerabilidad familiar.

Un ligero crecimiento en las cooperativistas caracteriza a 2020, pero se logra en las cooperativistas agropecuarias, no así en las no agropecuarias. Ese puede ser el efecto asociado al conjunto de 63 medidas aprobadas en 2020 para el sector agrícola, como: reducción de precios de insumos; mejoras en los precios de acopio; creación de bancos de fomento agrícola que permiten a las cooperativas otorgar a  sus asociados garantías de financiamiento para capital de trabajo y su desarrollo; incremento de los servicios de seguro, cuyas pólizas cubren los principales riesgos, como plagas, eventos meteorológicos  extremos  (sequía, ciclones, inundaciones, incendios),  bonificación de pagos de impuestos sobre los ingresos personales durante 2021 y 2022. Estas medidas se pueden traducir para las cooperativistas en mejor acceso a recursos financieros, un gran desafío que enfrentan las mujeres dedicadas al trabajo agrícola para acceder a tecnología e insumos que incrementen rendimientos, mitiguen riesgos y alcancen una actividad económica sostenible. Por otra parte, en la política de comercialización se prioriza que las cooperativas puedan arrendar establecimientos para la venta minorista de sus producciones y las de terceros, actividad que prefieren muchas mujeres en zonas rurales, por considerar horarios flexibles que permiten alternar con el trabajo doméstico en los hogares.    

Un alto en el camino

¿Cómo se mitiga el decrecimiento de la economía, la crisis económica y la pandemia en los hogares?

La economía decreció en 2020 en 10,9% en relación con 2019 y entre los sectores que más  disminuyeronn están los servicios de educación, hoteles y restaurantes, agricultura, industria manufacturera y comercio. Sin embargo, el efecto de la crisis económica y de la pandemia repercute directa e indirectamente en las mujeres. Directamente en las empleadas, por tratarse de sectores feminizados e, indirectamente, ha encontrado en los hogares la sustitución o complemento de estos servicios que se realizan como trabajo doméstico, principalmente por las mujeres.

El sector de educación es el que más decreció en valor: 28,8%. Sin embargo, 721.647 menores de edad primaria siguieron las clases desde sus hogares, igual que 670.382 de la enseñanza secundaria, preuniversitaria y artística.  Por otra parte, 95.252 niñas y niños de edad prescolar se quedaron en sus casas atendidos por sus familiares. Se cerraron las escuelas, pero en las casas se abrieron las aulas. Madres, abuelas y familiares se convirtieron en maestras y maestros. En resumen, alrededor de un millón y medio de menores fueron atendidos en sus casas por su familia, principalmente por mujeres; los hogares subsidiaron la educación, aporte invisible que no se mide en el PIB pero contribuye al conocimiento y a la formación de las nuevas generaciones.

El decrecimiento de la producción del sector agrícola en 23,5% recae en el consumo de alimentos de los hogares. Aunque las mujeres representan 17,3% en el sector agropecuario, dedican en los hogares algo más de dos horas diarias a la elaboración de alimentos. Al disponer en 2020 de algo más de las tres cuartas partes de la producción agrícola de 2019, ello repercute en el incremento de horas dedicadas a la búsqueda de alimentos por las mujeres.

La industria manufacturera decreció en 14,7%, pero en los hogares se elaboraron conservas de alimentos, artículos de higiene (mascarillas, almohadillas sanitarias, detergente artesanal para fregar, champú artesanal), juguetes, ya sea para uso del hogar o como emprendimientos que tratan de cubrir las demandas insatisfechas por falta de ofertas de bienes o por nuevas necesidades provocadas por la pandemia.

¿Qué hay de nuevo y diferente?

Aprobado en octubre 2021 por el Consejo de Estado, el decreto-ley ‘De la Maternidad de la Trabajadora y la Responsabilidad de las Familias’, amplía los beneficios en esta materia para las empleadas del sector estatal y concede iguales derechos a las de otras formas de gestión.

En este sentido, están las garantías para el disfrute de la prestación social, las ayudas monetarias por certificado médico de las gestantes y a mujeres con hijos enfermos, y las licencias complementarias de la maternidad.

La norma facilita la asistencia médica durante el embarazo, el descanso pre y posnatal, la lactancia materna, en tanto protege al padre u otro familiar trabajador que cuide del menor en caso de fallecer la madre.

 El Decreto-Ley concede el derecho a disfrutar de la prestación social a los abuelos, al cuidar a los hijos de una madre estudiante, para contribuir a garantizar la continuidad de su educación y su autonomía; al tiempo que brinda un tratamiento diferenciado en caso de que el niño requiera atenciones especiales

El órgano de la Asamblea también aprobó el Decreto-Ley ‘De la Condición Laboral y el Régimen Especial de la Seguridad Social de los Creativos en la Esfera de la Comunicación Social’, para beneficio de los profesionales afiliados a la asociación cubana para ese sector.

Creación de las MiPymes

En septiembre de 2021 comienza el proceso novedoso de la creación de las MiPymes. Se presenta en los inicios como paso de avance para la prosperidad económica del país. Pero, aunque no se dispone de cifras desagregadas por sexo, la información disponible avizora pocas oportunidades para las mujeres, dado que la mayoría de las 102 MiPymes son reconversión de negocios preexistentes, donde por lo general los dueños eran hombres.

Se resalta que la creación de empleo, como uno de los objetivos que busca el fomento de estas nuevas formas de gestión, arroja unos 616 nuevos ocupados en la economía. Del total creadas, 60 son reconversiones de negocios preexistentes.

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