En momentos de crisis, cuando los Estados disminuyen la financiación de políticas públicas y son normalmente las mujeres las que se tienen que quedar en la casa para atender a personas ancianas, niñas, niños y otras, se necesita de la economía feminista, pues en ese contexto ellas tienen menos oportunidades para tener mayores ingresos económicos y están todavía en peor situación que los hombres.
Así consideró Eva Fernández, representante de la ONG Mundubat, una de las instituciones organizadoras del Taller Cuidado y reproducción de la vida: estrategias desde la economía feminista y el feminismo campesino y popular, que se desarrolló los días 10 y 11 de marzo en La Habana.
Pero la economía feminista, que pone en el centro los cuidados y la reproducción de la vida, no es un asunto solo para tiempos de crisis, como bien acota Fernández.
“Es un tema para todas las épocas. El patriarcado sustenta su reproducción y su hegemonía sobre la espalda de las mujeres. Gracias a que estas han sido quienes han asumido toda la tarea de los cuidados y de reproducción de la vida sin un costo económico, que es lo que es válido para el sistema patriarcal, las economías han podido salir adelante. Por eso es tan importante visibilizar este trabajo, que no es solo de las mujeres, sino de todos y todas”.
Al taller asistieron representantes de diversas instituciones y organizaciones de Cuba y otros países, que presentaron experiencias de trabajo con los planes de igualdad de oportunidades, de incorporación de la mujer al trabajo en cooperativas, empresas agropecuarias y otros espacios, así como prácticas del trabajo comunitario vinculado al feminismo y las luchas contra las violencias, explicó Fernández.
Convocados por la Federación Democrática Internacional de Mujeres, que regionalmente coordina la Federación de Mujeres Cubanas; instituciones como la Universidad de La Habana, el Centro de Estudios de la Mujer, el Instituto de Filosofía y la Oficina del Historiador de la Ciudad, intercambiaron con representantes de la articulación de mujeres de la Vía Campesina de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), de la cual forma parte la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños de Cuba.
Venezuela, El Salvador, Brasil, Guatemala, República Dominicana y Cuba estuvieron entre las naciones representadas en este espacio de aprendizaje, en el cual se identificaron dos grandes ejes de actuación: uno relacionado con la distribución del trabajo y la visibilización del trabajo de mujeres -aquel que tradicionalmente se les ha asignado-, ligado a la cultura patriarcal y la igualdad de oportunidades; y otro sobre economía feminista y economía de cuidados.
En el resumen del taller trascendió que las estrategias para trabajar estos ejes deben enfocarse al empoderamiento de las mujeres, sus redes de relaciones y las instituciones, además de la comunicación bien pensada, con objetivos claros.
En sus intervenciones, participantes en la cita aludieron a la necesidad de crear una base de datos propia, que recoja las experiencias y saberes alcanzados y que permita compartir esa información, construir sus propios relatos, una narrativa colectiva de esas experiencias para multiplicarlas y poner en común los aprendizajes de lo bueno y lo malo.
Sensibilizar, visibilizar y socializar fueron elementos reiterados, pues reconocieron la importancia de formar en temas de género a las comunidades, las instituciones, familias, a niñas y muy especialmente, así como al profesorado. Esos procesos formativos deben estar construidos desde abajo, para que puedan responder a las necesidades que se plantean desde cada espacio, agregaron.
Un camino largo y lleno de desafíos
Si bien Cuba muestra innegables logros en la incorporación de la mujer a la sociedad, existe todavía un camino por recorrer en lo que se refiere a la valorización del trabajo de cuidados y las cuestiones de género, significó Mayelín Ramos Cabrera, económica de una cooperativa de créditos y servicios en el municipio de Contramaestre, en Santiago de Cuba, a 860 kilómetros de la capital cubana.
“Estos talleres nos dan armas para seguir en nuestro camino y empoderarnos un poco más; conocimientos de cómo podemos llevar hacia adelante estos temas de género en nuestras comunidades, cooperativas, centros de trabajo y con nuestros niños, que son una cantera muy importante”, señaló.
Existe una diferencia entre derechos y oportunidades, reconocieron en el resumen del taller. En Cuba, la ley garantiza los derechos, pero estos no se realizan del mismo modo, concluyeron, de lo cual resulta un ejemplo evidente la igualdad salarial: aunque nominalmente está establecida, realmente la mujer gana menos, al ausentarse más debido al tiempo que invierte en el cuidado de otras personas de la familia.
A ello se une que hay puntos de partida diferentes frente a las oportunidades, debido a cuestiones como la raza, la zona de residencia (rural o urbana) y la cultura, entre otros aspectos, lo cual se debe tener en cuenta para alcanzar la equidad.
“Sin el trabajo reproductivo es imposible que exista el trabajo productivo o cualquier otra forma de economía del mundo productivo, de la manera en que existe hoy. Es un tiempo, son vidas que se dedican a trabajos que no son valorados ni reconocidos por la sociedad”, llamó la atención Iridianis Seibert, del Movimiento de Mujeres Campesinas de Brasil.
“Como mujeres campesinas tenemos un reto enorme, añadió, porque también hacemos el trabajo productivo y muchas veces, debido a la sociedad patriarcal y machista que tenemos, no es entendido como tal y, por tanto, no se nos ve como trabajadoras”, puntualizó a SEMlac.
Seibert destacó que las claves están en cómo desnaturalizar esas prácticas, desmitificarlas y lograr que las propias mujeres entiendan que su trabajo es fundamental para la vida y la economía campesinas y de toda la sociedad.
“Hay muchos retos desde el punto de vista de la valoración de nuestro trabajo, pero también en el sentido de que no se conciba solo como un trabajo de Mujeres”, enfatizó.
“Los trabajos de cuidado, los domésticos, deben ser compartidos entre todos los miembros de la familia y con toda la sociedad, mediante políticas de Estado que garanticen a las mujeres puedan estar de manera igual que los compañeros en los otros trabajos productivos, en el estudio, en la formación técnico-científica, en los liderazgos políticos”, agregó.
Para la dirigente campesina brasileña, la articulación es fundamental. “Solo colectivamente es posible realizar cambios reales, profundos. Articularse, trabajar de manera organizada, con planes y objetivos que se van superando poco a poco, es esencial para que tengamos pasos que, aun cuando sean lentos, sean realmente sólidos, para dar otros más adelante en el sentido de la liberación de las mujeres”, dijo