Por Sara Más / saramas_2000@yahoo.com / Foto: SEMlac
«Necesitamos tener más conciencia social de que existe esta problemática, que es universal, pero en cada contexto tiene formas propias de manifestarse», señaló la psicóloga Iyamira Hernández Pita al intervenir en la capital cubana durante un panel sobre el tema, el 30 de noviembre, convocado por la Sociedad Cubana de Estudios Multidisciplinarios de la Sexualidad (SOCUMES).
Hernández Pita llamó la atención acerca de la violencia que se pone de manifiesto en las parejas durante la temprana etapa del noviazgo y la influencia que tiene en ello el aprendizaje y socialización familiar de los mitos, tabúes y prejuicios acerca de las relaciones de pareja y que condicionan, muchas veces, comportamientos violentos.
«En esa etapa se empiezan a gestar los comportamientos posteriores y las interacciones violentas», alertó la especialista, quien considera ese periodo, además, como un momento importante en el inicio simbólico de las relaciones de pareja. Caracterizado por relaciones interpersonales en las cuales prima la idealización, durante el noviazgo no suelen verse los defectos del otro y cuesta mucho trabajo identificar defectos y situaciones que no son deseadas, describió. «Sin embargo, es necesario tolerar la desilusión y la existencia de conflictos que existen en todo tipo de relaciones», reflexionó.
La psicóloga explicó que, en un contexto en el cual cada vez se hace más frecuente el paso hacia relaciones de convivencia compartida con personas adultas, muchas veces aparecen primero manifestaciones sutiles como preámbulo a situaciones y expresiones mayores que se evidencian después.
«Estamos más habituados a reconocer e identificar a violencia física, que es la más visible, pero antes que ocurran esos actos de violencia física hay todo un camino de violencia sutil y psicológica que lacera la autoestima de las mujeres», precisó.
Otro momento en que también las mujeres reciben maltratos diversos -incluidos los familiares, de pareja, individual o laboral– es la etapa del climaterio, cuando transitan por la edad mediana de la vida y suelen vivir diversas circunstancias que las hacen vulnerables a diferentes formas de violencia.
Ser mujer, madre, cuidadora familiar, estar envejeciendo, perder habilidades y capacidades, y desconocer de cuántas formas puede ser agredida son algunas de esas situaciones, sostiene la psicóloga Ivon Ernand Thames, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Al explorar la percepción de la violencia en un grupo de mujeres de edad mediana, Ernand Thames constató que la mayoría no conocía la amplitud del concepto de violencia ni las diferentes formas en que puede manifestarse. Solo la mitad de ellas consideró como violentas determinadas expresiones como las descalificaciones, las críticas, los silencios o burlas.
La mayoría opinó que no estaba expuesta a ningún tipo de violencia sexual y tenía la creencia de que la sexualidad no podía ser igualmente disfrutada en esta etapa de la vida. En contraste, una minoría consideró la práctica del autoerotismo como una opción para el disfrute de la sexualidad compartida con su pareja o en solitario.
Solo la minoría percibió ser violentada en el medio laboral o familiar, aunque la experta aseguró a SEMlac que fue posible determinar que en su totalidad el grupo de 102 mujeres había vivenciado, alguna vez, violencia de algún tipo, al menos psicológica.
«Tenemos que hacer visibles todos estos comportamientos para entender que también hay un aprendizaje de la violencia y expresiones diversas de manifestarse desde diferentes etapas de la vida», comentó Beatriz Torres, presidenta de SOCUMES y coordinadora del panel.
Participantes en los debates coincidieron con la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, especialista del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), en que se trata de un problema social que no está focalizado, se reconoce poco porque está muy naturalizado, tiene que ver con aprendizajes y no se da de forma pura, sino que los distintos tipos de violencia se entrecruzan.
A juicio de la experta, se trata de un problema que compete a muchos sectores de la sociedad, como la salud, la educación, la policía, el sector jurídico y de administración de la justicia, las comunidades y las redes sociales y familiares.
«Es necesario que una institución estatal conduzca en sistema el abordaje de un problema que necesita la mirada multidisciplinaria, la participación de múltiples profesionales, pero con un programa articulado para atender este tema», sostuvo Díaz Tenorio.
Para la doctora Leyda Meneses, del Centro Comunitario de Salud Mental de Playa, en la capital cubana, también «es importante hacer conciencia para que se formalicen las denuncias».
Aun sabiendo que «la ley no soluciona el problema», la psicóloga y bloguera Sandra Álvarez se expresó a favor de establecer una ley específica contra la violencia que «sistematice y permita que las personas tengan un respaldo y puedan responder y enfrentarse a los hechos», señaló.
Aun cuando el tema de la violencia de género en Cuba ha ganado espacios y conocimiento, todavía sigue siendo necesaria una mayor difusión y comprensión del tema. No obstante, se puede ver que desde un inicio, cuando algunos medios de comunicación empezaron a tratarlo, hasta hoy, se ha elevado considerablemente la producción cubana en estos temas, con una gran participación también de especialistas e investigadores, señaló Sara Artiles al presentar los resultados de un monitoreo realizado por SEMlac como parte del archivo digital de género que promueve esta agencia.