El olvido sistemático de las mujeres es una forma de violencia patriarcal; no en vano cineastas cubanas se resisten a la desmemoria.

“Lo peor que nos puede pasar, no solo como cineastas sino como cubanos, es la desmemoria”, afirma la realizadora Rebeca Chávez, mientras resalta la cultura, el carácter solitario y talento de Sara Gómez, la primera cineasta en hacer un largo de ficción en Cuba.

Para Chávez, la situación de las mujeres en el cine hay que analizarla como un proceso mediado por el contexto social y personal; por eso reconoce que, de joven, tuvo todas las oportunidades para estudiar y acercarse a la realización cinematográfica. Sin embargo, relata con pasión una discusión que tuvo con un colega del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), quien celebraba su película Ciudad en Rojo (2009) como un logro. 

“Es una vergüenza que 30 años después de que Sara Gómez hiciera su largometraje, yo hiciera el mío y Marilyn Solaya tuvo que esperar como 10 años más”, dijo la reconocida realizadora durante su participación en el panel “Mujeres Cineastas: de Sara Gómez a las nuevas generaciones”, el 26 de noviembre.

El panel formó parte de la Muestra de Mujeres Cineastas, organizada por el Comité de género de ICAIC, a propósito de los 16 días de activismo contra la violencia de género hacia las mujeres y las niñas.

El encuentro, moderado por la historiadora y crítica de arte Berta Carricarte, incluyó dos paneles: en el primero participaron las realizadoras Belkis Vega, Rebeca Chávez y Gloria Rolando; y en el segundo, Marta María Borras, y Lizette Vila.

«Es muy importante que nos conozcamos y conozcamos nuestras obras para que, por desconocimiento, no haya olvidos”, dijo la realizadora Niurka Pérez. Foto SEMlac Cuba.

¿Por qué son desconocidos rostros de mujeres que hicieron historia?, ¿por qué existen obras artísticas ninguneadas?, ¿por qué las descalificaciones sexistas?, ¿por qué siguen faltando conflictos en las pantallas? Detrás de estas preguntas, emergen prejuicios patriarcales y una violencia machista que, para las participantes, es sistémica.

Rememorar el recorrido artístico de cineastas cubanas implica contar buena parte de sus vidas. De las participantes en el encuentro solo la realizadora Marta María Borras se dedica exclusivamente a la ficción, el resto ha invertido la mayor parte de su trabajo —en algunos casos todo— al documental.

Una convicción las habita: contar la historia de vida, poner en primer plano voces y realidades preteridas.

Quizá por eso Gloria Rolando afirma que ha sido una valiente. Encontró en el movimiento nacional de video un espacio para hacer su obra, ante la ausencia de apoyos, cuando decidió estudiar la historia y la herencia de las personas negras en Cuba.

“El olvido y el silencio caracterizan estos temas que trabajo. Es un reto siempre luchar contra esa imagen ausente, estereotipada, y para eso no le he pedido permiso a nadie, porque considero que no debo hacerlo”, afirma la directora de la serie documental 1912, Voces para un silencio.

A pesar de sus obras y talentos, directoras, sonidistas y fotógrafas han quedado en el olvido o interrumpieron sus carreras en medio de complejas situaciones personales, recordaron las participantes en el encuentro. A partir de su propia experiencia Lizette Vila opina que, quienes persistieron, más que sobrevivir reemergieron desde la resiliencia por su fuerza.

“Ser cineasta en la década del setenta era como ser cosmonauta”, afirma Belkis Vega, a quien los Estudios Fílmicos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias le abrieron las puertas a la dirección de cine.

Corresponsal de guerra, documentalista y docente, Vega reafirma que “hacer cine es difícil para los hombres, y para una mujer más”.

Lamenta que su generación, esa que hoy estudiosas y creadoras consideran las precursoras del cine hecho por mujeres en la isla del Caribe, debió luchar en soledad.

“Ni tan siquiera hemos podido tener una batalla juntas, ha sido cada una en el camino o institución en la que está”, lamenta.

Por eso la documentalista Niurka Pérez retomó la importancia de la memoria, al intervenir en el encuentro. “Es muy importante que nos conozcamos y conozcamos nuestras obras, para que por desconocimiento no haya olvidos”, dijo.

El panel» Mujeres Cineastas: de Sara Gómez a las nuevas generaciones» formó parte de la Muestra de Mujeres Cineastas organizada por el Comité de género de ICAIC. Foto SEMlac Cuba

Rebeldías creativas frente al patriarcado

Un grupo de cineastas juntas con conciencia de género, historias de resiliencias y apuestas políticas claras puede ser una fuerza de cambio, más si parte de una experiencia y acumulados conscientes.

Esta mezcla está presente en la conformación del Comité de Género del Icaic, nacido a raíz del Programa nacional para el adelanto de las mujeres (PAM), el cual establece la creación de esta instancia en organismos del Estado y el Gobierno cubanos.

Por ejemplo, Carla Valdés León afirma sin ambages que milita desde el feminismo. “Esa es mi posición política ante la vida, sobre todo en este escenario y, por lo tanto, intento desde donde estoy tener una mirada desde esa postura, y trabajar desde ahí. Quiero trabajar con mujeres, desde otra manera, porque me nace desde ahí”, cuenta.

Carla es graduada de la Facultad de Medios Audiovisuales de la Universidad de las Artes, en la especialidad de dirección. A diferencia de sus antecesoras en el cine, con ella estudiaron muchachas en la especialidad de sonido y fotografía.

Tuvo la suerte, recuerda, de contar con una asignatura de género impartida por la investigadora Danae Diéguez, a quien le reconoce el impulso de estudiar la obra de las realizadoras cubanas, desde una perspectiva feminista.

“Cuando una comienza a hacer historias, busca referentes y los que encuentra son masculinos, porque la historia del cine se ha contado desde esos referentes. Cuando investigas más es que llegas a estos nombres: Marisol Trujillo, Sara Gómez y muchas otras. Hubiera sido lindo que pudieran haber hecho muchas más películas y que esas películas fueran mis referentes cuando estuviera estudiando. Pero eso no fue responsabilidad de ellas, ni de nosotras, sino de la institución, que es patriarcal y machista hegemónica”, reflexionó la joven realizadora.

Poner en pantalla conflictos e historias de mujeres impulsa a jóvenes realizadoras como Marta María Borras.

“Mis proyectos pasan por la mirada artística de la mujer que soy, de la Cuba que soy, donde vivo, y por todas las preguntas que me hago, estéticas y políticas. Son cortos con una estética determinada”, cuenta Borras, quien se reconoce hija de la Muestra de Cine Joven.

La ausencia de estas miradas en muestras y concursos, el silencio y en algunos casos el borramiento de la historia pasa también, a juicio de Berta Carricarte, por quienes escriben los libros y asumen la docencia, obre la base de ese canon excluyente.

De ahí el empeño del grupo de creadoras por encaminar acciones concretas que garanticen que no existan nuevos silencios, ni se repitan retrocesos.

“Hay que afrontar las oportunidades y posibilidades. Ese comité de género es una posibilidad y tenemos que estar en los espacios de dirección porque los problemas de las mujeres no son solo de las mujeres, son de los hombres también. Este es el nacimiento del comité y tenemos que unirnos, ser más asertivas”, propuso Vila.

La psicóloga social y activista Norma Guillart agradeció el espacio y sugirió crear encuentros sistemáticos de formación y debate. Foto SEMlac Cuba.

Vila forma parte del equipo de creación del Comité de Género del ICAIC. Opina que en el PAM también están las cineastas y es necesario aprender a reclamar, aprovechar los espacios, promover encuentros y una mayor asertividad y sororidad entre las creadoras.

Apenas unos meses después de la noticia de su creación, el Comité organizó su primera Muestra de mujeres cineastas, que incluyó exposición de carteles, la exhibición de 41 materiales en los que están representadas 78 mujeres y dos paneles de debate.

Entre las aspiraciones del Comité está llevar adelante propuestas y cambios concretos, como observatorios, fondos de apoyo, encuentros con las mujeres que participan en toda la industria, incluyendo a aquellas que trabajan en los cines y salas de exhibición.

En el encuentro se propuso la creación de espacios sistemáticos, archivos que rescaten y recojan la obra y memoria de las realizadoras cubanas, protecciones legales ante cualquier vulneración de derechos, cursos de formación y acciones positivas para que más mujeres accedan a la industria.

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