El bullying y la violencia de género también conviven en las universidades, aseveran especialistas, aunque en ese nivel escolar superior va menos de violencia física y mucho más de acoso psicológico, mediante burlas, rechazo, celos, dominación o desprecio. ¿Cómo se está manifestando hoy esa problemática en Cuba? ¿Qué no debemos perder de vista para atenderla y prevenirla? No a la Violencia conversó con la socióloga Iyamira Hernández Pita y la psicóloga Miriam Rodríguez Ojeda, de los departamentos de Sociología y Periodismo de la Universidad de La Habana, respectivamente; y con la pedagoga Yoanka Rodney, de la Universidad Pedagógica Enrique José Varona.
¿Cómo se manifiesta la violencia de género, el acoso y el bullying en los entornos universitarios hoy y a qué se debe esta situación?
Iyamira Hernández Pita: La violencia basada en género (VBG), el acoso o el bullying perviven en los escenarios escolares. La escuela, en todos sus niveles, es un agente socializador importante en la producción y reproducción de significados y significaciones sexistas. Aun coexisten todas las manifestaciones de la violencia en estos ámbitos. El reto fundamental está en la necesidad de formar profesionales y decisores en estas temáticas, diseñar políticas institucionales inclusivas, mejores modelos comunicativos que ayuden a cuestionar y buscar soluciones a lo que se presenta en términos de vulnerabilidad al ejercicio de la violencia en los escenarios docentes.
Miriam Rodríguez Ojeda: En los entornos universitarios, las situaciones de violencia de género, acoso y bullying se expresan de varias maneras en las dinámicas grupales y, cada vez más, en las redes sociales. Las investigaciones y proyectos que se desarrollan dan cuenta de la necesidad de visibilizar aún más estos fenómenos, con acciones concretas desde el currículo básico, propio y electivo.
Las experiencias en los vínculos amorosos legitiman y reproducen relaciones de dependencia y obediencia, resultado del modelo patriarcal. Hay un aumento del consumo de productos comunicativos (videos musicales, películas) -sin un fuerte análisis crítico-n que legitima esas manifestaciones. Considero que hay que ser más proactivo para identificar y denunciar estas prácticas tan nocivas y orientar desde el punto de vista pedagógico y jurídico para enfrentarlo.
Yoanka Rodney Rodríguez: La violencia de género se ha ejercido de forma deliberada en la cultura patriarcal y se refleja en las representaciones que se producen con base en la realidad. Estas operan naturalizando las prácticas sexistas que dan lugar a formas de discriminación sustentadas en las relaciones desiguales de poder entre las personas, a partir de los estereotipos de género que se construyen y reproducen culturalmente. A esta realidad no escapan los centros universitarios, donde la violencia de género forma parte de la cultura institucional y se manifiesta abiertamente a través de prácticas cotidianas en el currículo formal y oculto, así como en el sistema de relaciones sociales donde se articulan las relaciones de poder, estereotipos, representaciones, normas y valores.
Las manifestaciones de violencia en contextos universitarios presentan múltiples caras, diferencias en su intensidad y hacen cómplices a varios actores. Puede ser entre pares; o entre estudiantes y docentes, pero también involucran a otros miembros de la institución o autoridades. Las interacciones disfuncionales que culminan en conductas violentas pueden expresarse a través de la acción u omisión que busca generar un daño.
¿Existen mecanismos de prevención y enfrentamiento?, ¿cómo instrumentarlos?
IHP: Actualmente contamos con una estrategia integral para la atención y prevención de la VBG y en el escenario familiar, que a su vez exige la elaboración de protocolos institucionales para atender estos asuntos,
No obstante, considero que hay que monitorear todo lo que se logre implementar en este sentido y su impacto en las políticas institucionales, específicamente las referidas al ámbito escolar.
MRO: Sí, desde el currículo y las investigaciones que se desarrollan en la universidad, siempre y cuando el claustro esté preparado para desarrollarlo. A nivel institucional aún faltan documentos del Ministerio de Educación Superior que instrumenten los temas de prevención y enfrentamiento. Las universidades pedagógicas y las facultades pedagógicas de cada provincia, por su parte, tienen como respaldo las resoluciones ministeriales 139/2011 y 26/2021.
YRR: Declarados explícitamente, no. Pero en los consejos de dirección de las facultades se pueden analizar las problemáticas que afectan a estudiantes o trabajadores en relación con la violencia de género. Las asambleas de las brigadas de estudiantes constituyen un espacio para establecer estrategias de prevención y enfrentamiento a la violencia de género.
El tema del acoso sexual si está explícito en el Reglamento Ramal de la Disciplina del Trabajo en la Educación Superior. Tanto la Resolución Ministerial 240/2007 como la 17/2015 son normativas que permiten también enfrentar algunas de esas manifestaciones desde un marco legal y poner en marcha mecanismos que contribuyan a prevenir y enfrentar la violencia de género. Pero el abordaje sigue siendo muy general y casi no existen indicadores que permitan sancionar estas manifestaciones de manera eficaz.
¿Cuáles serían los principales desafíos en el camino de la prevención y la atencion a este fenómeno?
IHP: Sensibilización, capacitación para lograr la comprensión del problema, comprometerse con la actuación y los procesos de transformación y poder contar con el diseño de políticas institucionales legitimadas y con una operacionalización centrada en las especificidades asociadas a este tema. Potenciar las investigaciones que permitan monitorear los cambios y desafíos al respecto.
MRO: Documentos que lo legalicen, así como una red que garantice el abordaje en la prevención y atención, con alianzas de entidades e instituciones. Promover más investigaciones que incluyan estos temas dirigidos a la comunidad y la familia, desde los entornos académicos
YRR: Superar la pervivencia de estereotipos de género en la educación superior; la implementación coherente y articulada de las acciones programadas por los Comité de Género en las universidades; y avanzar en la visualización de la violencia de género contra personas que no cumplen con las normas de género y sexualidad.