Poner freno al acoso o bullying escolar demanda del trabajo educativo conjunto de la familia y la escuela, por las complejidades de este fenómeno, al cual no son ajenas las instituciones cubanas, aseveran expertos.
Casi a punto del regreso masivo de niñas y niños a las aulas, previsto para el 15 de noviembre, el tema llegó al canal de Telegram Crianza respetuosa, un servicio de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana y la sociedad cubana de esa especialidad, con el respaldo del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la nación caribeña.
La posibilidad de que sus hijos puedan sufrir de manera sistemática esas formas de maltrato, ya sea físico o psicológico, preocupó a varios padres que acudieron a ese espacio en busca de consejos.
“¿Cómo preparar a mi hijo para eso?”, se preguntaba Aymee Suris, quien está temerosa de que la timidez de su pequeño, unida a los efectos del periodo de aislamiento por la covid-19, lo conviertan en blanco de acciones de intimidación. “¿Qué se les debe decir para enfrentarse a esta situación, además de que la denuncien?”, indagaba.
Conversar con niñas, niños y adolescentes; explicarles que nadie tiene derecho a maltratarlos e instarlos a denunciar esos hechos fueron las principales recomendaciones de los especialistas que interactuaron a través del usuario que da nombre al canal. Al mismo tiempo, insistieron en propiciar que hagan amigos, para evitar la soledad y el aislamiento.
Explicaron que, justamente, aislar a las víctimas del resto de los compañeros de aula es parte de las conductas típicas del acoso escolar, que también devalúan e invisibilizan a quienes lo sufren, con lo cual los agresores ejercen un control y dominio mayor sobre ellos.
Expertos advirtieron que, muchas veces, familiares e incluso docentes no le conceden suficiente importancia a este problema, pues lo asumen como algo normal en el contexto escolar, sin percatarse del daño que esas acciones provocan.
“Los niños que son víctimas pueden pasar años sufriendo y recibiendo el impacto negativo de estas agresiones sobre la formación de su personalidad”, subrayaron y ejemplificaron algunas de sus consecuencias, como el deterioro de la autoestima y las habilidades sociales, el malestar emocional, las dificultades en el aprendizaje y, en los casos más graves, severas afectaciones a la salud mental, como la depresión infantil y el intento suicida, entre otros.
La timidez y los problemas para establecer relaciones con los demás niños se encuentran entre las razones por las cuales pueden convertirse en blanco del bullying; pero también la existencia de una condición o característica física o psicológica que los haga diferentes de la mayoría.
En tanto, quienes reciben maltratos en sus hogares o no tienen una comunicación y atención cercana de sus cuidadores principales, se encuentran con mayor frecuencia en el grupo de quienes sufren abusos.
En el caso de las y los adolescentes, suele verse cuando las normas o conductas grupales no son acogidas por algún muchacho o muchacha, por no considerarlas apropiadas, agregaron los psicólogos.
Conocer las señales para ofrecer ayuda
Estar atentos a las señales, tanto en los hogares como en las escuelas, fue el llamado de atención en el espacio digital, donde se enfatizó en la importancia de preparar a los niños para saber actuar ante situaciones de acoso, ya sea que las vivan ellos o para ayudar a quien es víctima.
“Lo más importante es cortar el silencio y hablar con familiares, maestros y amigos. Los padres deben acudir de inmediato a las escuelas y exigir con firmeza que se detenga el acoso, haciendo los análisis educativos pertinentes con las familias de los implicados y el resto del grupo”, acotaron.
La preparación del personal docente, alumnos y familias acerca del bullying también es clave, remarcaron los especialistas. “Todos deben saber que, ante cualquier hecho de este tipo, se debe actuar, ya sea directamente o denunciándolo a la dirección del centro”.
Este aprendizaje es fundamental, porque uno de los elementos que perpetúa el acoso escolar es la existencia de un público que observa y no hace nada, por lo que se convierte en cómplice de las agresiones.
Para el niño puede ser más doloroso ver que quienes eran cercanos se quedan callados o participan de la agresión, comentaron los expertos y plantearon la importancia de ayudarlos a entender la situación.
“Hay que advertirles que esto es algo que puede pasar y que nunca sus padres van a dejar de estar orgullosos de ellos, si les llegara a suceder”, subrayaron. Enseñarles que deben contar rápido lo ocurrido y darles estrategias para neutralizar a los acosadores fueron otras claves recomendadas.
Refirieron que si se conoce sobre alguna diferencia que puedan tener con respecto al grupo y pueda ser utilizada para humillar, es aconsejable darles elementos para que sepan defenderse.
Pero todo esto debe hacerse sin descuidar la exigencia a la institución educativa, pues muchas veces dejan pasar el asunto sin darle importancia, alertaron.
Padres como Giselle hicieron alusión a la contradicción frente a la cual se encuentran muchas veces, por educar a sus hijos en la no violencia y, al mismo tiempo, enseñarles a defenderse.
“Por eso es bueno que aprendan a apoyarse en los maestros para detener cualquier acción de este tipo. Está bien que no agredan a los otros, pero deben conocer que los maestros y los adultos pueden intervenir en esas circunstancias”, se compartió en el canal por los especialistas.
Por su parte Anagret, quien tiene la percepción de que el acoso es un fenómeno que ha ido ganando presencia en las escuelas, preguntaba qué hacer cuando son nuestros hijos los victimarios.
En ese escenario, debemos analizar la posible causa, respondieron. Los victimarios suelen haber sido ellos mismos víctimas de maltratos o acosos en el pasado, también lo hacen otros con grandes necesidades de reconocimiento, o los que temen convertirse en víctimas y eligen el bando de los victimarios, detallaron.
Por tanto, hay que identificar la causa y actuar sobre ella. Quienes asumen conductas abusivas pueden sufrir problemas de salud mental y, sin una adecuada actuación educativa, su proyección futura puede llevarlos por caminos complicados. De ahí la importancia del trabajo conjunto entre la familia y la escuela, remarcaron los psicólogos.
Y cuando el maltratador es la propia maestra