Subvertir la hegemonía en la construcción identitaria compete a todas las personas, pues todas pueden ser víctimas de modelos socialmente impuestos y sufrir sus consecuencias de discriminación y exclusión social.
La idea quedó reafirmada el pasado jueves 10 de marzo en el espacio de reflexión en Telegram Familia y Sexualidad, durante un intercambio sobre la construcción de identidades no hegemónicas, en el contexto de las Jornadas “Maternidad y Paternidad. Iguales en derechos y responsabilidades” y de la consulta popular del proyecto del Código de las Familias.
De acuerdo con la socióloga Delia Rosa Suárez Socarrás, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), existe una tendencia a creer que cuando se habla sobre sexualidades no hegemónicas solo se trata de personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer (LGBTIQ+), cuando en realidad el tema es mucho más amplio.
La especialista señaló que desde la socialización más temprana, en la infancia, se dice cómo deben ser nuestras sexualidades e incluso esto ocurre muchas veces desde antes de nacer, cuando se impone cómo deben ser las niñas y los niños, lo que trasciende las expresiones de género y orientaciones eróticas del deseo.
“Nos depositan una serie de expectativas en función de una comprensión dominante del mundo, que sitúa que hay dos formas de ser y estar: femenino y masculino. Esa dicotomía es un rasgo de hegemonía”, añadió la experta.
Explicó que, cuando se habla de hegemonía, se parte de la supremacía de una cosa sobre otra, de unas personas sobre otras o de un Estado sobre otro. Los orígenes del concepto están asentados en distribuciones desiguales de los poderes en las sociedades, acotó.
“Ninguna desigualdad es natural desde una perspectiva social. Las diferencias sí que lo son, pero no las desigualdades. Sin embargo, cuando el poder las asume y legitima, está expandiendo su hegemonía y, por lo tanto, su control sobre lo diferente”, precisó.
Ejemplificó que eso es lo que sucede con las lecturas que se hacen en función del color de la piel (blanco superior a negro y mestizo), con las subordinaciones de personas con capacidades leídas como discapacidades; con el origen territorial, con las tradiciones culturales o con las sexualidades.
Esas lecturas que colocan a unas personas en posición de subordinación y a otras en un lugar de privilegio y, en ocasiones, hasta de opresiones, son el resultado de una matriz cultural hegemónica, dijo Suárez Socarrás.
La psicóloga Ana María Cano coincidió en que, desde el nacimiento, a las personas les asignan un sexo socialmente y hay que responder a lo que la sociedad exige para ese sexo, o para ese género, de acuerdo con los patrones establecidos.
Por eso la lucha contra el poder en la construcción de la identidad concierne a todos, remarcó Suárez Socarrás, quien subrayó la necesidad de que en la crianza de niñas y niños se logren construir sus identidades desde lugares no hegemónicos.
“Los prejuicios y estereotipos asociados al género y las sexualidades afectan las capacidades, independencia, manejo de emociones; nos exponen a más riesgos de múltiples orígenes y limitan nuestro desarrollo”, valoró la experta. Añadió que la apuesta es por construirse entre todos desde lugares menos hegemónicos, en la medida de lo posible.
La socióloga refirió que, aunque la tendencia es a creer que solo las personas LGBTIQ+ rompen con los estereotipos, en realidad muchas personas hetero y cisgénero luchan por lo mismo y buscan que no definan sus formas de expresar y vivir sus sexualidades.
Asimismo, apuntó que las personas LGBTIQ+ tienen, igualmente, el reto de construirse fuera de los cánones hegemónicos, porque aun cuando tienen identidades y orientaciones sexuales no heteronormativas, muchas personas de este grupo han crecido bajo los mismos modelos de dominación y, por tanto, se colocan unas por sobre otras, o tienen privilegios que otras no.
“Ser LGBTIQ+ no es automáticamente construir una identidad no hegemónica. Orientaciones sexuales e identidades de género no hetero y no cisgénero pueden ser sumamente hegemónicas. Eso significa que responden a las mismas dominaciones, porque están siendo permanentemente escudriñadas y porque en movimientos sociales ser, por ejemplo, transexcluyente, lesbofóbica, racista o capacitista también contribuyen a que otras personas queden fuera”, detalló.
Romper con los valores hegemónicos asociados a las identidades sexuales es, por tanto, una apuesta arriesgada e ineludible, consideró la especialista del Cenesex, quien insistió en la importancia de visibilizar las realidades, luchas, resistencias y logros de quienes deciden hacerlo.
“Es una tarea difícil, pero con empeño y tiempo se podrá lograr”, opinó la forista Malu Duardo Ramírez.
La educación es esencial en el proceso, acotó Suárez Socarrás, de manera que se alcance la sensibilidad crítica para comprender que la forma en la que nos han enseñado a construirnos coloca a otros en situación de vulnerabilidad.
En tanto, Cano resaltó la valentía que se debe tener para desafiar las normas sociales sustentadas en la ideología más hegemónica: el patriarcado. La experta del Cenesex significó la relevancia de que la construcción de sexualidades desde un modelo no hegemónico esté protegida en el proyecto de Código de las Familias, actualmente en consulta popular.
Es una muestra de las voluntades políticas del Estado, pero debemos seguir reclamando al Estado su implicación y convertir esas voluntades en garantías, argumentó.
2022-03-16