El asesinato del joven Daniel Zamudio causa rechazo internacional

  • Neonazis en Chile mataron a Daniel Zamudio por ser homosexual

  • La ONU urgió al Congreso de Chile a aprobar una ley contra la discriminación sexual. Ya hubo otros casos en ese país.

Daniel Zamudio falleció a las 7:45 de la noche del martes 27 de marzo. Desde entonces, su casa del barrio Loncomilla se convirtió en un santuario de globos blancos, guirnaldas y pancartas. Su caso no es el primero. En Chile son comunes los ataques callejeros contra travestis, homosexuales o vagabundos.

Se los llama ‘barridas’. Se hacen en grupo y de forma sorpresiva. Antes de Daniel, ya hubo otras víctimas. Sandy, una transexual de 37 años, en junio del año pasado fue atacada con un bate de béisbol en Valparaíso. Sus agresores la golpearon hasta desfigurarla y fracturarle el cráneo. Estuvo conectada a un ventilador mecánico y salvó su vida de milagro.

El 3 de marzo, cuatro jóvenes golpearon a Daniel en la cabeza, le dieron puñetazos, patadas y le lanzaron piedras en el estómago y las piernas. Y cuando se aburrieron, igual que esa pulsión primaria de un niño que disecciona a un insecto, le arrancaron parte del lóbulo de su oreja y le tatuaron esvásticas con el pico de una botella. Los guardias del parque los encontraron a las tres la madrugada, seis horas después de que comenzara el ataque. Nadie vio nada.

Los grupos neonazis chilenos cultivan el odio a los peruanos, a las prostitutas, a los travestis, a los indigentes y hace algún tiempo a la tribu urbana ‘pokemones’. Ojeando la historia, fue en la dictadura cuando comenzaron a resurgir las células neonazis. Una influencia pudo haber sido Villa Baviera —antes conocida como Colonia Dignidad— y su líder Paul Schäfer, que montó un régimen de terror y ayudó a proteger a líderes nazis prófugos. Ellos fueron responsables de violaciones a los derechos humanos y tuvieron fuertes vínculos con la policía secreta de Pinochet. Antes de eso, en los años cuarenta, el movimiento nacionalsocialista pegaba fuerte en el país: hasta trataron de derrocar a un presidente.

Hoy, quienes forman estos grupos son en su mayoría jóvenes pobres de las comunas periféricas de Santiago. Para los sociólogos son una especie de contracultura o simples lúmpenes, pero se calcula que hay unas veinte células en el país. Los adherentes le deben total sumisión a un líder y escuchan música que alude a los seis millones de judíos que murieron en cámaras de gas. Se agrupan con fuerza en Valparaíso, Santiago y las regiones del sur del país. Su blanco es todo lo que consideren escoria o elemento indeseable para la sociedad.

El odio parido

A Daniel muchos medios lo llamaron «joven homosexual» en tono despectivo. Algunos se preguntaron qué hacía allí a esa hora, o cuestionaron que bebiera alcohol. De sus asesinos se empieza a hablar recién ahora. Patricio Ahumada Garay, alias Pato Core (25), es moreno, rapado, de rasgos duros. A los 21 años había cometido robo con violencia en una comuna acomodada de Santiago. En esa ocasión, una mujer fue la víctima de sus golpes y hasta fue despojada de parte de sus ropas. También fue sentenciado por robos y otros hurtos mayores.

Es temido por su agresividad y conocido en un centro comercial a donde van los jóvenes y adolescentes de distintas tribus urbanas a ver lo último en juegos, películas, piercings y tatuajes. Daniel tuvo la mala suerte de que Ahumada lo encontrara durmiendo en una banca. El Pato Core no estaba solo; lo acompañaban Fabián Mora (19), Raúl López (25) y Alejandro Angulo (26). Todos tenían antecedentes de violencia contra grupos minoritarios.

La policía los buscó por todo Santiago. Llegaron a ellos seis días después del crimen. El primero en confesar fue Raúl López, que en Facebook posa con una boina negra, pantalones militares y sudadera blanca y expresa su odio a los ‘pokemones’. A pesar de su impronta dura frente a la cámara, fue el primero en decirle al fiscal que no resistía más.

López declaró que encontraron a Daniel Zamudio a las nueve de la noche y que habían estado bebiendo alcohol en una plaza luego del cierre del parque San Borja. Que al principio, cuando vieron a Zamudio, a López lo habrían mandado a comprar más alcohol y cuando regresó se encontró con la cruenta escena: sus dos amigos golpeaban a Zamudio en las manos, la cabeza y que luego lo llevaron al parque. Según su declaración, Fabián Mora bajó con él, se tomaron unos tragos, le ofrecieron un vaso de ron y él nuevamente se fue a comprar. A la vuelta, aseguró López, sus amigos estaban ensañados.

López reconoció que pegó una o dos patadas. A esa altura, el rostro de Daniel Zamudio estaba teñido de sangre. Su estado era tal que ni siquiera se resistió cuando Angulo y Pato Core le marcaron las tres esvásticas. Luego siguieron golpeándolo en las piernas. Angulo le tiró dos veces una piedra grande en el estómago y en la cabeza. Mora le hizo lo mismo en las piernas, hasta que el Pato Core le hizo una ‘palanca’ y se la quebró. A las 2:30 de la mañana, luego de cansarse de torturarlo y apagarle cigarros, mientras bebían, lo abandonaron.

Su cuerpo resistió 25 días. Los cuatro imputados, acusados hasta el martes de homicidio calificado frustrado, ahora serán juzgados por homicidio calificado consumado. La pena que les corresponde es prisión perpetua: 40 años de encierro.

Tomado de: elespectador.com | 30 de marzo de 2012

http://www.elespectador.com/impreso/internacional/articulo-335645-ultima-victima

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