A propósito de las sexualidades en la ciencia ficción cubana contemporánea

Quiero intervenir a propósito de la ciencia ficción cubana –en lo adelante CFC– y los modelos de sexualidad que propone. Invitarles a ese campo busca cubrir un vacío: aunque ya no es novedad en Cuba que la crítica feminista se dedique a la literatura hecha por o sobre mujeres, los estudios que hasta ahora circulan ignoran la CFC, igual que la crítica literaria «tradicional». Pero como soy una rara, no me avergüenza compartir esta obsesión. Lo que sigue es un análisis de 14 textos publicados en Cuba entre 2001 y 2013, por orden temático: libros patriarcales, feministas y queers. Comencemos por Vladimir Hernández Pacín y Elaine Vilar Madruga.

Vladimir Hernández Pacín (1966, ingeniero) reúne en Hipernova relatos escritos entre 1991 y 2008. El estilo da fe de su formación técnica: no deja inconsistencias en sus descripciones de edificios, armas o los efectos corporales de una caída libre. La prosa de Vladimir es irónica y cuidada, poética o feroz, según la necesidad. Casi todos los protagonistas son varones que ejercen con total tranquilidad la violencia física y que justifican la violencia de género. En consonancia, la mayoría de las mujeres se ocupan de tareas secundarias dentro de la trama, o son objetos sexuales.

Solo hay tres mujeres protagonistas en los nueve relatos de este libro. La primera es Ónix, de «Semiótica para lobos», trabajadora sexual, mujer empoderada de acuerdo a las lógicas de su mundo, pero estamos viendo su última noche. Quien ella creía fácil presa, resulta ser un cazador que la supera. La impronta de la crisis de los noventa en Cuba es fácil de reconocer en este –otro más– relato de prostitutas, cuyo toque de horror final parece una advertencia moral del peor tipo. La segunda es Max, líder de una red de contrabando interestelar, seducida por el misterioso Kyle. Aunque Max es madura y selectiva, sucumbe desde el primer encuentro al atractivo de este hombre misterioso… para ser traicionada. Es algo incongruente que alguien que lleva 20 años dueña de sí caiga sin que medie algún tipo de droga o manipulación mental. Pero una mafiosa como Max no merece tal absolución por sus malas decisiones.

El único relato de una mujer exitosa es «Némesis»: Paola es una prometedora arquitecta microbiológica que, para procesar el dolor de que su Sarah la dejara por un hombre –porque bisexual es igual a infiel–, diseña un virus para «buscar, infectar y destruir organismos con material cromosómico XY». Hay dos inconsistencias científicas aquí: presenta a la especie en términos sexuales binarios, por lo que niega la intersexualidad; y se atribuye la violencia a causas genéticas, no materiales o ideológicas, un sinsentido sociológico e historiográfico. Ambas pifias son consistentes con los prejuicios heteronormativos y homofóbicos que revela la escritura.

Heteronormativo, pues Paola castigará, junto a los varones heterosexuales, a mujeres transexuales y gays. Excluirles del mínimo debate ético del relato implica que, para el autor, no existen. Homofóbico porque los motivos de Paola son enfermizos argumentos sobre la superioridad del amor entre mujeres. Al mismo tiempo, Hernández Pacín afirma que todo se reduce al «más íntimo odio hacia esa mitad del género humano» de ella. La sexualidad de Paola es patológica para el narrador, resultado de un gen «invertido» y la desigual atención de sus padres.

Elaine Vilar Madruga (1989, estudiante de Dramaturgia) explora constantemente la ética de sus personajes: presentan situaciones dramáticas límites, donde cada individuo debe tomar decisiones de vida o muerte.

Al límite de los olivos (2009) es una crónica de guerra; los relatos presentan un mundo marcado por luchas, pobreza, retroceso social y pérdida de la memoria cultural. La ética austera y resistente de la guerra castiga a quienes dudan. En este mundo cruel, que solo premia la dureza, Elaine solo concibe hombres que son duros proveedores y mujeres que renuncian a su autonomía y viven –o tratan de vivir– en sintonía con un varón que las valide.

De ese modo piensan Lena, que sigue a Liem a pesar de que viene del futuro y tiene certeza de la derrota, «pero jamás impuso su criterio. Lo seguía a él como líder y amante»; y Atti, que acepta la violación de su hermano como la vía para construir una familia. La traición también tiene rostro femenino, se llama Alsion. La educación sentimental de todas ellas se resume en Elena, que lleva toda la vida esperando a un amante intuido en sueños. Le verá por un instante para confirmar su existencia, verle partir a la lucha y seguir esperando.

Promesas de la tierra rota (2013) relata el viaje formativo del niño Melkar a lomos de su dragón y perceptor Sulk, describe a tres sociedades post-apocalípticas: Río Arriba, comunidad de cazadores y agricultores; la ciudad numeraria número 1, dedicada a la guerra, y Castarok, antigua base de los dragones y sus pastores –en ningún momento la autora es capaz de explicar la naturaleza de los dragones.

Queda claro, desde el inicio, el papel subalterno de las mujeres, educadas como reproductoras e impedidas de acceder al poder. En el caso de la ciudad numeraria número 1, están esclavizadas. Allí las mujeres fértiles están recluidas, su vida se reduce a ser fecundadas por vía artificial para explotar al máximo su capacidad reproductora. Ellas son meras gestantes de fetos genéticamente modificados. Al agotar sus capacidades reproductoras serán desechadas, y las otras sienten poca o ninguna solidaridad por el incierto destino fuera del Nido. Es que ya no son personas –capaces de amor o solidaridad–, sino úteros.

Salomé (2013) ocurre en Vilda, ciudad comercial del imperio interplanetario de los Ilgrim. Conviven aquí las más sofisticadas técnicas de comunicación, el fanatismo religioso y el ambiente escabroso de la vida cortesana. El libro incluye inconsistencias inadmisibles: se domina el salto hiperespacial1, pero no se puede curar la úlcera, administrar anestesia o cerrar heridas por cauterización.

Los narradores son Silver Adus, Tameréw, Yayne-yw, Ero Antipas Ilgrim, Arrlen Ilgrim y Fimbrá. Por sus ojos vemos a Salomé, una criatura capaz de manipular la mente, cuya racionalidad nunca se esclarece. Detengámonos en Yayne-yw y Ero.

Yayne-yw es un eunuco, ex–amante, consejero y amigo de Ero Antipas Ilgrim, se sometió a la castración para acompañarle a Vilda; es el único que muestra alguna resistencia a Salomé. Ero, sobrino del emperador Sonner II y Comendador de Vilda, vive torturado por la cobardía que le impide confesar su amor a Yayne, que le costaría todo. Los dos han internalizado la homofobia de tal modo que solo perciben sus sentimientos con culpabilidad. ¿Cuál es la necesidad dramática de esta pareja? El rol de mediador de Yayne podría ser asignado a una mujer, pero como Vilar Madruga no puede presentar a una mujer empoderada, introduce al eunuco. Esta elección no deja un saldo positivo, pues Yayne y Ero se traicionaron.

¿Era imprescindible que fueran infelices para el desarrollo del conflicto? No, pues ese amor ya terminó cuando Salomé aparece, hace décadas que son amigos y lo que destruye la criatura es esa amistad. Incluso, si hubieran sido felices, el poder para superar esa fraternidad tendría que ser tremendo, lo que implicaría una Salomé aún más fuerte. Pero la autora no les imagina lo suficientemente valientes como para resistir la adversidad y esa es una elección homofóbica.

Pasemos al segundo grupo: considero feminista la escritura de Sigrid Victoria Dueñas, Anabel Enríquez Piñeiro y Erick Mota, por la normalización de la igualdad –intelectual, sentimental y social– entre sus personajes masculinos y femeninos, de modo perfectamente integrada a las historias. Ese es uno de los objetivos del feminismo: alcanzar igualdad entre hombres y mujeres en cualquier ámbito de la vida. Las posibilidades de la ciencia ficción en esa dirección son tremendas2.

Ciudad en red (Victoria Dueñas, 2011) mezcla el ciberpunk –cruce sistemático entre la vida material y virtual– con la cultura cubana: narra el XXI Certamen de La Habana en Red para menores de edad, dedicado a la obra de José Martí. Se compite con el apoyo de unidades de Almacenamiento Masivo de Información (AMI), las cuales pueden personalizarse hasta parecer Inteligencias Artificiales. Durante la competencia se sigue a ocho personas –y sus AMIs–: las jóvenes Samu, Cisne, Géminis y Ying Yang (gemelas estas dos); los varones Mega y Chibi–hermanos–, Salgari y Faren.

A través de una vivaz dramaturgia, se debaten las diferencias generacionales, las relaciones interpersonales y la ética. Estos dos últimos temas se combinan en el claro enfrentamiento al sexismo. Toda Ciudad en red puede leerse como un desmontaje de la frase «ustedes, las mujeres, no están hechas para la matemática».

En respuesta, Samu es la mejor competidora, con un dominio envidiable del código binario y los lenguajes de programación, estratega cautelosa, consciente de sus limitaciones y especialista en combates de habilidad y reflejos. Algo que reconocen Faren y Mega, caracterizados como varones violentos. Cisne y Salgari trabajan en pareja y la autora pone cuidado en que se note el respeto mutuo, la igualdad en sus interacciones a pesar de la diferencia de género y edad. En general, los personajes femeninos están concebidos con gran autonomía, destaca la ecuanimidad con que ellas se toman la dinámica del Certamen.

Anabel Enríquez Piñeiro ganó el Calendario de ciencia ficción en 2005 con Nada que declarar. Aunque es un libro desigual3, la autora revela talento para el género. Tres relatos están protagonizados por mujeres: «Deuda temporal», «Cartografía galáctica de la hospitalidad» y «Castigo de los dioses». Vamos a detenernos en los dos primeros.

En «Deuda temporal» el conflicto se construye a través de la relación entre una mujer que parte al cosmos y su hija, que se ancla al planeta natal. Anabel reflexiona sobre el sentido de la familia y se pregunta sobre la trascendencia cuando se abre el camino del salto temporal, ¿sobreviviremos a través de la inmortalidad o de la descendencia? Preguntas feministas –no femeninas–, en tanto se eluden esencialismos sobre la sensibilidad de las mujeres o el valor de la maternidad. Lo que se cuestiona es el compromiso que la madre evade y su hija mantiene.

«Cartografía galáctica de la hospitalidad» reelabora un cuento clásico de Antón Chejov, «Cronología viviente», pero conocer el original acaso opaque el placer. Aquí Fiana, esposa del Cónsul Cultural del planeta Varsavam, ejerce sus criterios sobre la hospitalidad, sin rubor, con lo que suponemos el apoyo implícito del cónyuge. Caemos en una de las constantes de la ciencia ficción feminista: ¿cómo cambiarán las dinámicas familiares al encontrarnos con la diversidad biológica y cultural extra-planetaria? El otro personaje femenino es la oficial Hunter, que narra el evento en primera persona. Es un personaje singular en sí misma, pues mantiene una relación de igualdad con Thomas Kirk en su nave: ella es la astronavegante, él se ocupa de las relaciones públicas.

En 2008, el Concurso «La Edad de Oro» reconoció la noveleta de Erick Mota Bajo presión que, cosa rara en Cuba, es una precuela4 de «Cartografía galáctica de la hospitalidad», pues revela cómo se conocieron Kay Hunter y Juan Tomás «Thomas» Kirk. El gesto feminista es claro: son un hombre y una mujer heterosexuales que comparten amistad y proyectos de vida como iguales. Adiós a la dependencia sicológica de ella, adiós a las confesiones de amor secreto de él. Kay y Kirk tienen su amistad y un objetivo común, explorar el espacio.

Mota sigue con sus inusuales roles de género en Algunos recuerdos que valen la pena (2009). En los cuentos «¿Quién nos librará de la derrota?» y «Cuando llueve en Claudia», los protagonistas no pueden hallar la plenitud sin ellas, están llenos de miedos, saben que no existirían sin esas mujeres que los desprecian. Con tan simples recursos, el autor revierte la tradicional desigualdad genérica consustancial al ideal de amor romántico –donde ella alcanza plenitud a través de él. El relato distópico «Memorias de una puta», por su parte, evade el lugar común de la prostitución como respuesta a la pobreza. Maya no tiene dudas sobre la legitimidad de su oficio y el autor aborda sin aspavientos otro de los temas candentes del feminismo, el trabajo sexual. Queda claro que Mota apoya el derecho de las mujeres para usar libremente su cuerpo y quedarse las ganancias.

La tercera parte de esta reflexión es para la escritura queer de Michel Encinosa Fu y José Miguel Sánchez Gómez –el Yoss. ¿Por qué? Bueno, la teoría queer parte de la consideración del género como una construcción y no como un hecho natural, y establece ante todo la posibilidad de repensar las identidades: ni el sexo es constitutivo de identidades fijas, ni hay diferenciación binaria entre las personas. Las exploraciones de Encinosa Fu con el ciberpunk, y de Yoss con la exobiología, denuncian sin piedad los prejuicios sociales sobre el cuerpo y la inutilidad de cualquier modelo moral que se pretenda universal.

Aunque Michel Encinosa Fu no tiene formación académica en ciencias –estudió Lengua y Literatura Inglesa–, la calidad de su escritura y complejidad de los personajes –acaso la mejor del fantástico cubano actual– lo transforman a en hito imprescindible de la CFC. Es probable que no pueda explicar qué ciencia sustenta a sus personajes o conflictos, pero les lleva hasta las últimas consecuencias. La mayoría de los relatos de ciencia ficción de Encinosa Fu ocurren en el mundo de Ofidia –universo ciberpunk nacido como juego de rol a fines de la pasada década del noventa5. Ofidia, megaurbe donde nunca llueve, capital de un mundo violento y desigual, es el escenario de Niños de neón (Encinosa Fu, 2001), Dioses de neón (Encinosa Fu, 2006) y Veredas (Encinosa Fu, 2006).

Primer ejemplo de lógica queer: ¿quién es 74? Un ser artificial, creado ya adulto y con plenos derechos ciudadanos. Su ventaja está en las capacidades de auto-modificación casi ilimitadas. En «Besa el látigo», 74 ejerce como guardaespaldas, para lo cual cambia de cuerpo tres veces. Durante el proceso habla de sí como individuo femenino o masculino, al ritmo del sexo biológico de su cuerpo. No hay ni una pista sobre la identidad de género «real» de 74, porque no importa. Como ser nacido para la transformación constante, 74 no puede detenerse en las etiquetas del género: tiene «número social, un par de mascotas y un bosque bonsai en la sala de su apartamento»; eso le hace persona. Otro que excluye el género del núcleo de su identidad es el protagonista de «1ro soy un jerbo». Esto sabemos de su vida: tiene más de la mitad del cuerpo sintético, se hizo una cirugía trans para feminizarse, que luego revierte, y sueña con el único amante que dejó huellas en su corazón, Demonio Temporal.

Aunque Dioses de neón no incluye personajes protagónicos con sexualidad «disidente», parte de la atmósfera se debe a la normalidad de las modificaciones corporales, gracias al desarrollo de la cirugía, la genética, las prótesis y la nanotecnología –esto es un lugar común del ciberpunk. En «Como tuvieron que morir las rosas», Encinosa Fu expone el credo de los «exóticos» y explica sus modificaciones corporales como expresión de la solidez del individuo. Aunque el tema es el racismo, el debate es fácilmente extrapolable a toda expresión de identidad no normativa: queer.

El policiaco Veredas, protagonizado por la detective privada Randy, sí habla de sexualidades. Vicky, retoño del policía Chico, nació «con la dotación completa de genitales de ambos sexos», pero la normalización quirúrgica fue descartada, «a fin de cuentas, Vicky se sentía muy bien con su dualidad». Durante la aventura, la identidad de género del personaje fluye entre feminidad, masculinidad y androginia sin que nadie levante una ceja –nada sorprendente, estamos en el mundo de «Besa el látigo».

Ello explica que Chico se refiera a Vicky como su «hija», al mismo tiempo que Randy le llama «niño».

Durante su pesquisa, Randy investiga al club Reina de las Nieves, «el principal núcleo de las lesbianas de ultraderecha del orbe». Aunque no ayuda a Randy en su pesquisa, el discurso de la ex–lesbiana Calenda Suárez vale la pena. Ella defiende la «limpieza genética» para eliminar «síndromes incontables», entre ellos la «multisexualidad» –¿querría decir intersexualidad o transexualidad? Por último, el asesino «súper malo» expresa sin rubor su desprecio por ciborgs, exóticos y el «cachorro hermafrodita» Vicky. ¿Un malo que es malo por racista y heteronormativo? ¡Bravo Michel!

Y llegamos al último de este recuento: Yoss. Este biólogo, narrador, ensayista y cantante de rock, se dedica en los últimos tiempos a especulaciones biológicas absolutamente desenfrenadas, a veces con una densidad tal que afecta el ritmo de sus relatos. Se gana a pulso el adjetivo hard. Pluma de león (2009), Super-extra-grande (2012) y Condonautas (2013) son expresión de esta línea creativa. Son novelas que analizan los impactos económicos e ideológicos del contacto con otras especies inteligentes, cuyas historias evolutivas –materiales y espirituales- nada tienen que ver con la vida terrestre.

Pluma de león ocurre en el siglo XXIV, el homo sapiens domina a cuatro especies extraterrestres. Para justificarse, las élites de la Tierra han generado un discurso antropocéntrico y discriminador. Xandra es una adolescente humana y pobre, que acepta ser amante a sueldo del adinerado Tuen, un arlequín. A través de él, descubre el racismo de su propia especie. Lo que me interesa destacares la normalización de la atracción física y/o el amor como argumentos para legitimar cualquier arreglo sentimental entre seres racionales.

En Super-extra-grande, para la segunda mitad del siglo XXI la humanidad se extiende por la Vía Láctea y convive con otras seis especies inteligentes. El veterinario Jan Amos Sangan Dongo –víctima del Síndrome de González, que le provocó 2.32 m de altura, pies de 63 cm y 169 Kg de peso– prospera como «Veterinario de los Gigantes». En este universo, el sexo inter-especieno se acepta como fundamento de familia, solo puede ser diversión juvenil. Así que, cuando Jan acepta en su corazón y su cama a la humana Enti Kumusa y la cetiana An-Mhaly, el trío provoca el chismorreo de todo el planeta Gea, donde viven. Pero no importa, Jan Amos afirma que para la convivencia hay que disfrutar la diversidad –llegar a amar lo que nos hace básicamente personas, sin importar nuestra especie.

Condonautas sigue a Josué Valdés, que vive a fines del siglo XXII. La Vía Láctea contiene unas 29.000 especies inteligentes y, en cada encuentro comercial, se sigue el estricto Protocolo de Contactos: al sellar un trato, deben encontrarse un representante de cada especie y «cohabitar». Dada la importancia del Protocolo de Contactos para la economía, la falta de escrúpulos sexuales es ahora un atributo deseable en la Tierra, y la heterosexualidad algo «anticuado» –Yoss insiste en el oportunismo mercantilista de tal abrazo a la diversidad sexual. Josué es Especialista de Contactos: su tarea es tener sexo con individuos de cualquier especie. En realidad es un mecanismo de escape: compensa su incapacidad de relacionarse con humanos a través del sexo –muy bien pagado– con otras especies.

La especulación biológica que alienta a estas tres novelas pone en crisis las lógicas sociales de binarismo sexual y heteronormatividad, que pautan nuestra vida cotidiana. Al construir universos no antropocéntricos, Yoss destruye la jerarquía entre géneros, orientaciones sexuales e identidades de género. Es que, en medio de tantas especies y modelos de familia, ninguna de estas categorías puede definir la identidad individual, menos aún la valía social. Semejante desmontaje estructural de los ordenamientos del amor y la familia no se veía en la CFC desde que Ángel Arango normalizara la paternidad y maternidad colectivas en la ya clásica Transparencia (1982).

Hasta aquí el recuento, espero haberles provocado un par de lecturas o relecturas. Recuerden la idea de Umberto Eco: «la ciencia ficción buena es científicamente interesante no porque hable de prodigios tecnológicos –y podría incluso no hablar de ellos–, sino porque se propone como juego narrativo sobre la propia esencia de toda ciencia; es decir, su conjeturabilidad6.» Después de todo: ¿habrá algo mejor que un género que piensa las implicaciones de la tecnología para desnaturalizar la cultura, emanciparnos de sus prejuicios y enaltecer su humanidad?

Notas

1- Término común de CF para referirse al viaje a través del hiperespacio, a velocidad mayor que la de la luz.

2- Ver más en Portales Machado, Yasmín Silvia, «En busca de Estraven I. Sobre el sentido de la especulación feminista en las historias de ciencia ficción» en Cubaliteraria, 19 de julio de 2010. URL: http://www.cubaliteraria.cu/articulo.php?idarticulo=11763&idseccion=25.

3- Para más información ver Yoss, La quinta dimensión de la literatura. Reflexiones sobre la ciencia ficción en Cuba y el mundo. La Habana: Letras Cubanas, 2012, pp 81-83.

4- Neologismo del inglés antónimo de «secuela». Término común respecto a las sagas de CF o fantasía que se desarrollan en varios libros o filmes, pero que no aparecen en orden cronológico. Como «La Guerra de las Galaxias», las primeras películas son las partes 4,5 y 6, en el siglo XXI aparecieron la 1, 2 y 3.

5- Yoss, ob. cit.,pp. 125-143.

6- «Los mundos de la ciencia ficción» en Los desafíos de la ficción, Eduardo Heras León. La Habana: Gente Nueva. 2002, p. 1258.

 

2 comentarios

  1. Lástima que la autora de este artículo tuviera una lectura tan plana de Salomé, de Elaine Vilar Madruga un libro excelente y lo menos cercano a lo patriarcal que he leído.
    Bueno, opiniones hay muchas. Se necesitaría mayores argumentos que dos enunciaciones subjetivas para fundamentar la visión de la periodista.

  2. Hola, si mal no recuerdo, su artículo era sobre la sexualidad, en el caso de Elaine Vilar (no me he leído todas las obras de los demás autores mencionados por usted mencionadas en este artículo) usted fue muy superficial respecto al tema de la sexualidad o al papel de la mujer. Se enfocó más en hacer una mala reseña (por su interpretación) a estos libros y solo mencionar de vez en cuando el verdadero tema de su trabajo. Realmente debió realizar un análisis más profundo a la obra de Elaine Vilar Madruga para realizar este trabajo, o simplemente para usar sus textos. Le voy a mostrar algunos errores que cometió en su artículo.
    Empecemos por:
    Al límite de los Olivos
    Usted dice en su artículo: y Atti, que acepta la violación de su hermano como la vía para construir una familia
    Más errado no puede ser esta afirmación. Ella estaba enamorada de su hermano y él de ella. Ambos se amaban. Recuerde que en el libro, ellos estaban en una sociedad destruida por la guerra. La idea de ella no era construir una familia, en ningún momento la autora lo dice; simplemente ella lucha por salvarla: mientras Vlad quiere entregar al niño por el miedo a la crianza, ella lucha por salvar a su hijo. Siempre tuvo fe en ellos y el valor para afrontar la maternidad.
    La traición también tiene rostro femenino, se llama Alsion
    Estaban en una guerra, ¿cuántos soldados hechos prisioneros no han hablado en esas circunstancias? No tiene que ver si es mujer o no, no tiene nada de patriarcal esa historia, no tiene nada de discriminatorio que Alsion, una mujer, sea la que habló ante las torturas. Si hubiera sido hombre también hubiera traicionado. Si hubiera sido hombre ¿la llamarías feminista? ¿Eso es bueno? Además, recuerde que en una guerra tanto hombres como mujeres ceden ante las torturas.
    En este mundo cruel, que solo premia la dureza, Elaine solo concibe hombres que son duros proveedores y mujeres que renuncian a su autonomía y viven –o tratan de vivir– en sintonía con un varón que las valide.
    De ese modo piensan Lena, que sigue a Liem a pesar de que viene del futuro y tiene certeza de la derrota, «pero jamás impuso su criterio. Lo seguía a él como líder y amante»
    No entiendo cómo la autora de este artículo puede decir que: Elaine solo concibe hombres que son duros proveedores y mujeres que renuncian a su autonomía y viven –o tratan de vivir– en sintonía con un varón que las valide. “Cuando la propia Lena y cito al libro: Sobrevivió al espanto. Así pues, la venganza se abrió paso en su conciencia con la fuerza de quien no tiene nada que perder.
    Al final, la huida le resultó demasiado simple…”
    Como se puede apreciar, Lena no era la mujer que se describe en el artículo, al contrario, es una luchadora y una sobreviviente. Otro error en el artículo es decir que Lena viene del futuro (si es que es a Lena a quien se refiere en la cita, ya que la sintaxis está confusa: De ese modo piensan Lena, que sigue a Liem a pesar de que viene del futuro y tiene certeza de la derrota,) Ella viene de una realidad paralela (o al menos eso creía ella), y aunque sepa que en la otra realidad terminan perdiendo o destruidos, vale la pena luchar e intentar cambiar el futuro. Pienso lo mismo que ellas (Lena y Elaine) al respecto. Cita del libro: “…vivía para ayudar a su hombre a reconstruir aquel espacio infinitamente similar al suyo, aunque comprendía que la causa estaba perdida.
    …formaban parte de los ilusos que enfrentaban a las patrullas, atrincherados en las calles con armas francamente inservibles. Ella conocía la importancia de las horas pero jamás impuso su criterio. Lo seguía a él como líder y amante. Confiaba en la suerte que la había salvado de peligros mayores…”
    Como se ve, ella no es una sumisa. Ni tampoco ha renunciado a su autonomía. Es simplemente una mujer que lucha por su futuro y sus ideas al lado de su amante y compañero de vida. Ella ya estaba luchando desde su realidad alternativa, ahora en la de él, continúa luchando, tratando de vencer o convencer a Liem de irse de ese lugar cuando ya no les quedaba tiempo y su mundo se destruiría. Ella nunca se rindió. Papel más fuerte de mujer, no creo que se halle en el libro.
    La educación sentimental de todas ellas se resume en Elena, que lleva toda la vida esperando a un amante intuido en sueños. Le verá por un instante para confirmar su existencia, verle partir a la lucha y seguir esperando.

    No veo nada malo en la relación (si es que se le puede llamar así) entre Elena y el Ildiar. Se comunicaban mediante los llamados a través de las estrellas sin nombre, pero en la realidad ella encontró a un hombre de verdad y se enamoró. Fue feliz mientras él vivió. A fin de cuentas el Ildiar era solo una intuición, una voz en su cabeza. Él lo entendió cuando ella le dijo que había amado a otro hombre. Se ve sobre todo cuando él le dice, y cito al libro: “…este lazo que nos ata quedará cortado por el destino y el tiempo. Se necesita valor para enfrentar la muerte. El amor es una deuda hacia el ser querido, es el sacrificio enorme del alma…”

    Él se refería a lo que ambos amaban realmente, ella a su esposo y él a su lucha por la humanidad, por cambiar la historia. Más claro no puede estar. Por eso él se va a continuar su lucha, y ella se queda y sonríe por primera vez en mucho tiempo, porque sabe que no va a añorarlo.

    Promesas de la Tierra Rota
    Río Arriba, comunidad de cazadores y agricultores
    En Promesas de la Tierra Rota la escritora de este artículo menciona que en ningún momento la autora es capaz de explicar la naturaleza de los dragones. No sé a qué se refiere con este comentario ¿a qué hacen los dragones con los niños? ¿Dónde nacen y para qué? ¿Cuánto viven? Realmente todas estas preguntas, y otras más, están respondidas en el libro de forma muy clara. Y cito fragmentos del libro:
    “…Promesas, vine a hacerte promesas…
    …¿Me harás promesas? —le preguntó la mujer, intentando no parecer nerviosa—. ¿Lo cuidarás y vigilarás? ¿Serás madre, padre y amigo para él? ¿Lo harás inteligente y me lo devolverás cuando se cumpla el plazo?
    —Yo prometo…
    …Hacia adelante, y mucho más lejos aún, la montaña Uzurra, donde los dragones duermen, esperando a ser invocados.”
    Si lo que pedía era que se diera una tesis sobre dragones, me parece que sería otro libro el que se debiera escribir y no Promesas de la Tierra Rota. Si lo que quiere es eso, le puedo dar algunos links de sitios en internet donde describen más características de dragones, pero seguro que no de los MilOjos Escamas.
    Queda claro, desde el inicio, el papel subalterno de las mujeres, educadas como reproductoras e impedidas de acceder al poder
    En este caso, también Yasmín Portales (la autora del artículo) se equivocó y parece que no leyó bien. En ningún momento Elaine Vilar hace esa aclaración. Solamente en una parte dice que los asuntos de la maternidad eran exclusivos de las mujeres y que los hombres no tenían permitido ir a la Cueva del Rito. Pero a pesar de eso, cuando la mujer va a entregar al hijo al dragón, siempre un hombre va con ellas para darle música al dragón. La conformación de la sociedad de Río Arriba, nunca se describe así como Yasmín Portales pone en su artículo, eso no hace falta para la historia en absoluto. No entiendo dónde ella vio eso. Además, las mujeres, se ve claro en la novela, no solo son las parteras, también son cazadoras y recolectoras igual que los hombres. En el texto también se nota que la mujer tiene un papel predominante en la sociedad de Río Arriba, así que si tuviera que clasificar a esa comunidad, esta fuera matriarcal.

    En el caso de la ciudad numeraria número 1, están esclavizadas
    No exactamente así como dice Yasmín, no todas las mujeres están esclavizadas, eran solo una veintena de ellas. Incluso, la llamada Reina, solo la llevaron para allá una vez que su padre murió. ¿Quién sabe cuáles eran sus condiciones antes de llegar al nido? En esa sociedad post-apocalíptica, como en tantas otras, siempre las máquinas o los humanos buscan formas de crear humanos para que peleen en la guerra. Quién sino mujeres pueden dar a la luz. Ese es el aporte que ellas voluntaria y conscientemente de lo que hacen y para qué. Dígame, Yasmín, ¿qué esclava puede pedir lo que desee y se lo conceden? ¿A cuál de ellas se le puede llamar Reina por sobre las demás? Esa es la sociedad donde ellas están viviendo, así es el worldbuilding que Elaine Vilar creó. Pero aclaro que no son todas las mujeres las que están en esa condición, solo una veintena en toda la ciudad.

    Salomé
    El libro incluye inconsistencias inadmisibles: se domina el salto hiperespacial1, pero no se puede curar la úlcera, administrar anestesia o cerrar heridas por cauterización.
    Esta afirmación de Yasmín Portales no es cierta tampoco. En la corte de Sonner II Ilgrim si existía la anestesia, la cauterización y el cierre de heridas. Bien se ve cuando Elaine pone en su noveleta: Unas horas después, los medcs me drogaban con una mezcla de polvos y aceites que me hicieron perder la noción del tiempo (anestesias). Cortaron mi raíz con sutileza y lentitud, cuidando de no romper ningún conducto o perforar una vena vital (cirugía). Sobreviví. Cuando desperté mutilado, el dolor se me subió a la cabeza cual patada de caballo gigante.
    …y cojeando, retorné al cuarto de Ero. Las vendas que cubrían mi entrepierna eran un amasijo de sangre y sudor.
    Ahí se muestra todo, solo en ese fragmento, claro que no con las palabras exactas, pero se entiende que cuando operan a alguien, sobre todo ese tipo de operación quirúrgica, hay que cauterizar las heridas. ¿Qué pide la autora del artículo? ¿Qué Elaine describiera paso por paso la operación? Eso es absurdo pedirlo. El que sangraran los vendajes de Yay y que le doliera, es lo más normal del mundo. Díganme de un recién operado que no le duela la operación acabado de irse la anestesia, o que no se abran los puntos si comete la locura que él hizo al levantarse y caminar. Imagínenselo nada más. Es simple sentido común.
    Respecto a las úlceras, si se “leyó bien el libro” se fijará que no son úlceras comunes y cito al libro: …y que solo el destino pudo apartar la bala de neomicrón que estaba dirigida al pecho de Arrlen. La herida en el brazo se convirtió en uina tumefacción azul que, por días, pareció ser el Mal de Nake o la gangrena. Los medcs lo libraron de una amputación que ya parecía segura…
    …Supe también que el mal que casi destruye la diestra de Arrlen no fue provocado por los disparos de una bala de neomicrón, sino la mordida de una de aquellas serpes…
    Como se ve en el texto, no fue una úlcera normal la que tenía Arrlen, sino una provocada por la mordida de la Serpe de arena, que anteriormente se pensaba que era un disparo. Se sabe que lo principal para tratar un padecer es tener un diagnóstico certero. Un medicamento mal aplicado puede provocar efectos adversos. Si a eso le suma que la mordida fue de un ser alienígena, es totalmente comprensible que pasen trabajo en curar la úlcera. Y recuerde que aún en ese mundo desarrollado existían enfermedades incurables. En nuestro mundo aún las hay y ya rompemos la barrera del sonido y viajamos al espacio.
    Ero, sobrino del emperador Sonner II y Comendador de Vilda, vive torturado por la cobardía que le impide confesar su amor a Yayne, que le costaría todo. Los dos han internalizado la homofobia de tal modo que solo perciben sus sentimientos con culpabilidad.
    Yayne-yw es un eunuco, ex–amante, consejero y amigo de Ero Antipas Ilgrim, se sometió a la castración para acompañarle a Vilda; es el único que muestra alguna resistencia a Salomé

    No entiendo por qué la autora del artículo, Yasmín Portales, piensa de esta manera. El mismo Ero lo confiesa en la novela, y cito: “Sí, Salomé, claro que amé a Yay. No tienes que preguntármelo con los ojos. Tenía que amarlo y así lo hice durante años, incluso cuando el placer había muerto entre nosotros”…
    Ellos nunca interiorizaron la homofobia de manera que se sintieran culpables. Jamás. Es cierto que a Ero le costaría todo, sobre todo al estar tan cerca del trono. Y cito al libro: “No quiero ser un marcado, Yay. ¿Es tan difícil de entender?”
    Es lógico que temiera. Además, él era de sangre real. ¿Cuántas historias reales (no como esta ficción que narra Elaine Vilar) hay por ahí donde una persona, hombre o mujer, de la realeza o nobleza, rechaza a un plebeyo o gente común por tal de evitar un “escándalo” que lo perjudicara? Hay miles. Pues esta es algo parecido, y lo dice claramente el texto: “No olvides que llevas mi sangre, Ero. Cualquiera de tus movimientos puede embarrar de mierda mi apellido.”
    Pero nunca sintió culpa de lo que sentía por Yay, si de algo podía sentirse culpable era de la castración de este. Yay, tampoco se siente culpable de sentir amor por Ero, al contrario, su propia mutilación, ante la petición de Ero, demuestra hasta donde llegaría por su amor. También al viajar a Vilda y convertirse solo en su mano derecha.
    Podrían los dos sentirse culpable de cualquier cosa, pero no de sus sentimientos.
    ¿Cuál es la necesidad dramática de esta pareja? El rol de mediador de Yayne podría ser asignado a una mujer, pero como Vilar Madruga no puede presentar a una mujer empoderada, introduce al eunuco.
    La respuesta a esta pregunta es simple, a mi entender, si la autora de la novela hubiera puesto a una mujer en lugar de un hombre, se le caería la historia por el elemento del tabú, ya que según como el texto dice: “El placer entre amantes del mismo sexo no era cosa extraña. Nadie veía con malos ojos que dos adolescentes descubrieran con las manos y la boca —jamás penetración— lo que reservaba la carne para el placer del matrimonio con la primera mujer.”
    Además si se hubiera puesto al conflicto heredero al trono – plebeya, no sería algo original, ya que ese conflicto ha sido escrito miles de veces a lo largo de la historia. Me parece mucho más impactante y conflictual, el asunto de la homosexualidad entre ellos, amén de que pueda haber sucedido en la vida real también. No se debe a que la autora no pueda poner a una “mujer con posición empoderada”, nada que ver. Estamos acostumbrados a ver a Elaine Vilar poniendo a la mujer en lugares así. Para colmo tiene otro libro que se llama: La Hembra Alfa. ¿Qué mejor lugar para una mujer que ser la Alfa?
    Otra cosa, no está bien en algún crítico, o persona que le haga una crítica a un texto, decir cómo hubiera quedado mejor algún libro, o cómo lo hubiera escrito. Si la autora de estos libros, que Yasmín Portales menciona, hiciera lo que se le sugiere, entonces no serían sus libros, sino los de Yasmín Portales.
    Y sí lo veo imprescindible para el desarrollo del conflicto, por lo ante dicho, la historia no sería igual si no fuera entre Yay y Ero, o sea, entre dos hombres. Esto lleva también a que Sonner lo mandara a Vilda como comendador y le prohibiera llevarse a Yay. Si no fuera así, Ero no hubiera conocido a Salomé. Y es un error suyo, Yasmín, decir que: pues ese amor ya terminó cuando Salomé aparece, hace décadas que son amigos y lo que destruye la criatura es esa amistad. El amor de ellos no había acabado cuando llegaron a Vilda, no exactamente, aunque el sexo había cesado entre ellos, no así el amor. Nunca se dice pero se sobreentiende en sus diálogos, comportamientos y sacrificios. Además, Salomé a quien destruye es a Eros, no a la relación directamente, va mucho más allá de eso.
    Generalizando un poco, no creo que por una forma de escribir un texto, de cualquier autor, se le pueda psicoanalizar o decir si es homofóbico o no, mucho menos si no se le conoce personalmente. Eso pudiera traerles problemas (al acusado como al acusador) por falsas acusaciones. ¿En qué parte Elaine Vilar Madruga dice que no piensa que sus personajes sean lo suficientemente valientes para resistir la adversidad? Según leí y recuerdo, Yay se castró para poder estar con Eros, créame que eso es el mayor sacrificio y prueba de amor que podría hacer cualquier hombre por su pareja amada. Y Eros, aguantó los castigos físicos aplicados por Sonner, y las torturas o burlas psicológicas de toda la corte y sus subordinados. Además que le fue a la contraria a su rey y a todo el mundo a llevarse a Yay a Vilda, y además, ponerlo como mano derecha. Hizo caso omiso a todo lo que podrían hablar de ellos. Eso es valor y resistir, enfrentarse y vencer a las adversidades. O sea, nada de elección homofóbica en su texto ni en su personalidad, se lo puedo asegurar yo que la conozco muy bien. Y por cierto, si lo que usted dijo fuera verdad y ellos no tuvieran la fortaleza que tienen, tampoco fuera una elección homofóbica, sino, simplemente la elección de la autora de caracterizar a sus personajes. Nuevamente, no creo que usted ni nadie son las personas indicadas para decirle a un autor cómo debían escribir sus textos y caracterizar a sus personajes. Otro punto que me pareció flojo fue el de la interpretación suya de los libros por usted señalados. Si veo bien, creo que se equivocó totalmente en todo lo que dijo sobre los libros de Elaine Vilar Madruga. Me parece que antes de hacer una crítica sobre un autor debe primero leerse bien los libros, interiorizarlos bien y luego de un amplio estudio hacer su trabajo. Bien hecho, esto, no hubiera cometido tantos errores.
    Hablando de todo un poco ¿usted es sicóloga? Porque en la parte en la que dice: Pero la autora no les imagina lo suficientemente valientes como para resistir la adversidad y esa es una elección homofóbica. Una amiga mía que es psicóloga, (master por cierto) dice que allí no hay ninguna muestra de elección homofóbica.
    Tampoco se puede catalogar a un artista por su obra, si un pintor pinta una matanza ¿es un asesino o psicópata? Si un escritor escribe sobre hombres gays ¿es homosexual u homofóbico? Tampoco la obra de un artista se puede etiquetar de la misma manera. El arte es muy diverso y más en la escritura donde se crean tantos mundos, personajes y culturas diferentes.
    Otra cosa que me molestó del artículo es que se cogió a tres obras totalmente diferentes y se las categorizó como patriarcales o machistas, mientras que a las otras obras de otros escritores como feministas. Si estamos hablando de igualdad entre el hombre y la mujer, no creo que sea bueno etiquetar de esa manera, ninguna de las dos clasificaciones son buenas en ese sentido. Igualdad significa que seamos iguales.

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