Violencia en parejas lésbicas: de eso no se habla, pero existe

Ausencia de estadísticas, escasas investigaciones, falta de espacios especializados y prejuicios lesbofóbicos cubren de silencio la violencia al interior de las parejas lésbicas. Sin embargo, experiencias de vida y puntuales estudios cualitativos han demostrado que existe. Para hablar de sus manifestaciones, causas y posibles acciones para enfrentar este tipo de maltrato, SEMlac reunió tres voces: Argelia Fellove, activista y coordinadora del proyecto AfroDiverso; Laritza Pérez Rodríguez, psicóloga y activista por los derechos de las mujeres lesbianas y Delia Rosa Suárez Socarrás, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

¿Existe violencia de género en las relaciones de parejas lésbicas?

Argelia Fellove: Sí, existe y desde hace mucho tiempo. Lo he constatado porque yo he sido víctima y he sufrido ese tipo de violencia, tanto física, como verbal y moral.

En muchas ocasiones no se denuncia porque no es “creíble”, no se supone que una mujer te maltrate. Existen mujeres dominadas, mujeres que prostituyen a sus parejas, que las maltratan físicamente y la mujer sigue ahí y no denuncia.

La violencia de género está en todas partes: la sufre la mujer travesti, la homosexual, la mujer trans. Por eso creo que se debe abundar más en este tema, para tener herramientas y vías para la denuncia y que esta denuncia sea creíble y efectiva.

Delia Rosa Suárez: Si, desafortunadamente. Varias investigaciones a nivel nacional e internacional han dado cuenta de la violencia de género al interior de diadas de mujeres lesbianas. En informes regionales que se han realizado sobre violencia hacia personas LGBT también consta la existencia de este tipo de violencia.

Desgraciadamente, a nivel de estadísticas no me consta que exista información en Cuba y a nivel internacional es muy, muy escasa. De hecho, una de las dificultades de cara a visibilizar la violencia en parejas de mujeres lesbianas son los pocos datos públicos que existen y que excedan el ámbito de la investigación, para aparecen en encuestas y datos nacionales.

Laritza Pérez: Históricamente, los estereotipos de género han creado mitos acerca de qué personas pueden ser víctimas y quiénes victimarios al interior de las relaciones de pareja. Esta visión heteronormativa ha condicionado el cómo se ve, estudia, reporta y trata la violencia que se origina en las parejas de mujeres lesbianas. Desde el activismo, las mujeres lesbianas hemos intentado visibilizar las dinámicas violentas que pueden existir (y existen) en nuestras relaciones de pareja. Para ello, hemos asumido la categoría violencia intragénero, ya que la violencia de género lleva implícito un factor sexista.

Cuba adolece de investigaciones que hablen acerca de esta problemática, así como de cualquier otra que explore nuestras realidades. Aun así, las investigaciones consultadas refieren que existen manifestaciones de violencia en las parejas de mujeres que aman a otras mujeres. Dichas manifestaciones suelen estar naturalizadas y, en consecuencia, las mujeres no llegan a denunciar.

¿Cuáles son sus manifestaciones más frecuentes? 

AF: Entre las formas de maltrato más frecuentes está atacar la autoestima de la pareja con maltrato verbal y frases como: tu no sirves, no vales nada, no haces nada bien, debes vestirte mejor y ser más femenina, debes cumplir los roles asociados a las mujeres en el ámbito familiar y en el grupo de las amistades.

DRS: Lo que he podido sistematizar ha sido a partir de investigaciones que abordan la violencia en parejas de mujeres lesbianas y lo que ha emergido en espacios de socialización de la Red Nacional de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de Cuba, ya sea en sus talleres nacionales o en otros escenarios donde se vinculan con grupos de activismo social por los derechos sexuales. Hemos podido constatar que las formas de violencia más frecuentes son las vinculadas a lo psicológico y lo patrimonial.

Hay una presencia del maltrato psicológico, no diría elevada porque los estudios que existen son cualitativos y no permiten abarcar en profundidad su alcance; pero en estos encuentros lo más común es la denuncia de violencias psicológicas en forma de amenazas e insultos que tienden a minimizar a la persona de la diada que está recibiendo la violencia.

En el orden patrimonial, los lazos de dependencia que se establecen condicionan que emerjan violencias de tipo económica, como privar de recursos económicos para la adquisición de algunos bienes o insumos o utilizar el poder económico como amenaza de limitar la manutención.

Estas violencias muchas veces se ejercen para mantener el vínculo en el tiempo; lejos de mantener un vínculo saludable, se mantiene uno de dependencia. 

LP: La violencia intragénero se expresa de manera similar a la violencia de género. Se pueden encontrar manifestaciones de violencia psicológica, violencia física, violencia sexual y violencia económica. A estas se suman tipos de abuso específicos. El outing forzoso consiste en revelar la orientación sexual de una persona sin su consentimiento, o amenazar constantemente a la persona con hacerlo. Por su parte, los abusos sobre la identidad sexual[i] ocurren cuando una de las integrantes de la pareja hace frecuentemente comentarios lesbofóbicos a la otra. También se utilizan para hacer sentir a la otra persona que no es lesbiana (o bisexual) realmente.

Debido a las particularidades de las poblaciones LGBTQ, los gobiernos y las instituciones académicas prefieren obviar nuestras realidades, por lo cual resulta imposible generalizar ningún resultado. A grandes rasgos, podemos decir que la mayoría de las investigaciones realizadas refieren que la manifestación de violencia más frecuente entre mujeres lesbianas es la violencia psicológica. Una investigación[ii] llevada a cabo en 2018, en Santa Clara, tuvo resultados similares, siendo las acusaciones de infidelidad, los celos y los gritos las manifestaciones más usuales.

¿Cómo abordar esta problemática, crees que es suficientemente visibilizada?

AF: Quienes trabajamos constantemente en la comunidad siempre hacemos énfasis en esto porque no se visibiliza el maltrato entre mujeres lesbianas, ni entre mujeres heterosexuales. Ya entre mujeres lesbianas es mucho más peyorativo, por todos los esteriotipos y etiquetas que ponen a las mujeres lesbianas desde el imaginario lesbofóbico.

Yo hice una investigación y realmente existe mucha violencia contra las mujeres lesbianas, desde la pareja y la familia, pero está invisibilizada. 

DRS: Ni remotamente creo que esté suficientemente visibilizada; por el contrario, creo que está altamente silenciada y muchas veces queda bajo el nomen de las violencias intragénero y esto hace que se pierda potencia a la hora de tomar acción sobre las violencias, no solo en las diadas de mujeres lesbianas sino de manera general en aquellas que experimentan las personas LGBTIQ, o en los vínculos donde al menos una persona se reconoce con una orientación sexual o identidad de género no heteronormativa.

Por eso creo que darle visibilidad es una de las principales acciones para, a posteriori, poder abordarla con mecanismos, herramientas o intervenciones que sean lo más efectivas posible. 

LP: Precisamente, es la invisibilidad de esta problemática la que hace que las mujeres lesbianas nos encontremos tan desamparadas.

En nuestro país, las campañas que se realizan en pos de erradicar la violencia de género se centran en la violencia que perpetran los hombres sobre las mujeres heterosexuales. Escasamente se mencionan nuestras relaciones de pareja. Las niñas/adolescentes/y mujeres que crecemos viendo (solo) este mensaje, sentimos que estamos libres de tal peligro y, frecuentemente, asumimos que nuestras vivencias, aunque tengan similitudes, no pueden ser consideradas “verdaderamente” violentas. Por lo anterior, considero imprescindible la implementación de programas y medidas de prevención, intervención y sensibilización. También apremia que se comience a aplicar el ya aprobado programa de educación integral en sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos en el sistema nacional de educación.

Las mujeres que logramos tener una conciencia crítica acerca de nuestras relaciones y decidimos buscar ayuda, debemos enfrentarnos a otras dificultades. No perdamos de vista que es usual que las mujeres lesbianas contemos con una reducida red de apoyo, en la que no siempre se encuentra nuestra familia de origen. Hablar acerca de este tema con alguien más constituye un acto de vulnerabilidad extrema, no solo porque estás compartiendo las intimidades de tu relación de pareja, sino porque en este proceso estás reconociendo que tu pareja es una mujer. Es por esta razón que muchas mujeres, avergonzadas o con miedo a ser nuevamente maltratadas, no hablan del tema. A raíz de la falta de espacios seguros, resalto la vital importancia de crear servicios de atención a las víctimas, con un carácter especializado.

Otro asunto pendiente es que en nuestro país no hay leyes que recojan este tipo de violencia. Cuando finalmente lleguemos al momento en que se reconozcan legalmente nuestras relaciones de pareja, asumo que podamos denunciar como violencia doméstica; pero, como pasa con la violencia de género, considero que la violencia intragénero necesita medidas específicas y marcos concretos. Todo esto sin olvidar la consecuente capacitación y sensibilización de los agentes del orden público, que son quienes hoy más nos vulneran.

¿Qué hacer para construir relaciones libres de violencia de género? 

AF: Lo importante es la comunicación, las parejas deben tener buena comunicación y las herramientas necesarias para negociar, para que haya horizontalidad en las relaciones de pareja. Es muy difícil lograrlo, porque hay personas que están muy estresadas por el tema económico, por el cuidado de hijas e hijos, porque no tienen dónde vivir y un grupo de cosas que atentan. Pero se puede lograr una relación de pareja sin violencia, desde la comunicación. También hacer talleres y charlas educativas en las comunidades, como hacemos desde AfroDiverso. Es importante empoderarse, superarse y tener una autonomía económica. 

DRS: Creo que es fundamental proveer de un acceso de calidad a la educación integral de la sexualidad, que permita identificar cuándo se está en presencia de prácticas violentas a lo interno de las relaciones. Y luego pasar de esa identificación a poder abordarla, ya sea de manera directa o buscando los recursos legales, sociales y comunitarios para poder enfrentar esta situación.

Por otro lado, hay que deconstruir en la mayor cantidad de plataformas posibles —y estoy pensando en la educación, en el trabajo comunitario y en los medios de comunicación— esa idea que naturaliza las violencias a lo interno de la pareja y que muchas veces se conecta con una romantización de la misma violencia.

Esto es vital no solo para la violencia que se da al interior de las parejas lesbianas, sino para todas las violencias.

Además, están los recursos legales y procedimentales que a nivel de país se puedan articular para fortalecer esa política de tolerancia cero a la violencia y que tienen que llegar también a esas que ocurren en el ámbito más íntimo; no pueden solo estar dirigidas a aquellas que son estructurales, simbólicas o fuera del ámbito íntimo e intersubjetivo.

Creo que también, desde los espacios de acompañamiento, de orientación a las víctimas y espacios psicoterapéuticos, tiene que abandonarse el paradigma que asume que la violencia de género solo ocurre en relaciones de pareja heterosexuales.

Si no movemos ese mito, menos personas con sexualidades no hegemónicas acudirán a los servicios con los que cuenta el país para la atención y la rehabilitación a víctimas y sobrevivientes.

Por otro lado, es necesario mantener una producción científica sistemática sobre el tema, pues ello contribuirá a que se generen nuevos mecanismos y estrategias para abordarlas. 

LP: Es imprescindible desaprender todo lo aprendido. Desechar las “verdades” que se nos venden, que a la larga —o a la corta— no son más que cadenas. Debemos comprender el papel que jugamos en este “desorden” dado. Cuestionar cuáles son nuestros privilegios y qué usos les damos. Este sistema violento y de explotación  lo estamos sosteniendo entre todas/todes/todos. No puede haber relaciones de pareja libres de violencia mientras exista patriarcado, transfobia, racismo o capitalismo. Ciertamente, no nos corresponde obligar a los demás a cambiar, pero sí ser conscientes de que nuestro cambio personal puede inclinar la balanza. En la medida en la que seamos capaces de reconectar con nosotras mismas, seremos capaces de mantener vínculos enriquecedores con las demás. 

[i] Este tipo de abuso se relaciona con la lesbofobia interiorizada, un factor vinculado con la violencia intragénero.

[ii] Perez, L. (2018). Expresiones de la violencia en relaciones de pareja de mujeres lesbianas en Santa Clara [Tesis de Pregrado, Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas]. Repositorio Institucional de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas (UCLV). https://dspace.uclv.edu.cu/handle/123456789/12944

2 comentarios

  1. Si existen y varios tipos de violencia entre parejas lésbicas. Se manifiestan como bien dicen; desde el silencio hasta la agresión física. Y si hay subregistro d la información porque estas ocurren de forma silenciosa y soterrada bien por la pareja o la familia, centro laboral etc.

  2. Hola, gracias por el articulo y la investigación.
    Existe mucha violencia entre parejas lesbianas, y la invisivilización de la posibilidad que existan estas violencias es nuestro mayor factor de riesgo. Como bien ustedes exponen… dentro de la cultura patriarcal no se espera que entremujeres allá violencia. Y por otro lado, si es que ocurre se asume que la mujer que tiene más características masculinas es la agresora… Ufff!!! tremenda trampa… Las mujeres agresoras por lo general tienen un perfil pasivo-agresivo y en extremo son narcisitas, manipuladoras y controladoras, por lo que saben perfectamente como quedar como las victimas siendo ellas las agresoras… Ocurren otros fenómenos de violencia y no son comparables a la violencia de género heterosexual… Por ejemplo… mi expareja me decía que yo me comportaba como macho agresor marcando territorio… y que me tenía miedo… Yo soy mujer, y esos comentarios de ella me sensibilizaban profundamente, porque todas las mujeres comprendemos que es un macho agresor ya que hemos sido victimas de esas formas… Mi ex pareja que me trataba de esa forma primero obviaba mi identidad de género, segundo mostraba nulos sentimientos de empatía, tercero me hacía revivir recuerdos y dolores de violencias machistas sufridas y cuarto me hacía sentir culpable por hacerla sentir así… Con este ejemplo quiero visibilizar que las formas de violencia entre mujeres son profundas y generan heridas emocionales difíciles de sanar y borrar, y que urge hablar de estos temas y situaciones que afectan a toda la comunidad lgtbq+

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