Adolescentes y jóvenes en las encrucijadas de la sexualidad

Nacieron en plena modernidad, han dejado atrás tabúes y prejuicios y viven los tiempos turbulentos del VIH, el virus causante del sida, pero ello no les garantiza una práctica sexual más segura, informada y responsable.

Adolescentes y jóvenes de esta isla del Caribe conforman un grupo amplio y heterogéneo entre los 10 y 24 años, constituyen el 20 por ciento de la población del país de 11,2 millones de habitantes, y aproximadamente 75 por ciento habita en zonas urbanas.

En gran medida estudian o trabajan, pero también hay quienes no lo hacen y tampoco es despreciable el número que se mueve dentro del país o emigra al exterior.

De cualquier modo, conforman también un segmento que, a juicio de expertos y especialistas, demanda atenciones especiales, en particular respecto a la  práctica de su sexualidad y los riesgos que conlleva para su salud reproductiva y sus planes de vida.
“Lo que debemos evitar no es el aborto, sino el embarazo indeseado”, subraya el médico ginecobstetra Nelly Salomón Avich, director del Hogar Materno del municipio Diez de Octubre, localidad entre las de mayor densidad de población en la capital cubana.
El tema de la sexualidad en la adolescencia fue ampliamente debatido el pasado 2 de febrero en el ya habitual espacio Letra con Vida, que promueve el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en La Habana.
Aunque Cuba exhibe una de las tasas de fecundidad general más bajas de América Latina y el Caribe, ese indicador general es superado en algunos grupos de edades específicas, como las jóvenes entre 15 y 24 años, de acuerdo con datos oficiales.
“Llegó un momento en que la fecundidad entre 15 y 19 años era tan alta como la de 20 a 24 años de edad, donde tiene lugar la de cúspide más elevada”, comentó la doctora Luisa Álvarez, demógrafa, profesora, investigadora del Centro para los estudios en reproducción humana de la Organización Mundial de la Salud en La Habana y una de las ponentes en la mesa de debate.
Si bien el uso de anticonceptivos se inicia como promedio a los 18 años, según la Encuesta Nacional de Fecundidad de 2009, la edad promedio en que hombres y mujeres tienen su primera relación sexual es a los 17 y 16 años, respectivamente.
De modo que adolescentes y jóvenes inician su vida sexual sin ninguna protección, sometidos al riesgo de embarazos, lo que es consecuente con la fecundidad adolescente y las cifras de abortos que se registran en esas edades.
El embarazo indeseado, la recurrencia al aborto, la gestación temprana y el consecuente abandono de los estudios, las infecciones de transmisión sexual, el inicio temprano de relaciones sexuales y el cambio frecuente de parejas están presentes en las vidas de adolescentes y jóvenes, a mucho mayor escala de lo esperado y deseado.
Estudios realizados entre adolescentes de la enseñanza media y citados por el médico Jorge Peláez, presidente de la Comisión Nacional de Ginecología Infanto Juvenil, dan cuenta de que la edad promedio de inicio de las relaciones sexuales es entre 14 y 15 años para los varones y entre 15 y 16 años para las muchachas.
En su libro Métodos anticonceptivos. Actualidad y perspectiva para el nuevo milenio, el especialista asegura que los partos en adolescentes representan alrededor de 12 por ciento de todos los nacimientos que se producen anualmente y que por cada cuatro abortos practicados, uno corresponde a una menor de 20 años de edad.
“El varón muchas veces ni se entera”, precisa la doctora Álvarez. “Termina siendo un problema de la muchacha y la madre de esta; no de él ni de su familia, porque no se tiene dimensión de la responsabilidad mutua de la pareja ante un embarazo”.
De acuerdo con la literatura especializada, en el inicio cada vez más temprano de las relaciones sexuales y el desarrollo de conductas sexuales y sociales de riesgo influyen variados factores, entre ellos la menarquia (primera menstruación) más precoz, la falta de educación sexual en la sociedad y la familia, así como otros determinantes económicos y sociales.
Tampoco se trata de problemas nuevos, según Álvarez. “Hay un componente histórico, de educación familiar y de personas que no se protegen”, asegura, “pero también es necesario tener en cuenta el contexto”, agrega.
Sin obviar que en estas fracturas del comportamiento han influido la independencia ganada por jóvenes y adolescentes y su separación temprana de la familia, Álvarez aboga por “acercarse, escucharles, interrelacionar” con ellas y ellos, si de verdad se quiere cambiar comportamientos negativos con efectividad.
A solo tres meses de cumplir sus 15 años de edad, Natalia Benítez asegura a SEMlac que ella tiene confianza con su mamá y le pregunta “de todo”, pero admite que no le sucede lo mismo con su papá y otros miembros de su familia, quienes apenas le hablan del asunto, o sencillamente lo evitan.
Igual reconoce que esa confianza no es una generalidad entre sus amigas y compañeros de aula, que no sienten comodidad para hablar con sus familiares sobre sexualidad. “El año pasado una niña de mi aula, en octavo grado, dejó la escuela porque salió embarazada. Ahora está viviendo en casa del novio”, relata a SEMlac.
Más allá del cuidado ante las infecciones de transmisión sexual y la prevención de los embarazos indeseados, “que son acciones muy necesarias”, la doctora Beatriz Torres, presidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el estudio de la Sexualidad (Socumes) es partidaria de hacer “no solo protección de salud, sino también desde el punto de vista afectivo”.
En su opinión, se han perdido muchos rituales necesarios en las relaciones amorosas y de pareja, pocas veces se educa para el placer, desde los afectos,  y apenas se crean climas de confianza para tratar asuntos de interés para los jóvenes en materia de sexualidad. Se les conmina y censura, pero pocas veces se les instruye o atiende.
De acuerdo con su percepción, ha aumentado el número de adolescentes que acude a consulta en busca de ayuda, pero generalmente lo hacen cuando ya tienen un problema o dificultad que es difícil solucionar, o quedan secuelas profundas en su salud y sus vidas.
“Los motivos son variados, pero en todos los casos denotan que sigue habiendo escasa comunicación en las familias, entre los adultos y sus hijos, para hablar de sexualidad”, explica a SEMlac.
Un estudio con más de 600 adolescentes entre 15 y 19 años de edad, estudiantes de una Escuela de Formación de Técnicos Medios del municipio Plaza de la Revolución, en la capital cubana, reveló que la gran mayoría tuvo relaciones sexuales precoces.
De las muchachas, 46,9 por ciento se inició antes de los 15 años de edad, 27,8 por ciento entre los 15 y 17,  y  25,3 por ciento restante luego de los 17 años. Para el sexo masculino, las proporciones fueron del orden de 26,9 por ciento, 51,5 por ciento y 21,5 por ciento, respectivamente.
Sólo 35,8 por ciento de los adolescentes encuestados empleó algún método anticonceptivo para protegerse en su primera relación sexual, siendo el más utilizado el preservativo o condón, con 27,3 por ciento de usuarios (27,1 por ciento en el sexo femenino y 27,6 por ciento en el masculino), precisaron José Ramón Cutié, Alfredo Laffita y Marvelis Toledo, autores del estudio “Primera relación sexual en adolescentes cubanos”.
El número de compañeros sexuales encontrado, según sexo y edad, fue entre tres y seis, siendo más representativo para el sexo femenino que para el masculino.
“¿Cómo educar, dónde y para qué?”, pregunta el médico ginecobstetra Nelly Salomón Avich. “A veces creemos que nos están escuchando los jóvenes, pero no es así, porque para poder educar en el placer, hay que hacerlo en función de llegar a modificar sus actitudes, sus conductas y sentimientos”, subrayó.

 

Febrero de 2011

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