Desde el audiovisual, gritos de vida contra las violencias

El audiovisual es una herramienta clave en la denuncia y sensibilización sobre las violencias machistas. Realizadoras cubanas han asumido ese lenguaje como vía para desarrollar una obra con conciencia de género y feminista. En el caso del Proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Artivismo Social, cine y trabajo comunitario van de la mano.
Lizette Vila, fundadora e impulsora de esta iniciativa, cuenta que ya han realizado más de 50 audiovisuales relacionados con la problemática de las violencias causadas por el patriarcado y esa experiencia creativa la han asumido como actores comprometidos con la transformación social.
“La creación audiovisual nos ha permitido realizar un artivismo profundo en todo el país y ser un observatorio social activo. Desde lo individual, desde el equipo y en todos los proyectos de Palomas, apostamos por una política de paz, por una política de la ternura y por el consenso”, afirma Vila.

¿Por qué el documental para abordar la violencia de género?

Escogimos el género documental no solo porque ha sido mi elección personal como creadora, sino también porque pensamos que es el escenario donde podemos mostrar las diversas y múltiples realidades de la sociedad cubana, específicamente de las mujeres y los hombres.
El documental tiene una fuerza que se expresa desde las propias realidades y convoca a esa conciencia emotiva. Es, además, el escenario para la denuncia de violencias machistas y patriarcales.
Este camino se forjó a partir de una visión transdisciplinar, holística y multidimensional de las violencias machistas y patriarcales. A partir de investigaciones con sentido antropológico y etnográfico, hemos contado esas historias de vida, antes validadas con evidencias. Asumimos una mirada intersectorial; al principio no se trabajaba con esta conciencia, pero hoy vamos conformando nuestro discurso con el apoyo de las ciencias sociales, económicas, políticas, de la salud y otras disciplinas.
La obra de Palomas se ha formado a partir de testimonios de las personas, mayoritariamente mujeres. Ellas venían a denunciar, a pedir compañía, a ser escuchadas, y de ahí empezamos a delinear los temas y diseñar una arquitectura comunicacional. Las historias de vida son irrenunciables para poder conformar un discurso de vindicaciones y reivindicaciones, pero además de denuncias, reclamos, demandas y reparación.
El acompañamiento a personas sobrevivientes nos permitió también mostrar todos esos reclamos y sus rostros, les da mucha fortaleza a los mensajes.

Como realizadora ¿cuáles son los recursos personales y profesionales que le ayudan a abordar este problema?

Como decimos las feministas, hacer denuncias desde nuestras ideas y sentimientos se simboliza con ese grito de vida.
Creo que los recursos personales salen desde mis propias vivencias y sobrevivencias a diferentes tipos de violencia, desde ese acoso por ser feminista desde hace muchos años —hablamos de los años ochenta—, desde la descalificación de la promoción al lenguaje de género y de esa violencia estructural que sufrí y empecé a entender. Por eso Palomas promueve el concepto y la manera de vivir desde la resiliencia.
Creo que esos recursos personales me dieron fortaleza, al igual que a todo el equipo. Tenemos la conciencia, la responsabilidad y el compromiso sin límites de conformar estas denuncias con el propósito de llegar a las instituciones, a los espacios de dirección y a las políticas públicas. Hemos asumido con mucho ahínco el problema de las desigualdades, mucho más a partir de la crisis sanitaria y la pandemia.
Queremos hacer un aporte al proyecto nación, aunque sea pequeño, del sentido de civilidad que tiene el proyecto Palomas.
Aunque no me gusta dar fórmulas, considero —y el equipo creativo de producción también— que el documental que aborda las violencias tiene que tener un sentido de vida, de fuerza humana a la hora de expresar claramente y con toda emoción y responsabilidad las denuncias de sus protagonistas.
Creemos también que, desde ese consentimiento informado que dan las personas entrevistadas, mostrar sus rostros da mucha fuerza. Si no denunciamos claramente, si no expresamos nuestro dolor, el deseo del derecho humano de alcanzar una vida digna, no hay una fortaleza en el discurso comunicacional.
Las violencias machistas y patriarcales a veces son sutiles, a veces son expresas, pero no se manifiestan todas en cada protagonista. Les damos a todas las violencias el mismo carácter de desigualdad, de crueldad y respetamos el derecho de esas personas de expresarse desde sus experiencias de vida.
Pensamos también que nuestra narración, a partir de ese discurso feminista, le da una consolidación a toda la obra, porque las personas se expresan desde su voz y experiencia, pero no todas conocen el alcance y la connotación de esas desigualdades de género. Nuestro principio es que si bien el género es una categoría política, también es una categoría concreta; es decir, tiene una concurrencia en la vida de las personas de manera diferente.
Tratamos que las personas entrevistadas no basen sus respuestas en un cuestionario de preguntas; es una modulación dialogante, eso les da mucha más serenidad y confianza. En la entrevista va fuerza y sentimiento. Cuando hablo de fuerza, me refiero a esa fortaleza que significa contar lo que les pasa, como una forma de terapia personal, y que se convierte en aporte a otras personas que quizá siguen viviendo dificultades y conflictos muy parecidos. De hecho, muchas de las entrevistadas y entrevistados se han convertido en lideresas y líderes en sus comunidades.
Por otra parte, los recursos profesionales incluyen las imágenes y las bandas sonoras que, para mí, tienen un efecto muy especial por mi formación como música. Tenemos en cuenta también las presentaciones, crear esa atmosfera en la que se mezclan exposiciones de las artes plásticas, la música, la participación de artistas de reconocida aceptación y cariño. Todo esto forma parte de nuestra estrategia comunicacional, no se trata de ir a un cine fríamente a ver algo.

¿Qué es lo más difícil al trabajar las violencias machistas y patriarcales en el audiovisual?

Lo más difícil, y lo seguirá siendo, es escoger las historias de vida y los personajes, que son muchísimos. Alguien me preguntó si Palomas iba a seguir realizando sus obras audiovisuales de esta manera, desde la denuncia, la reparación. Y yo le respondí que ojalá no siguiéramos realizando este tipo de obra, pero mientras exista dolor y necesidad de reparación va a seguir existiendo el trabajo de Palomas. Para el equipo es doloroso escoger los temas, crea dudas y conflictos existenciales.

 

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