Nieves Soler es una de las muchas personas que perdió el techo de su hogar a causa del paso por Cuba de los huracanes Ike y Gustav, en la occidental provincia cubana de Pinar del Río.
Claribel Linares, también de ese territorio, tuvo menos suerte: de su casa, en el municipio de Sanguily, quedaron apenas unas tablas.
«Hemos pasado otros ciclones aquí que se han llevado tejas, árboles y hasta postes eléctricos, pero nunca había visto sonar el viento como esta vez», contó Soler a SEMlac.
Casi medio millón de viviendas dañadas, muchas de ellas totalmente aniquiladas, fue el saldo que dejó el paso de estos meteoros el pasado septiembre.
Conteos oficiales preliminares sumaron más de 444.000 casas con algún tipo de daño, fundamentalmente pérdidas parciales y totales de techo. Del total, 63.249 fueron derrumbes totales, publicó el diario Granma.
Aunque ninguna provincia escapó a la arremetida de los ciclones, los mayores daños, sobre todo en el terreno de la vivienda, se concentraron en Pinar del Río, el municipio especial Isla de la Juventud y las orientales de Holguín, Las Tunas y Camagüey.
Según declaraciones de Víctor Ramírez, presidente del Instituto Nacional de la Vivienda (INV), a la Televisión Cubana, 77 por ciento de los daños contabilizados recayó en esos cinco territorios, donde suelen abundar casas techadas con tejas de fibrocemento, madera y tejidos vegetales (palma cana).
Según las estadísticas, más de 200.000 personas quedaron sin hogar y varios cientos de miles requieren reparar los suyos.
Todavía bajo las lluvias, que se mantuvieron por varios días, a los lugares más castigados comenzaron a llegar camiones de tejas de fibrocemento que se venden a precios subsidiados en un 80 por ciento, según fuentes del INV.
Pero el tema de la seguridad de las construcciones frente a futuros eventos meteorológicos ha sido motivo de no pocos debates por estos días.
Vientos implacables, soluciones seguras
«Todavía estaba pagando los materiales que me vendieron cuando el huracán anterior me tumbó el techo y una pared», contó Soler.
No es la única persona en esa situación. El presidente del INV precisó que, desde el huracán Michelle, en noviembre de 2001, hasta la fecha, el país ha tenido más de un millón de viviendas dañadas por obra de eventos meteorológicos.
«En Cuba se sabe hacer viviendas sólidas y capaces de soportar el embate de ciclones, pero sus sistemas constructivos son caros y complejos y precisan muchos más materiales y fuerza de trabajo calificada. El costo aproximado de cada casa ronda los 10.000 dólares y harían falta muchos millones para construirlas, además de tiempo», precisó en su comparecencia televisiva.
Para Jorge Luis Rodríguez López, viceministro primero de la Construcción, el objetivo ahora es rehacer viviendas utilizando lo útil que quedó de las destruidas o dañadas, hasta que puedan darse soluciones definitivas.
En relación con la resistencia de las construcciones ante los ciclones, «la de tipología uno, con paredes de bloques o mampostería, y cubierta pesada, es la vivienda capaz de soportar tales eventos», dijo Rodríguez a la quincenal revista Bohemia.
«Pero hay que ver el asunto en dos partes: primero hay que darle solución a lo urgente, poner techos a las casas y, para eso, lo más acorde con nuestras posibilidades económicas son las tejas», precisó.
En la resistencia de las construcciones influye también la calidad del trabajo, según Rodríguez y «la calidad no es discutible; hay que insistir en exigirla», acotó.
En ese camino, varios anuncios televisivos instan a los pobladores a reconstruir sus casas con esfuerzos propios y acudir a las unidades inversionistas de la vivienda en cada localidad para recibir instrucciones acerca de la manera más segura de colocar las tejas.
Un estudio realizado por el Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (CEPIS) evalúa 33 soluciones de cubiertas más utilizadas en Cuba, tomando en consideración factores técnicos, económicos, vida útil y confort.
De las estudiadas, seleccionaron las mejores para su generalización en la isla, con lo cual se brindarán elementos a organismos y entidades rectoras, como el INV.
Para la resistencia al viento y tormentas tropicales, el estudio del CEPIS coincide con la opinión de Rodríguez, el viceministro de la Construcción: las óptimas y más resistentes fueron las losas de hormigón, ferrocemento, bóvedas de ladrillos y tejas de asbesto cemento.
En este sentido, Rodríguez informó que en 2007 se abrieron dos plantas para producir, en la capital, el centro y el oriente del país los materiales para hacer cubiertas pesadas para los techos.
«Pero esa no es aún la solución para el total de viviendas que tenemos que hacer», reconoció el funcionario.
La investigación del CESPI evaluó de regular los canalones de asbesto cemento, que son los que se distribuyen ahora a la población.
Entre otras variantes en estudio o recién introducidas, valoradas de forma positiva por el CESPI, se encuentran las llamadas petrocasas, con entrepisos pesados, que ya conforman un nuevo reparto, el Simón Bolívar, en la central provincia de Cienfuegos.
Construidas con un material derivado del petróleo y el asesoramiento técnico y material de expertos venezolanos, esos inmuebles resistieron los embates del huracán Ike a su paso por Cienfuegos.
Fuentes del Ministerio de la Construcción (MICONS) anunciaron la constitución de 70 brigadas que edificarán, cada una, no menos de un centenar de viviendas por año en los 35 municipios más azotados por los dos huracanes.
Sin embargo, especialistas y funcionarios vinculados al sector reconocen que, para garantizar las viviendas necesarias, en relativo corto tiempo, resulta vital incorporar aún más fuerza de trabajo calificada.