Viejas creencias naturalizan la violencia

Por Sara Más

Las creencias y prejuicios establecidos por el tiempo y aún vigentes en la actualidad no sólo mediatizan una comprensión realista y abarcadora del fenómeno de la violencia, sino que, a veces, la naturalizan y legitiman.
“En Cuba hay pocos esposos que agreden a las mujeres, hemos eliminado esos rasgos del pasado”, aseguró a SEMlac un joven de 28 años, técnico medio y trabajador estatal, residente en La Habana. La suya es una entre varias opiniones que, bajo absoluto anonimato, ofrecieron más de 300 personas consultadas por SEMlac en seis provincias del país. El sondeo periodístico, realizado con apoyo de la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo (Cosude), abarcó los territorios de Pinar del Río, Ciudad de La Habana, Cienfuegos, Villa Clara, Camagüey y Holguín.
De acuerdo con las respuestas más reiteradas, los mitos más enraizados en la población consultada tienen que ver con las causas que motivan este tipo de actos, entre las cuales apenas se hizo referencia a los desequilibrios de poder entre víctimas y agresores, ni a la transmisión de este tipo de relaciones en la vida familiar y social.
Para el 71 por ciento de la muestra, la responsabilidad de la violencia recae, fundamentalmente, en el consumo de drogas y alcohol. Así piensan quienes creen que este tipo de actos se desencadenan por estar involucrada la bebida.
“Lo más común es que los esposos golpeen a las mujeres; el maltrato infantil se ve poco y las bebidas alcohólicas son el principal motivo”, resumía su punto de vista un chofer de 27 años, en Cienfuegos, ciudad a más de 250 kilómetros de la capital cubana.
Mientras, poco más de la mitad (59%) comparte el criterio de que las personas que han sido maltratadas en la infancia son violentas en la adultez y un grupo similar (56%), estima que los hombres maltratan a las mujeres por machismo.
Algunas de las personas entrevistadas alegan, incluso, que ellos agreden por dinero, en referencia a los proxenetas que explotan a las mujeres que se prostituyen, y viven del pago que se agencian a cambio de favores sexuales.
Luego, en orden de prioridad, aparecen las siguientes creencias: “la violencia siempre está asociada a golpes” (46%), “los más violentos en las relaciones de pareja son los hombres” (39%), “las personas violentas son personas sin educación” (32%) y “quienes maltratan a sus hijos son enfermos mentales” (28%).
A la hora de intentar deslindar las miradas de mujeres y hombres, tanto unas como otros asocian violencia con drogas, alcohol y agresores que tienen como antecedente el haber sido maltratados durante su infancia.
Como punto de diferencia, ellas aseguran que los varones son los más violentos en las relaciones de pareja y los hombres consideran que la violencia siempre está asociada a golpes. Como dato a tener en cuenta, casi la mitad de los hombres estimó que sus semejantes “maltratan a las mujeres por machismo”.
“Lo peor es que se va haciendo tan cotidiano, que se termina aceptando y entendiendo como normal, al punto de minar las relaciones interpersonales, no sólo en la familia, sino en el trabajo y hasta en la sociedad”, comentó a SEMlac una psicóloga consultada durante el sondeo periodístico en Bayamo, a más de 700 kilómetros al este de La Habana.
Resulta relevante, entonces, que más de la mitad de la muestra respondiera que ha sido víctima de algún tipo de violencia (54, 2%) y enumerara, entre las situaciones sufridas, que les han gritado, ofendido o les han negado la palabra. En estos casos, los involucrados han sido la familia (pareja e hijos, fundamentalmente) y, en segundo lugar, compañeros de trabajo.
Las mujeres han sido las mayores víctimas de situaciones violentas, atendiendo al 59% que marcó afirmativamente a esa pregunta. Las situaciones más relatadas por las entrevistadas se vinculan a gritos, ofensas y amenazas de palabra. Como ejecutores señalaron primero a la pareja, luego a familiares (hijos y hermanos) y, por último, a las amistades.
Por su parte, un 47% de los hombres encuestados refirió haber sido víctima de situaciones violentas, como gritos y golpes, sobre todo en situaciones que se les han presentado en la calle, con amenaza de palabra o gestos. En el caso de los que marcaron “me han dejado de hablar”, especifican que ha sido su pareja.
No obstante, más de la mitad de los hombres (56%) admitió que ha sido violento alguna vez, sobre todo en situaciones entre familiares, pareja, hijos y compañeros de trabajo, pero también con vecinos.

Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu

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