Audiovisual exorciza machismo

Por Raquel Sierra / raquels@enet.cu

Un llamado a la armonía, a la convivencia y al amor,  un exorcismo al machismo, todo eso es el documental El tiempo de la cosecha. El fin de un capítulo de vida, de la cineasta Lizette Vila, presentado en La Habana.
Vila, acostumbrada a escoger para sus audiovisuales temas poco abordados de la realidad cubana,  propone esta vez la historia de seis hombres, muy diversos, quienes comparten lo más íntimo: sus dolores, miedos y hasta sus lágrimas. Un estomatólogo, un pastor bautista, un activista que apoya a personas que viven con VIH/sida, el jefe de un cuerpo de seguridad, un reconocido actor de cine y teatro y un hombre sin rostro, de 72 años, cuentan sus vidas a través de un hilo que devela los daños de una educación que ha enraizado el machismo.
“Quisimos hacer este documental con mucha responsabilidad y amor, desde las mujeres y el feminismo, para ver la otra cara de la moneda, el otro entorno”, explicó a SEMlac Vila, quien dirige el proyecto Palomas, que defiende la diversidad, la igualdad de géneros y la cultura de paz.
A su juicio, “para trabajar la equidad de género hay que hablar de mujeres y hombres, y creo que Cuba tiene toda la institucionalidad y los espacios para hacerlo, incluyendo a  niños y niñas”.
Pese a los cambios sociales favorecidos por el proceso revolucionario iniciado en 1959, la incorporación de las mujeres a la vida pública y la igualdad plasmada en las leyes, en la sociedad cubana actual queda mucho machismo, fuente de constantes contradicciones.
Para la mayoría de la sociedad cubana ser hombre significa nunca ser débil, no estar triste ni llorar, no expresar afecto hacia otros hombres, ni hacer tareas consideradas femeninas. Sin embargo, especialistas y estudiosos reconocen que este modelo empieza a romperse por el acceso de la mujer al espacio público y el incipiente cambio en los hombres.
Mientras unos se resisten al cambio, anclados en una cultura machista, otros reconstruyen sus vidas en pleno siglo XXI, según muestra el documental.  “Desafortunadamente, cargamos con una historia y una tradición. Es difícil desprenderse de eso en nuestra propia familia, en las escuelas, el país”, indica en cámara el pastor bautista Luis Carlos Marrero Chascar, de 41 años.
En declaraciones a SEMlac, Marrero señaló que el cambio es posible y “tiene que partir de uno mismo, de tratar de deconstruirse”.
Aunque reconoce que al principio hay resistencia, “sobre todo por el peso de la religión, que es muy patriarcal”, se trata de u proceso y “uno se siente muy bien cuando logra sacar esa carga que ha guardado años por prejuicios”, explicó.
Para otros es mucho más difícil por el dolor, el estigma, la discriminación, pero no imposible, asegura Juan Carlos Bolaños, de 45 años, coordinador de la línea de apoyo a personas con VIH/sida.
“Como expuse en el documental, debo agradecerle a la vida por seguir viviendo. Siempre puede haber un nuevo comienzo porque la esperanza vive en cada uno de nosotros, pese a las circunstancias”, dijo a SEMlac.
Para el hombre sin rostro, de 72 años, “mientras en el planeta Tierra el hombre no supere el concepto machista, jamás será un ser humano”.
Junto a ellos dan testimonios el doctor Ildefonso Hernández, de 46 años; el actor Samuel Claxton, de 68 años; y Manuel Fernández Ramírez, jefe de grupo de protección del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos,
El corto fue realizado con el apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), el Fondo para Iniciativas Locales Canadá-Cuba, el Consejo Popular Príncipe, de Plaza, y el Centro Nacional de Educación Sexual.
En el acompañamiento visual estuvieron los artistas de la plástica Ernesto García Peña, René de la Nuez, Janet Brossard, José García Rebustillo, Nadia García, Jorge Wellesley y Kasay Herrera. La animación digital estuvo inspirada en una obra sin título del pintor Joel Jover.
El documental contó con la colaboración en la banda sonora de los músicos Erik Méndez, Frank Fernández, Ariel Matamoros y el dúo Los Aldeanos.
En los momentos finales, a ritmo de rap, Los Aldeanos cantan: “a veces la vida es una extraña costurera, que nos corta a todos con la misma tijera”. Hay que crear una nueva costurera.
Aldo Rodríguez, uno de los integrantes de Los Aldeanos, visiblemente conmovido tras la proyección, consideró su participación en esta obra sensible y estremecedora como “lo más importante en que he participado en mi vida y deberían proyectarlo también en otros espacios, incluida la televisión”.

Junio de 2011

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