La Habana, abril, (SEMlac). – La lucha contra el racismo es una responsabilidad compartida que requiere una transformación, tanto individual como institucional, y en la cual la implementación de políticas públicas antirracistas son pilares para revertir desigualdades arraigadas, aseveró la investigadora Zuleica Romay, el sábado 13 de abril durante un encuentro en la Casa de África, en la capital cubana.
El racismo es siempre un sistema estructural y las acciones para enfrentarlo involucran al Estado y a toda la sociedad, donde la educación tiene un peso fundamental, dijo Romay, directora del Programa de Estudios sobre Afroamérica de la Casa de las Américas, durante la conferencia titulada “500 años de construcción de ‘lo negro’ en Cuba. Retos antirracistas”.
Invitada por el proyecto Rizo Libre, que ha organizado ya varias charlas para abordar temas de interés sobre la comunidad afrodescendiente en la nación caribeña, la especialista identificó, entre los desafíos fundamentales de la lucha antirracista en Cuba, la necesidad de que el Estado implemente políticas públicas capaces de materializar los preceptos incluidos en la nueva Constitución de 2019.
Además, otro reto es lograr revertir, “el retroceso social experimentado por la mayoría de la población afrodescendiente durante los últimos 30 años”, a través del Programa nacional de lucha contra el racismo y la discriminación racial, aprobado en noviembre de 2019.
Para la experta es fundamental tener presente conceptos como los puntos de partida, que van a determinar la medida en la que las personas pueden aprovechar o no las oportunidades que se les ofrecen. Una mirada que, dijo, adquiere particular importancia en el contexto de crisis económica que vive hoy el país.
En la Cuba actual se está generando un proceso de retroceso para determinados grupos sociales, entre ellos los negros, afirmó.
“Esta sociedad es desigual, todos no hemos tenido los mismos puntos de partida y aunque las oportunidades hayan sido iguales para todos, nuestra capacidad de poder aprovechar esa oportunidad no ha sido la misma. Hay gente a la que le ha costado más trabajo, y hay gente que, por mucho que se esforzó, no logro todo lo que quería”.
La investigadora identificó como fundamental que la ciudadanía cubana, “que no reconoce la injusticia social como lo normal”, conozca el Programa y se incorpore a esta lucha.
Desmontar la herencia colonial
Para la especialista es de vital importancia entender que la herencia de la colonización cultural se encuentra presente en la estructura de la sociedad cubana y en la de otras sociedades que comparten una historia similar de esclavitud.
En su opinión, no debe ser un motivo de vergüenza reconocer la persistencia de estas realidades, que no tienen su origen en el siglo XX, sino que comenzaron “con el primer barco que trajo a las primeras personas para esclavizar y las arrojó en las costas de Cuba”, hace más de 500 años.
“Lo negro es una construcción que ha servido para naturalizar el dominio de unas personas sobre otras, una herramienta de legitimación de un estado de cosas que no es natural, pero que se ha hecho visible y se ha hecho real en casi todas las dimensiones de la existencia humana”, afirmó.
Por ello, reconoció como fundamental para activistas, investigadores y sociedad en general, entender un fenómeno como el racismo como una construcción a lo largo del tiempo, que requiere, para ser desmontada, de la intervención de múltiples actores, no solo del Estado.
En este camino, sostuvo Romay, se encuentra otro de los retos actuales del movimiento antirracista: continuar su crecimiento hasta convertirse en verdadero interlocutor del Estado en procesos como el diseño, ejecución y evaluación de políticas públicas.
Porque en el tema del antirracismo, el trabajo más importante por hacer esta en el espacio comunitario, “en el lugar donde la gente vive, en el lugar donde la gente trabaja, en la escuela donde los niños estudian, a nivel de la familia”, reconoció.
Hoy, en su consideración, se puede hablar de logros en la accesibilidad a las estadísticas sociales; la creación de publicaciones digitales y espacios de debate sin barreras de acceso; el desarrollo de campañas de bien público en alianza con instituciones del Estado y en lograr interesar a los decisores en los resultados de investigaciones.
Romay reconoció que, en muchos escenarios, le han preguntado por qué tras 65 años de Revolución el racismo sigue siendo un tema en Cuba. Es una explicación, dice, que tiene mucha similitud con la metáfora del alpinista, que mientras más se acerca a la cima de la montaña, más difícil se le hace el ascenso, e incluso, a veces, se retrocede varios metros.
La manifestación del racismo se encuentra en un plano subjetivo, aunque siempre tiene una expresión en la estructura social; por lo que se crean muchas estrategias de simulación, muchas maneras de atenuación del problema, muchas narrativas para tratar de explicar y no llegar al fondo de la situación, explicó.
“Entonces las personas tenemos que estar preparadas para interpretar un hecho, una situación y desarrollar recursos para actuar en consecuencia”, dijo.
A su juicio, desmontar el racismo es sumamente difícil. Muchas personas son racistas sin incluso saber que lo son, porque el racismo, como muchas formas de discriminación, se encuentra incorporado a nuestra vida de maneras muy profundas y sutiles.
Para Evangelina Iturriza, integrante del proyecto Todo Turbante, y parte del público asistente, es fundamental sentir orgullo de la herencia afrodescendiente y no intentar ocultarla o blanquearla. Quienes primero tenemos que tener un gran orgullo de nuestra raza, de nuestra procedencia, somos nosotros, consideró.
Para la narradora oral Mirta Portillo Barnet, que las personas que toman decisiones participen en encuentros como estos para establecer un diálogo, es fundamental. Tenemos que generar espacios donde un segmento más amplio de la sociedad tenga acceso, tanto los que están interesados en estos temas, como los que no, refirió.
Al respecto, Romay señaló que se constata un avance en la heterogeneidad de los públicos, pues años atrás las personas interesadas en el activismo antirracista “eran solo los negros”, y ahora “siempre que vengo a un debate de este tipo hay personas de diversas fisonomías”.
Pero hay que diversificar los espacios de acción, hay que trabajar en la escuela, hay que trabajar en los medios, hay que trabajar en las instituciones, tenemos que lograr que el antirracismo deje de ser una tarea, tiene que ser una preocupación nacional y, en todo caso, tiene que ser una tarea patriótica, insistió.