La Habana, julio (SEMlac). –Que las mujeres encabecen varios de los acápites en los que indagó la más reciente Encuesta Nacional de Salud revela la necesidad de atender las enfermedades crónicas no trasmisibles (ENT) también con una mirada de género.
El estudio, realizado entre 2018 y 2020 por el Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, mostró que las mujeres cubanas padecen diabetes mellitus con mayor frecuencia que los hombres (12,2 % contra 7,7), pero también son las más afectadas por la hipertensión arterial (40,2 % en contraste con 34,4).
Estas dos enfermedades, además de ocasionar daños al organismo y ser potencialmente mortales, constituyen factores de riesgo para la mayor parte de las principales causas de muerte en el país, según explicó ante el Parlamento el pasado 21 de julio el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, al dar a conocer los resultados de la investigación.
“Si hacemos un análisis más a lo subjetivo de los números, podemos apreciar, por ejemplo, que nueve de las 10 primeras causas de muerte (excepto las provocadas por influenza y neumonía) están enmarcadas en el grupo de las enfermedades no transmisibles y otros daños y son más del 80 por ciento de las defunciones anuales”, apuntó.
En Cuba, según el Anuario Estadístico de Salud, las personas fallecen fundamentalmente debido a enfermedades del corazón; tumores malignos; enfermedades cerebro vasculares; influenza y neumonía; accidentes; enfermedades de las arterias, arteriolas y vasos capilares; enfermedades de las vías respiratorias inferiores; lesiones autoinfligidas intencionalmente; diabetes mellitus; cirrosis y otras enfermedades crónicas del hígado.
Atender a las enfermedades no transmisibles es, por tanto, prioridad del sistema de sanidad, para lo cual se diseñó una estrategia hasta 2025 cuyo objetivo esencial es reducir la morbilidad, la mortalidad prematura y la discapacidad causadas por estas, mediante el abordaje integral de los factores protectores y los de riesgo, para el mejoramiento de la calidad de vida de la población.
Sin embargo, ningún esquema de acciones o política implementada estará completo si no atiende de manera específica a las mujeres, quienes lideran el grupo de los nuevos diabéticos detectados, según la encuesta.
Ellas también superan a los hombres en dolencias como las insuficiencias cardiacas y las arritmias, a la vez que tienen menor actividad física que ellos (66,5 % contra 45,8).
La encuesta de salud igualmente reafirmó que las tareas del hogar y las labores de cuidados suelen recaer con más frecuencia sobre espaldas femeninas, un dato que la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG) 2016 situó en 14 horas semanales más dedicadas al trabajo no remunerado respecto a los hombres.
Otro aspecto interesante que puso en evidencia el estudio es que, si bien incrementa el porcentaje de quienes se realizan la prueba citológica en comparación con la investigación efectuada en 2010, no ocurre así con el autoexamen de mamas, que disminuye de 38 por ciento 12 años atrás a 33,3 por ciento.
Estas cifras colocan a las mujeres en el centro del riesgo de baja detección de esos tipos de cáncer, mientras tampoco escapan a conductas potencialmente peligrosas como el tabaquismo, donde Cuba tiene la segunda tasa más elevada de las Américas.
Se trata de aspectos que debe tener en cuenta de forma diferenciada la estrategia para atender a los problemas de salud asociados a las enfermedades no transmisibles, especialmente si su propósito es lograr que la elevada esperanza de vida de la población (78,89 años, 80,86 para las mujeres) sea, además, saludable.
De acuerdo con el ministro Portal Miranda, el trabajo tiene que ir más allá de la acción salubrista y alcanzar a toda la sociedad.
“Las acciones emanadas de este mecanismo se centrarán en la atención a las desigualdades sociales que pueden conducir a la inequidad y a la vulnerabilidad”, detalló.
De forma general, la encuesta aplicada a 15.893 personas constató que 85 por ciento catalogó “sin problemas” su percepción subjetiva de la calidad de vida relativa a la salud. En tanto, 87 por ciento consideró como conducta de alto riesgo el hábito de fumar y 86 por ciento la ingestión de bebidas alcohólicas.