«El tratamiento periodístico de los medios nacionales al tema de la diversidad sexual no ha estado a la altura de las expectativas» de los cambios en la sociedad, según arrojó una tesis de licenciatura que acaba de discutir una graduada en Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.
Annet Martínez Hernández concluyó en su trabajo La diversidad sexual y los medios de comunicación en Cuba, por el cual mereció una calificación de 5 puntos con felicitaciones, que «ha habido una carencia de los géneros investigativos con mayor profundidad, que visibilice historias de vida tanto de homosexuales, heterosexuales y bisexuales, así como de personas trans».
La joven graduada, quien me hizo llegar su investigación y autorizó la publicación de sus resultados, censura que «la carencia de un periodismo implicado, ampliado, de carácter investigativo de profundidad y más centrado hacia lo social, afecta la comprensión y acercamiento de los lectores con la diversidad sexual».
A partir de un análisis cualitativo, el estudio bajo la tutoría de la MSc. Olga Rosa González Martín y la Dra. Hilda Saladrigas Medina, caracteriza el tratamiento periodístico al tema de la diversidad sexual en los periódicos nacionales Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores, en el período comprendido entre 2008 y enero de 2012.
Además de la revisión de esas publicaciones, la tesis incluyó entrevistas a periodistas, directores de órganos de prensa, directivos y activistas del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), así como consideraciones de especialistas del Centro Nacional de Prevención de las ITSVIHSida, la Federación de Mujeres Cubanas, la Unión de Juristas de Cuba, El Instituto Juan Marinello y el Centro de Estudios de la Juventud, entre otras fuentes.
Particular énfasis hace la ya licenciada en Periodismo Martínez Hernández en que «la carencia de voz propia del grupo de los LGBTIH[1] en los trabajos periodísticos, las cuales pueden afiliarse a una experiencia vital enriquecedora para los lectores, afecta la relación de empatía o no que puede establecer el público a través de historias de vida de transexuales, intersexuales, homosexuales, como grupo social humano de importancia y de emergencia nacional e internacional».
«De igual forma —agrega— sucede con la intersexualidad, donde se parte de un enfoque médico… El abordaje se hace desde un espectro mundial, desde cómo este «azar genético» afecta a un x número de población mundial, dejándose a un lado la situación y el comportamiento de este indicador en Cuba, como tampoco se dialoga desde la visión cubana con especialistas sobre el tema».
Apunta además que «en pocas ocasiones se entrevistan a homosexuales, travestis, transexuales, las voces de estas personas pasan a formar parte de las voces de la institución como centro de identificación».
En un desmontaje meticuloso de las múltiples mediaciones y mecanismos que dificultan este reflejo de la diversidad sexual, el texto advierte que «aunque dentro de la política del Estado y del Gobierno estén creadas tareas y concepciones en contra de cualquier tipo de discriminación, incluyendo por orientación sexual e identidad de género, si los directivos de medios y los profesionales de la prensa no son capaces de asumir la diversidad sexual como un tema a tratar dentro de la agenda mediática, como política editorial y como ideologías profesionales, la representación de este tema queda a disposición de la subjetividad de cada uno de ellos».
«Más allá de las posibles opiniones que se puedan tener al respecto, los medios de comunicación carecen de una representación social de la realidad que cada día es más que variable, más amplia y una gama importante de subjetividades y constructos culturales, de género e identidades», sentencia Annet.
Fustiga además el papel de los medios en la reproducción de los prejuicios existentes: «El miedo a lo desconocido y la reacción que pueda haber desde lo históricamente legitimado, ha provocado que tanto las instituciones como los medios de comunicación masiva se hayan visto encerrados dentro de dinámicas restrictivas, censuradoras, que han marcado todo un proceso ideológico reproductor de percepciones erradas y estereotipadas en torno a la sexualidad, el género, el sexo, la orientación sexual, la identidad de género y las prácticas sexuales».
No obvia, sin embargo, la polémica política alrededor del asunto, al considerar que «los temas de la sexualidad, específicamente los relacionados con la orientación sexual y la identidad de género, han sido siempre centro de desavenencias tanto interno como fuera del país, muchas veces utilizado para criticar el proceso revolucionario y su proyecto social».
Para la joven profesional, esta es la razón por la cual tales asuntos «han pasado a ser centro de atención de entidades nacionales creadas para su estudio, adopción y manejo, con el fin de mantener un control y desarrollo paulatino». Y hace notar que en la prensa cubana «esto no solo ocurre con los temas de la sexualidad, el género y la diversidad sexual, sino que también pasa por la cultura, el deporte y la política».
No obstante, enfatiza en que «ha predominado en los medios un tratamiento enfocado hacia la visión médica, epidemiológica de la homosexualidad, la transexualidad, entre otras. Aunque se han visto enfocadas categorías como discriminación, diversidad, derecho, homofobia, hay una carencia desde lo social, desde la realidad objetiva de una posible implicación con la problemática y las percepciones de otros y otras caracterizados por lo diverso».
Insiste además en la necesidad de dar voz en los medios cubanos a quienes no la tienen: «Se sigue visibilizando la posición que tienen las instituciones y a aquellas personas que desde lo sexológico, lo psicológico, se han erigido como fuentes ya establecidas para hablar de estos temas».
«La diversidad sexual se está representando para un público heterosexual y homofóbico», remata la tesis.
JUVENTUD REBELDE LO HACE MEJOR Y GRANMA ES LO PEOR
La joven colega demuestra también que el periódico que más ha trabajado el tema es Juventud Rebelde, mientras que el que menos lo ha abordado es Granma, dejando en un nivel intermedio de tratamiento al semanario Trabajadores.
En tal resultado, la autora plantea que han desempeñado un papel importante las secciones fijas con ejes temáticos editoriales ya preestablecidos, que han hecho de la sexualidad, la salud, la prevención y la orientación, enfoques necesarios de socialización.
Entre ellas resalta la labor de la sección Sexo Sentido del diario de la juventud cubana; y en el semanario Trabajadores, la página de Salud.
En el caso del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, la investigadora observa que «teniendo en cuenta la cantidad de tiradas y el uso de las diferentes secciones para el tratamiento periodístico de un determinado número de temas, se puede considerar irrelevante el abordaje de la diversidad sexual en sus páginas durante el período analizado».
«No obstante, somos del criterio de que aún y cuando los tres periódicos se diferencian en cuanto a sus políticas editoriales, además de responder a públicos diferentes, tienen algo en común: ni Granma, ni Trabajadores ni Juventud Rebelde ha tratado el tema de la diversidad sexual en toda su complejidad», apunta.
En particular, de las entrevistas a periodistas y directivos resaltan como argumentos para justificar el insuficiente reflejo los viejos pretextos de «no es un tema prioritario», «para que no se sientan agraviados quienes todavía no entienden esto», «no provocar rechazo», «no sobresaturar a la población» o por estar «en contra de hacer campañas».
Estos enfoques son la evidencia —y esto lo digo yo, no la muchacha— de los prejuicios de quienes laboramos en los medios de comunicación, sobre todo si tenemos en cuenta que este tratamiento jamás es tan contenido, cuidadoso ni precavido en muchos otros temas que sin cesar reiteramos en la prensa cubana, la mayoría de las veces con bastante poca efectividad o eficacia.
Otro aspecto que destaca Ivett es como «con la aparición de la epidemia del sida y la necesidad de frenar su desarrollo y propagación, muchos de los temas censurados bajo tabúes y prejuicios tuvieron que salir a flote, organizándose campañas de educación sexual, páginas en los medios dedicadas a trabajar estos temas y mensajes de bien público que contribuyeran a ello. De ahí que la homosexualidad, antes no tratada tan explícitamente o tratada desde el estigma, se abriera espacio dentro de un proceso epidemiológico y de prevención».
La investigación hace un recorrido por los principales hitos en relación con el tema en la historia de Cuba, y en particular durante los años más recientes.
Recuerda que «durante la sexta legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el período 20052006, se entregó a la Comisión Permanente de Atención a la Infancia, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer del Parlamento una propuesta de Código de Familia modificado que incluía dentro de sus artículos la identidad de género y la orientación sexual. La propuesta está incluida en el plan legislativo 2008-2012 como un anteproyecto de Ley».
«Desde el año 2008 —recuerda— se ha visto una voluntad política institucional y Estatal de promover el reconocimiento de la orientación sexual y la identidad de género, expresado desde ese año en la realización de la Jornada cubana contra la Homofobia y la inclusión de dos artículos relacionados con la orientación sexual como parte del Documento Base de la Conferencia Nacional de Partido Comunista de Cuba, en el 2011. En enero de 2012, como parte del debate de la Conferencia Nacional de Partido, quedaron reconocidas la orientación sexual y la identidad de género como categorías a tener en cuenta en el plan de trabajo de este órgano».
«Sin embargo, el tratamiento periodístico de los medios nacionales —Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores— al tema de la diversidad sexual no ha estado a la altura de las expectativas que estos cambios promueven en la sociedad», expresa.
FALTA MILITANCIA
Una observación interesante que hace la periodista es que «la mayoría de las notas sobre estas temáticas fueron redactadas por mujeres».
No sin alguna razón indica que «los hombres, muy marcados por el machismo y el poder hegemónico conferido a través del patriarcado, le temen al estigma que puede implicar abordar y, por ende, implicarse con las realidades de las personas LGBTIH; de ahí que estos temas pasen por la autoría, mayormente, de mujeres, por la posible afinidad que puedan tener con grupos sociales que, al igual que ellas, han sido discriminados y silenciados mediáticamente por los siglos de los siglos».
La autora señala que «más allá de la regulación externa o interna de la agenda, los temas de las secciones pasan por la selección de los periodistas encargados de página, a partir de sus intereses y de las relaciones con las fuentes de información».
«Es importante decir —agrega— que si este no tiene identificación o no ha recibido referentes que lo motiven al tratamiento de uno u otros temas, o no considera valores noticias los componentes del hecho, la posible aparición de temáticas como esta quedará reducida».
También recoge que «como una excepción de la regla, en ocasiones la voz masculina se ha materializado detrás de las redacciones, en estos casos a través de voces con ciertas implicaciones desde lo individual y cultural con los grupos discriminados por orientación sexual e identidad de género».
Al respecto, es categórica la afirmación de Julio César González Pagés, uno de los expertos citados: «Para abordar los temas tanto de diversidad sexual como de género tiene que haber militancia».
Finalmente, la tesis recomienda continuar el estudio sobre el tratamiento periodístico dado a este tema en los medios nacionales y en otras publicaciones como revistas especializadas y sitios web, así como a describir, a partir de un análisis crítico del discurso, el lenguaje, los códigos, que se utilizan en los productos comunicativos sobre la diversidad sexual.
Propone además hacer investigaciones cuantitativas para medir el nivel de rechazo o aceptación existente en la población cubana actual con relación a los temas de la sexualidad y la diversidad y, con ello, recoger posibles opiniones que puedan contribuir a la implementación de estrategias en pro del respeto a lo diverso.
También sugiere describir el discurso que se transmite sobre el tema de la diversidad sexual a través de los medios no tradicionales como los blog y los sitios digitales, y con ello establecer diferencias con el emitido a través de los medios tradicionales como la prensa impresa, la radio y la televisión.
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[1] Siglas con las que se reconoce a lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, intersexuales y heterosexuales.
Tomado de Paquito el de Cuba