Los estudios de género: una necesidad para la formación de periodistas en Cuba

La delimitación de lo que debe o no formar parte de los conocimientos impartidos en la academia es sin dudas uno de los principales temas que se encuentran en el centro de los debates en una profesión tan cuestionada como el periodismo, a pesar de la relevancia social y académica que pueda haber alcanzado.

En la medida que se plantean nuevas proyecciones, la docencia se transforma también en función de satisfacer las necesidades de profesionales mejor preparados para cumplir las funciones derivadas no solo de los requerimientos de la profesión sino de las expectativas que ella genera en una sociedad determinada.

Y aunque los esfuerzos son continuos, la academia cubana tampoco escapa a «las dificultades que encuentra aún la articulación de lo abordado en la investigación con lo tematizable en la docencia, así como la lenta consolidación en propuestas curriculares de la interacción entre avance teórico y renovación profesional»1.

La lenta sistematización académica de los procesos y realidades susceptibles de ser objeto de interés del espectro del periodismo limita también su inserción en los programas de estudio. Y aunque por un lado se avanza en el debate científico con respecto a algunos temas del propio campo de las ciencias sociales y humanidades, su llegada al programa de estudio de los periodistas con retraso, sigue limitando el aprovechamiento de nuevas herramientas teóricas, metodológicas, epistemológicas, e incluso prácticas, para formar profesionales cada vez más competentes en el ejercicio diario de su labor.

Temas esenciales referidos a la construcción de noticias, sus valores y las rutinas productivas, necesitan otras miradas, por la trascendencia de su resultado a nivel social, pues «los acontecimientos sociales no son objetos que se encuentren ya hechos en alguna parte de la realidad, cuyas propiedades y avatares nos son dados a conocer de inmediato por los soportes periodísticos con mayor o menor fidelidad. Sólo existen en la medida que aquellos los elaboran»2.

A pesar de que el currículo explícito de periodismo vincula componentes esenciales como lo académico, lo laboral y lo investigativo, y dedica cada vez más tiempo a las asignaturas propias de la especialidad, también es relevante destacar que algunas temáticas emergentes en las ciencias sociales y humanidades con impacto en la comunicación siguen ausentes de los programas de formación de periodistas.

En ese caso, se encuentra el vínculo de la comunicación y el periodismo con la Teoría de Género, campo del saber que ha arrojado nuevas miradas a las relaciones sociales y ha provocado un cuestionamiento a la construcción de las ciencias y el conocimiento en sentido general.

El poco conocimiento que con respecto a los estudios de género persiste en el ámbito de la comunicación tiene, esencialmente, una base en la incomprensión, pues como explica Isabel Moya la «‘génerofobia’ que a veces se encuentra entre algunos estudiosos de la comunicación se contextualiza en la resistencia, que de manera general provoca la renovación epistemológica propuesta por el género, al reconocer el papel de la subjetividad en la elaboración del saber científico»3.

En ese sentido, la enseñanza y estudio del periodismo ha carecido de los aportes de la teoría de género, a pesar de poder integrar los saberes de otros campos del conocimiento que sin dudas han contribuido al enriquecimiento de la especialidad.

Por un lado, esta ausencia podría ser resultado de lo que Martín Barbero ha explicado con respecto al estudio de la comunicación, que «(…) presenta dispersión y amalgama, especialmente visible en la relación entre ciencias sociales y adiestramientos técnicos. De ahí la tentación tecnocrática de superar esa amalgama fragmentando el estudio y especializando las prácticas por oficios, siguiendo los requerimientos del mercado laboral»4 y, por otra parte, resultado de la incapacidad y resistencia para asumir la renovación que plantea la inclusión del enfoque de género.

La ausencia de esta perspectiva en los programas de formación académica de periodismo ha constituido sin dudas una limitante no solo para el estudio, sino para la práctica profesional, teniendo en cuenta que «los acontecimientos transmitidos por la prensa construyen el imaginario colectivo: emociones, hábitos y representaciones. La continuidad de acontecimientos es la expresión superficial de una sociedad, el lugar de proyecciones sociales y de conflictos latentes»5, y, por tanto, la falta de elementos teóricos y metodológicos para analizar los hechos que se convertirán en noticia desde un perspectiva más amplia y enriquecedora, permeará la construcción del producto comunicativo, con las consiguientes limitaciones para una práctica periodística de mayor rigor científico y profesional.

En los últimos años en Cuba ha habido algunos intentos aislados por capacitar a los profesionales de la prensa con respecto a la teoría de género, esfuerzos que desafortunadamente se ven limitados a una pequeña proporción del sector.

Por otra parte, ha habido también iniciativas de incorporar estos temas a la formación de los periodistas en el pregrado, limitadas a la facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, pero que actualmente están ausentes de las propuestas curriculares de la especialidad, no solo en la isla, sino en la mayoría de los programas de pregrado de periodismo del ámbito iberoamericano.

Dada esta situación, se impone la necesidad de buscar alternativas eficaces de educación, o al menos orientación y capacitación, que pongan en la agenda social la real naturaleza del problema de las inequidades y desigualdades de género, que ha sido invisibilizado históricamente pues, en su base, se mantiene el patriarcado como sistema de dominación que asume como «normales» tales prácticas.

La inclusión de la perspectiva de género en la construcción del discurso mediático es una de las vías para establecer nuevas propuestas comunicativas más incluyentes y desligadas de la tradicionales prácticas comunicativas verticales y discriminatorias, que pasan también por las líneas de investigación y los temas que se incluyen en la formación de los profesionales.

La responsabilidad de las instituciones educativas va más allá de la inclusión o no de las mujeres como productoras del conocimiento, sino que tienen un papel trascendental en la validación de nuevos saberes como sucede con los aportes de los estudios feministas que han encontrado más que trabas para ser aceptados por la academia más conservadora, como plantea la socióloga y comunicadora Ana Silvia Monzón, al destacar que «la academia tenga dificultades para aceptar ideas innovadoras, como las teorías feministas, porque estas han planteado críticas a los paradigmas establecidos en todas las disciplinas científicas.»6

En lo referido a la formación curricular de quienes laboran en el sector no está solo el inconveniente del conocimiento que se inculca, sino de los vacíos que con respecto al género aún persisten en los programas académicos de formación, como también señala Marcela Lagarde, quien recalca la necesidad de empezar a tomar en cuenta tanto los mecanismos discriminatorios como los silencios curriculares.7

La necesidad de incorporar la perspectiva de género a la teoría de la comunicación, y particularmente al periodismo, responde también a la urgencia de eludir el denominado autismo epistémico8, que pretende distanciar a los estudios de comunicación del campo de las Ciencias Sociales sobre la base de una fundada especificidad que se ha quedado sin argumentos en la medida que las investigaciones comunicológicas continúan nutriéndose de los aportes de otros saberes.

En el caso particular de los profesionales de la prensa, y su formación en las academias creadas con ese fin en el país los retos se multiplican, debido a la función social y educativa – entre otras- que tienen los medios.

La formación en las academias, que busca nuevas vías para hacer más eficiente su gestión en la preparación de profesionales competentes, con capacidad y conocimientos suficientes, ha de ser la garantía de la legitimidad de esta práctica, así como una forma para validar la pertinencia de las academias.

En este sentido, son prioritarios los temas relacionados con la construcción de las noticias y las rutinas productivas, dos conceptos que se manifiestan de manera concreta tanto en la formación de periodistas como en su desempeño profesional, procesos en los cuales se evidencia también su relación con el género y su incidencia en la construcción de sentidos e imaginarios.

La interrelación entre la construcción de noticias a partir de las ideologías profesionales y las rutinas productivas establecen una complejidad particular con respecto a la formación profesional de los periodistas, aún desde el diseño curricular, que debe tomar en cuenta esas particularidades en el sentido también de las funciones del futuro profesional y las demandas y expectativas que se generan en torno a su campo de acción específico y a los criterios de desempeño.

Incluir la perspectiva que ofrecen los estudios de género a las rutinas de las redacciones periodísticas es un proceso bastante complejo, que debe pasar por la comprensión de los profesionales de esta nueva mirada a los procesos sociales.

Todo ello evidencia la necesidad de la inclusión de una asignatura dedicada a las temáticas de género, en su relación con la teoría de comunicación y los principales elementos de la formación teórica y práctica de los periodistas, que sin ser la solución ideal al problema sí ofrece posibilidades para incluir esta perspectiva en la formación de los profesionales de la prensa y su consiguiente aplicación en la práctica profesional.

La inclusión de los estudios de género en el currículo de periodismo se abre como una alternativa, al decir de la investigadora Marcela Lagarde: «formar profesionales, mujeres y hombres, en las carreras de comunicación. Yo pienso que ahí hay que ir así como rayo láser a las carreras de comunicación y de periodismo, en todas estas, para incluir en el currículo la perspectiva de género, pues como lo hemos hecho en otras partes, al principio un seminario, después buscar la salida de la perspectiva de género en toda la formación y hacerlo en todas las universidades posibles»9.

Estos elementos evidencian además que no es suficiente con capacitaciones a los profesionales en ejercicio, sino que para contribuir al cambio de las culturas profesionales es imprescindible que desde la formación de pregrado se dote a los profesionales de estos conocimientos para acercarse a la realidad y reconstruirla en el discurso mediático desde una perspectiva de género.

Por otra parte, si los nuevos profesionales que ingresan a los medios llegan con esta visión de un periodismo más incluyente podrán ejercer también influencia desde las relaciones profesionales en la propia redacción, lo cual favorecerá la creación de una masa crítica capaz de incidir en uno de los mecanismos más estáticos y menos abiertos al cambio dentro de la cultura periodística, que son las rutinas productivas.

En el caso particular de Cuba, donde la política informativa potencia entre sus líneas rectoras el abordaje de temas relacionados con el empoderamiento de las mujeres, y donde el Plan de Acción Nacional de Seguimiento a la Conferencia de Beijing dedica 10 artículos al tema Mujer y Medios de Comunicación, es ineludible la inclusión de estos temas en el currículo de la especialidad.

Desde el punto de vista del programa de estudios del pregrado, la reciente aprobación del plan D10, cuya concepción de la formación del periodista está enfocada con una mirada más humanista e integradora, propicia estas propuestas que son ya más una demanda que una necesidad que deben pasar del campo teórico a su implementación práctica.

La construcción de un discurso periodístico diferente, mediante necesarios cambios en las rutinas productivas, bien valdría para aprovechar las posibilidades educativas y de orientación de los medios de comunicación para así hacer visible el verdadero impacto de la desigualdad genérica en la sociedad actual.

Asumir el reto de incorporar el enfoque de género en la práctica del periodismo, cualquiera sea su variante, representa para los profesionales del sector, en primera instancia, y para quienes tienen la responsabilidad de formarlos en las instituciones académicas, salvar la falta de conocimiento con respecto al tema y desligarse de esas mismas construcciones socioculturales que también les afectan.

Notas

1 Jesús Martín Barbero. Teoría/investigación/producción en la enseñanza de la comunicación. Diálogos de la Comunicación. No 28, noviembre, 1990. p. 73. http://www.felafacs.org/dialogos-28

2 Con respecto al proceso de construcción de noticias y la trascendencia de las rutinas productivas más allá de las redacciones, amplía Roger Ricardo Luis en su artículo Detrás de la fachada. http://mesadetrabajo.blogia.com/2006/110607-detras-de-la-fachada.php

3 Isabel Moya. El sexo de los ángeles. Una mirada de género a los medios de comunicación. Publicaciones Acuario. Centro Félix Varela. 2010

4 Jesús Martín Barbero. Teoría/investigación/producción en la enseñanza de la comunicación. Diálogos de la Comunicación. No 28, noviembre, 1990. p. 73. http://www.felafacs.org/dialogos-28.

5 Rodrigo Alsina, Miquel. La construcción de la noticia. Ediciones Paidós Ibérica S.A. Barcelona. 2005.

6 Ana Silvia Monzón. Los movimientos de mujeres, el feminismo y la academia¨, en Revista Mujeres y Universidad. Año 5, No. 5, Octubre 2009. Universidad de San Carlos de Guatemala.

7 Lagarde, Marcela. (2000). Universidad y democracia genérica: claves de género para una alternativa. Estado, universidad y sociedad, entre la globalización y la democratización. Volumen I. CEIICH-UNAM, México, citado por Silvia Lilian Trujillo en La incorporación del enfoque de género en la educación universitaria. Apuntes para la discusión. VIII Encuentro de Mujeres en el siglo XXI. La Habana. 2011

8 Al respecto, ver reflexiones de Jesús Martín Barbero en «Tecnicidades, identidades, alteridades: des-ubicaciones y opacidades de la comunicación en el nuevo siglo, Diálogos de la Comunicación». En www.infoamerica.org/teoria/martinbarbero 1.htm

9 Fragmento de la entrevista de la periodista e investigadora cubana Maité Silveira Fonseca, realizada a la Dra.en Ciencias. Marcela Lagarde de los Ríos, prestigiosa antropóloga mexicana, profesora de la UNAM y autora de artículos y libros dedicados a la temática del género, durante su participación en el I Congreso Ibero Cubano de género, salud y desarrollo humano. La Habana. 2010.

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