Un dramático accidente de tránsito ocurrido a fines de septiembre pasado en Villa Clara, a unos 300 kilómetros de La Habana, ocasionó la muerte de 12 personas, lesiones a otras 36 y llevó nuevamente a los titulares en Cuba lo que la Organización de la Salud (OMS) ha denominado “epidemia oculta”.
El suceso se produjo en la carretera que une el municipio de Sagua La Grande con la ciudad cabecera de la provincia, Santa Clara, cuando se desprendió el remolque de un vehículo de carga, e impactó de frente a un ómnibus que transportaba pasajeros.
Maritza Gallardo, ama de casa de 63 años residente en el capitalino municipio de Plaza de la Revolución, asegura que las noticias de accidentes, bastante frecuentes en el panorama de la isla, la ponen muy nerviosa y le quitan el sueño.
“Hace seis años mi esposo, mi hijo y mi nieto salieron a hacer unas compras para una comida familiar en el carro de un amigo de la familia y un camión los chocó a la salida de La Habana, rumbo a Pinar del Río (hacia el occidente de la isla). Todos se salvaron, pero el niño estuvo muy grave durante casi dos semanas”, contó Gallardo a SEMlac.
La experiencia de esta familia está en línea con los datos de la accidentalidad del mundo, y también de Cuba.
Las principales razones para la ocurrencia de accidentes tienen que ver con el exceso de velocidad, la ingestión de bebidas alcohólicas por parte de los choferes, la poca atención al control del vehículo y el poco uso de los cinturones de seguridad, entro otras.
“El camionero que chocó con mi esposo iba tomado (bebido) y a más de 100 kilómetros por hora”, confirmó Gallardo.
Los accidentes, en general, constituyen la quinta causa de muerte en el país y de que haya 5,6 años de vida potencialmente perdidos por cada mil habitantes, según datos del Anuario Estadístico de Salud de Cuba.
Sin embargo, en los grupos de edades hasta los 25 años, oscilan entre la primera y la segunda causa de muerte. Igual sucede en el resto del planeta.
Según la OMS, entre las razones más importantes de esta incidencia se encuentra el hecho de que “la red vial está planificada sin tener en cuenta las necesidades específicas de estas edades” y que mientras más pequeños, más vulnerables son los niños ante el peligro.
También que en estas edades se registra una tendencia a “adoptar comportamientos de riesgo” y a actuar bajo presión “de los compañeros, especialmente entre los adolescentes”.
Todos los años, más de 1,2 millones de personas mueren como consecuencia de accidentes en las vías de tránsito y otros 50 millones sufren traumatismos, refiere el “Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial” de la OMS, publicado en 2009.
Más de 90 por ciento de las defunciones se producen en los países de ingresos bajos y medianos; y alrededor de la mitad de las personas que fallecen son peatones, motoristas, ciclistas y pasajeros del transporte público.
Tan grave es la situación de la seguridad vial y la accidentalidad que cada 21 de noviembre, a propuesta de la OMS, el planeta celebra el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico.
¿Qué pasa con las mujeres?
Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), las personas fallecidas en Cuba por accidentes de tránsito representan el 0,9 por ciento del total de defunciones del país, ya sea como usuarios de vehículos, bicicletas o peatones.
Dicho de otra manera, en la isla mueren 7,6 personas por cada 100.000 habitantes, por causa de este tipo de incidentes.
Fuentes de la Dirección de Tránsito de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) dijeron a la prensa nacional, a inicios de octubre, fecha que coincidió con la edición número 47 de la Jornada Nacional de Tránsito, que entre enero y agosto de 2010 se reportó una disminución de la accidentalidad en comparación con 2009.
Pero “es imprescindible continuar incentivando la cultura y disciplina vial”, pues a pesar de la disminución, ocurrieron 6.750 accidentes con 472 fallecimientos y 4.884 personas lesionadas en el período, alertó a la Agencia de Información Nacional (AIN) la teniente coronel Georgina Gavilán García, de la Dirección de Tránsito de la PNR.
Estas estadísticas no están desagregadas por sexo, pero una búsqueda más acuciosa revela las inequidades de género que atraviesan el tema de la accidentalidad.
A juicio de la doctora Leticia Artiles, antropóloga y coordinadora General de la Asociación de Medicina Social (ALAMES), “internacionalmente la accidentalidad de tránsito tiene una preeminencia, tanto en la frecuencia como en la gravedad, en la población masculina”.
Estudios realizados a partir de los datos del Anuario Estadístico de Cuba a inicios de esta década reportaban que el riesgo de morir por accidentes era 1,6 veces mayor en los hombres que en las mujeres.
Según Artiles, un buen ejemplo de esta situación es que, en Cuba, son los niños y adolescentes, y no sus congéneres de sexo femenino, quienes asumen el riesgo de subirse en la parte de atrás de un transporte público, incluso en bicicleta, o agarrarse de la defensa trasera y arrastrarse por la calle cuando está lloviendo.
“Los reportes médicos indican que los accidentes, pérdida de miembros inferiores, traumas de diferente tipo e incluso la muerte afectan mayoritariamente a varones”, detalló.
Los accidentes, en general, constituyen la quinta causa de muerte en Cuba, En 2009 representaron 5,5 por ciento del total de fallecidos y por esta causa se reportan 5,6 años de vida potencialmente perdidos cada mil habitantes.
Sin embargo, al buscar los datos sobre la mortalidad específica por sexo en 2009, en el universo masculino esta causa baja un escalón y se convierte en la cuarta, con una tasa de 32,1 fallecidos por cada cien mil hombres, según el Anuario Estadístico de Salud.
Para las mujeres, en tanto, los accidentes se mantienen como la quinta causa de muerte, con una mucho menor tasa de 18,7 por cada cien mil. Son las caídas imprevistas el accidente más frecuente para el sexo femenino, seguidas por los percances de tránsito y los causados por el fuego.
En ese camino, son las construcciones históricas y culturales de la identidad de género un factor condicionante y de alta fragilidad para el sexo masculino, según Artiles.
“La idea de que los hombres deben correr riesgos, resistir el dolor, ser fuertes, estoicos, valientes, ejercer permanentemente el autocontrol, son elementos que devienen, en primer lugar, en la baja percepción del riesgo y son altamente predisponentes a la accidentalidad”, precisó a SEMlac.
Octubre de 2010