El 2017 empezó mal: dos mujeres fueron asesinadas en Rivas y Hortaleza, en Madrid, España,y los titulares fueron “muere acuchillada en Rivas” y “pierde la vida tras caer de un cuarto piso en Hortaleza”.
Luego llegó la campaña #metoo y miles de mujeres se sintieron legitimadas para denunciar el acoso en el cine, en las artes, en la política, en la ciencia, en el trabajo y en muchos otros espacios.
Si el caso Weinstein ha sido arropado, con algunas excepciones, por infinidad de medios que se han tomado en serio su función social y han dado voz a cientos de casos de acoso… ¿Por qué no creer que pueden cambiar su mirada?
Ha sido también el año del juicio a La Manada, que ha hecho aflorar la indignación y un buen puñado de potentísimos artículos que, no tengo duda, han provocado una reflexión sobre qué es consentir y que han permeado los cimientos de la cultura, sirviendo para poner en evidencia las consecuencias de la #justiciapatriarcal.
Pero, claro, cambiar el sistema lleva su tiempo y en 2017 no han faltado titulares machistas, enfoques revictimizadores y malas prácticas que contribuyen a mantener el estatus quo de las cosas.
Si en 2013 flipaste con el trato de los medios al asesino Oscar Pistorius y en 2014 lloraste de risa al leer que la menstruación causa divorcios; si en 2015 te indignaste con el asesino que “mataba por amor” y en 2016 insultaste a Jorge Cremades cuando dijo que “hay más violaciones a hombres que a mujeres”… entonces, esta es tu lista del 2017.
Para acotar el trabajo, como en anteriores episodios de este ya tradicional encuentro navideño, me centro en medios generalistas, estatales o regionales. Por eso es posible que echéis de menos la gran exclusiva de Quo sobre qué grado de curvatura lumbar hace atractivas a las mujeres, o el debate sobre acoso sexual en RTVE con las autorizadas voces de Salvador Sostres y Santiago Segura.
Violaciones y doble victimización
¿Imaginas que te violan y, meses después, te sigue un periodista para vigilar que estés siendo una buena mujer violada? Pese al esfuerzo de la Audiencia Provincial de Navarra por proteger la identidad de la víctima en el caso de los Sanfermines, El Español acechó a la denunciante de la supuestamente presunta violación múltiple de los Sanfermines.
El resultado fue el titular “La vida normal de la chica violada en San Fermín: universidad, viajes y amigas”. Gracias a este artículo sabemos dónde ha ido la chica de vacaciones, qué estudia y en qué universidad. El titular es un aviso a la víctima: podemos encontrarte.Pero no solo. Ya sabes: por si acaso te violan, cuídate de tener un pasado decente -la defensa presentó como prueba una imagen de ella con la frase “Hagas lo que hagas ponte bragas”- y de ser luego una buena víctima.
Otro ejemplo del juicio al que son sometidas las mujeres que denuncian una violación es de El País. El periódico global se permitió este tuit: “Ella no era ninguna santa”. En el artículo sobre la denuncia por violación de tres jóvenes a una menor en Aranda de Duero, reproduce conversaciones de los bares y la calle: “La madre se lo tenía que haber pensado antes de denunciar”, “le han jodido la vida a los chicos y le han jodido la vida a ella”.
¿Luego nos preguntamos por qué muchas víctimas no denuncian, o tardan en hacerlo? Se llama victimización secundaria, consiste en provocar un nuevo sufrimiento a la víctima posterior a los hechos (cuando los denuncia), y los medios son expertos en provocarla.
¿Qué es consentir?
En 2017 ha aterrizado en el entorno mediático el debate del consentimiento. Pero esto no significa que haya quedado claro. Valgan como ejemplo los siguientes tres titulares, machismo negro sobre blanco sostenido en la idea de que las mujeres son cuerpos a disposición de los hombres. En el primero, “Imputado un anciano de 86 años por intentar tener sexo con su mujer, de 82”, de ABC Aragón, lo que parece una agresión sexual se presenta como un hombre que negocia sexo con su compañera.
El titular original del segundo ejemplo era: “Multa por llamar de madrugada a una mujer para cantarle canciones de amor“, como se puede ver rastreando la URL. Diario de Mallorca rectificó por “Multa por llamar y enviar mails a una mujer pese a tener una orden de alejamiento” y añadió la acalaración: El hombre envió poemas y cartas amorosas a la víctima, además de cantarle por teléfono.
En el tercero, “Los policías drogaban a las gogós de Tito’s para tener relaciones sexuales”, tambión del Diario de Mallorca,se confunde violar con tener relaciones sexuales.
Violencia contra las mujeres
Sobre la cobertura de asesinatos por violencia de género, baste una búsqueda en Google para comprobar que las mujeres siguen “falleciendo” y “perdiendo la vida” cuandoson acuchilladas, degolladas o empujadas por un balcón. ¿Por qué se empeñan en ponerlas como sujeto de unos hechos de los que son víctimas?
Meter a asesino y asesinadas en el mismo conjunto de fallecidos también deja ver una lectura que exculpa al asesino: “Tres personas de la misma familia fallecen”.
Otro clásico del mal-trato de la violencia de género en los medios, junto al acudir a fuentes vecinales, es buscar fotos de la pareja feliz en Facebook. En el caso de Juana Rivas lo hizo, por ejemplo El Mundo.
Una variante de las mujeres que “mueren” y “pierden la vida”, que exculpan a los asesinos, consiste en culpar a factores externos de los asesinatos de las mujeres. Y, qué mejor culpable que ellas mismas. Para La Voz de Galicia, el asesinato de Loalwa perpetrado por dos asesinos que robaron en el negocio que dirigía, la apalearon, la metieron en un maletero de un coche que quemaron con ella dentro tiene un sujeto menos personal: “un culebrón”.
Columnistas señoros
El apartado de columnistas “señoros” merece un artículo aparte. Insisto en que, para acotar esta lista, me centro en medios generalistas y excluyo aquellos abiertamente provocadores y machistas (si alguien se queda con curiosidad, que se dé un paseo por Mediterráneo Digital, por ejemplo).
Mi selección de “señoros” incluye en primer lugar a Javier Marías, que niega que la violencia de género (a la que se niega a llamar “de género”) sea estructural en su artículo Lo terrible de estos crímenes: “La dificultad de combatir la violencia machista estriba en que en ella no hay conspiración ni proselitismo: cada sádico toma su decisión a solas”. “Lo cierto es que cada crimen machista va por su cuenta, con su historia particular detrás. […] Contra eso es muy difícil luchar”. Pues nada, ante los asesinatos de mujeres por ser mujeres nos aguantamos.
El segundo “señoro” se llama Alberto Estella y dice esto: “El mundo contempla incrédulo una plétora de denuncias por acoso sexual. Que si me puso la mano en la rodilla el siglo pasado, que si me dio un azote en el trasero cuando era chica, me amenazó con, cantan ahora las presuntamente acosadas, con detalles tan dolorosos como escabrosos”. Este “señoro”, además de una foto pobre en píxeles, tiene en su haber palabras como plétora y cartujos, para darse la autoridad que le restan sus palabras.
El tercer “señoro” se llama Manuel Molares y escribió en El Correo Gallego. Copio el arranque: “El miedo al feminismo radical consigue que pocos medios informativos se atrevan a recordar que hay mujeres que se entregan voluntariamente a hombres violentos sabiendo que pueden matarlas”. El tipo se atreve a hablar así después del primer asesinato machista de 2017, y se refiere a la víctima (a ellas y a todas las asesinadas por el terrorismo machista) como “yihadista suicida”. Este “señoro”, por suerte, fue debidamente contestado y El Correo Gallego prescindió de sus escritos.
No quiero abandonar este apartado sin una mención especial para Ramón Palomar en La Provincias, por su artículo sobre Mónica Carrillo.
Vueltas de tuerca
En realidad, muchas veces el tratamiento que los medios dan de asuntos que conciernen a las mujeres obedecen a un enrarecimiento de lo que somos, y creo que mucho de lo que acabamos de ver no existiría si los periodistas estuviesen dispuestos a hacer la prueba de la inversión: ¿Trataría esta información así si estuviera encarnada en un hombre?, deberían preguntarse antes de pulsar Publicar.
Un ejemplo reciente es esta pirueta que hizo en un tuit El País borrado poco después: “¿Deben las mujeres sin hijos asumir las horas de trabajo extra de aquellas que tienen reducción de jornada”. ¿Deben los redactores de El País con hijos asumir las horas extra de los redactores con jornada reducida?
Y vamos acabando. En este grandioso arte de hacer cosas raras cuando se informa de mujeres, este ejemplo es una genialidad: una mujer gana un premio y hacen un reportaje… ¡al jurado!
Piruetas que, por otra parte, son esperables en un ecosistema mediático en el que, cuando depredador es denunciado, hay titulares que confraternizan con el acosador…
Con información de: Pikara Magazine.