Según la Wikipedia, un refrán es una “frase de origen popular repetida tradicionalmente de forma invariable, en la cual se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza; particularmente la que está estructurada en verso y rima en asonancia o consonancia.”

La palabra refrán proviene del vocablo francés “refrain”. Los refranes (o paremias) se integran como parte del acervo cultural de una sociedad, como expresiones populares que se construyen y comparten con la intención de transmitir creencias o pensamientos basados en vivencias asentadas en constructos sociales concretos temporal e históricamente hablando. Los refranes han supuesto una vía de transmisión oral del saber y han pasado de generación en generación como un indicador de la cultura de una sociedad, un reflejo claro de la realidad cotidiana y del sistema de valores de la sociedad que los promulga.

El refrán como vía de expresión de la sabiduría del pueblo, no ha sido ajeno a la reproducción de estereotipos del hombre y especialmente de la mujer y por ende, del reflejo de las relaciones entre ambos en la cultura popular. Nuestro legado cultural y las formas en las que este se difunde y asienta, son factores a tener en cuenta a la hora de legitimar y mantener las relaciones desiguales entre ambos sexos, que llevan implícitas la subordinación de la mujer al hombre; el lenguaje es un medio de comunicación, espejo de la forma de pensar, es una forma de acceder a la realidad que nos rodea mediante su percepción, reproducción y, por qué no, interpretación. Y el refranero refleja esa forma de pensar, esa realidad y la interpreta.

El refranero (y no solo el español) ampara violencia física, sexual y psicológica contras las mujeres a las que viste con una copiosa lista de características negativas: habladoras, indiscretas, falsas, volubles, carentes de inteligencia, testarudas, egoístas, manipuladoras. A la hora de ensalzar “virtudes femeninas” el refranero es exiguo con las mujeres y las pocas que otorga van ligadas a lo que el sistema patriarcal espera de ellas: ser buena esposa y ama de casa. A las casadas se les pide recato y se sublima el erotismo de las prostitutas. Sin ninguna duda son más las paremias que asemejan o comparan mujeres y animales, justifican la violencia sobre ellas o culpan a las mujeres de la actitud de su marido. ¿Ejemplos?

· “La mujer es el piojo del hombre” (República Dominicana)

· “A la mujer y a la cabra, soga larga” (Nicaragua)

· “La mujer como la escopeta cargada y en un rincón” (México)

· “A la mujer y a la burra, cada día una zurra” (España)

· “Con la mujer, ojo alerta, mientras no la vieres muerta” (España).

Si consideramos al refranero como indicador cultural de una sociedad, la nuestra es profundamente androcéntrica. Además, aunque hoy en día su empleo es minoritario y está restringido a determinadas zonas, responde a una pervivencia inconsciente de determinados valores y se corresponde con la interiorización del sistema patriarcal y el apuntalamiento de unos estereotipos femeninos caducos.

Confiemos en que las grandes transformaciones económicas, políticas y sociales que se han producido en las últimas décadas de la mano del feminismo, se traduzcan en un cambio visible en el contenido de las representaciones simbólicas de la cultura popular que no son más que el reflejo de los valores y principios que vertebran la sociedad

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