Uniformes y ropa de trabajo sexista: ¿una forma de violencia?
Ellas con falda, ellos con pantalón. Es el símbolo estereotípico que separa lo masculino de lo femenino, dibujado en baños y en cajas de productos que tienen versión en rosa y azul: frente a los picos del vestido que sobresalen del cuerpo de la mujer, la figura del hombre es recta, aparentemente neutra. Pero esta división, a veces, va mucho más allá de lo inmóvil: se asume con normalidad que los uniformes de algunas profesiones están marcados por el género. Ellas con falda, pero también con medias de un grosor específico, tacones, blusa apretada o camiseta escotada según el sector, maquillaje obligatorio –pero que dé la impresión de no llevarlo– y labios pintados de rojo; ellos con la cara lavada, camisa, pantalón recto y zapato de cordones.
Estas son algunas de las especificaciones reales que dan actualmente algunas empresas en un proceso de contratación. En ocasiones se define de manera obligatoria a través de un uniforme impuesto; otras, con consejos repetitivos y constantes que amedrentan a las trabajadoras para que ajusten su imagen a la identidad empresarial.Leer más