Subvaloración, edadismo y maltrato económico son algunas de las formas de violencia contra las personas mayores que se describen en la literatura científica global, pero ¿existen en Cuba?, ¿cómo se manifiestan? ¿hay herramientas para prevenirlas y atenderlas? Para responder estas interrogantes, SEMlac invitó a tres profesionales de la psicología de diferentes espacios de la Universidad de La Habana: Teresa Orosa, presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor; Andy Luis Marrero Vega, profesor de la Facultad de Psicología, y Rachel Lambert Correoso, del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM).

Según su experiencia, ¿considera que existen manifestaciones de violencia contra las personas mayores en Cuba? ¿Se puede hablar de la presencia de edadismo en el país?

Teresa Orosa: Pues sí, existen diversas manifestaciones de violencia contra las personas mayores en el mundo entero y en Cuba también. Y, por supuesto, también hay amplia presencia de edadismo, entendiéndolo en relación a cómo pensamos, sentimos y actuamos de forma discriminatoria hacia las personas -o hacia uno mismo- respecto a la edad. Por supuesto, esto también puede cumplirse hacia otras edades, pero se agudiza hacia las personas mayores, de tal manera que habitualmente se usa como sinónimo de discriminación hacia las personas mayores por el concepto de la edad.

Andy Marrero Vega: Sí creo que existen en Cuba manifestaciones de violencia contra las personas mayores; entre otras razones, porque la concepción o la forma en que se está manejando la violencia cada vez es más compleja, como compleja es la vida cotidiana. Actualmente se visualizan otras formas de violencia que van más allá del maltrato físico e incluyen variantes más encubiertas como el maltrato psicológico, la agresión verbal e incluso el abandono y la negligencia. Se habla también, últimamente, del maltrato patrimonial, que se refiere a cuando se priva a las personas de determinados bienes. Todas esas manifestaciones de violencia ocurren hoy en Cuba, en el contexto de una sociedad altamente envejecida.

Con respecto a la presencia de edadismo, algunas pesquisas iniciales de mi investigación de pregrado sugieren que hay presencia de edadismo entendiéndolo, según la definición que da la Organización Mundial de la Salud (OMS), como “la manera en la que pensamos, sentimos y actuamos hacia nuestra edad y la edad de los demás, sobre todo orientada de forma negativa y con una visión limitante”.

De acuerdo con esa definición teórica, sí hay edadismo en las instituciones, en las comunidades y existe una expresión interiorizada, o sea, subjetivada, de estas representaciones sociales negativas, construida desde la imposibilidad, la dependencia, etcétera, que se asocia como características propias de las personas mayores. De hecho, es una cuestión preocupante, pues es reproducida incluso por quienes se encargan de llevar a cabo proyectos educativos orientados a las personas mayores.

Rachel Lambert Correoso: Sí existe violencia hacia las personas mayores en Cuba, algo que parecería increíble dado el grado de envejecimiento demográfico que tenemos en el país. La violencia existe, principalmente, relacionada con la presencia de edadismo en el país que, de hecho, está muy arraigado; no solamente desde otros grupos etarios hacia las personas mayores, sino dentro del mismo grupo etario de 60 años y más. Igual que, a veces, las mujeres son reproductoras de roles y estereotipos de género, las personas envejecidas suelen reproducir estereotipos que se les asignan. Ciertamente, cuando se tiene una edad avanzada, a veces se pierden una serie de capacidades para hacer y ejecutar algunas actividades, pero esta

pérdida tiende a exagerarse como parte de la cultura, como parte de la sociedad y entonces se limita a las personas mayores a realizar una serie de actividades y esto es una forma de violencia.

¿Cómo se manifiesta este fenómeno y cuáles son las experiencias que más éxito han tenido en la lucha contra la violencia asociada al envejecimiento en Cuba?

TO: La violencia hacia las personas mayores se puede expresar en un amplio espectro, que va desde las más evidentes, como la violencia física, psicológica, hasta otras que son un poco más sutiles o invisibles y que tienen que ver con exclusiones de las personas mayores en determinados proyectos, concursos, etcétera. Si tuviera que distinguir, entre las múltiples experiencias que en nuestro país se han llevado a cabo contra la violencia asociada al envejecimiento, destacaría particularmente tres, que tienen que ver con dos dimensiones importantes: la educación y la protección.

De estas tres experiencias, la primera es la creación de las cátedras universitarias del adulto mayor en todo el país, conocidas en el mundo como Universidad de ls Tercera Edad; porque no basta con que los derechos estén escritos; hay que saberlos y socializarlos; interpretarlos. Eso ha sido, dentro de la acción de la cátedra, un aspecto importante a desarrollar en su programa de educación. La segunda experiencia, vinculada al tema de la violencia hacia las personas mayores, está en el Código de las Familias, porque la cuestión de los cuidados ha sido muy tratada dentro de este instrumento legal y de reconocer y garantiza varias figuras como, por ejemplo, la protección a la comunicación de abuelos y abuelas con nietos y nietas. Por las más diversas circunstancias, ese afecto ha sido muy lastimado y violentado cuando ocurren estas situaciones y entonces los abuelos se quedan desprotegidos con respecto a la continuidad en el acceso a sus nietos. También en el Código de las Familias aparece un capítulo completo dedicado al tema de los derechos de los mayores, así como sus deberes.

Y la tercera experiencia importante tiene que ver con la educación, pero desde los medios, y son los diversos programas televisivos y radiales (Fe de vida, Sigo aquí, entre otros similares). Son experiencias concretas, estables y que han contribuido a esta lucha contra la violencia asociada al envejecimiento, garantizan conocimiento de los derechos, explican formas de protegerse y, sobre todo, parten de un concepto de la persona mayor como sujeto de derecho, desde su concepto de ciudadanía y no vinculada al paradigma más involutivo, como lo eran el “pobrecito” abuelo o las “pobrecitas” personas mayores.

AMV: Bueno, estos fenómenos de los maltratos y los edadismos -que vale la pena decir que no son exactamente lo mismo, aunque dentro de la dimensión comportamental de lo que es el edadismo sí se puede incluir el maltrato como acción de discriminación basada en edad-, pues se manifiestan tanto de forma consciente como inconsciente, de ahí su complejidad. Maltratar no solo es la agresión física, también se discrimina y maltrata desde la sobreprotección y el paternalismo.

Si tenemos en cuenta las formas en las que se manifiestan los maltratos, hay diferentes tipologías: físicos, económicos, psicológicos, negligencia o abandono, etcétera. El edadismo, en tanto, se manifiesta sobre todo en tres dimensiones: la institucional, que sería un poco la más macro, un nivel intermedio que tiene que ver con la interpersonal: grupos y comunidades; y un nivel más micro, incluso personal, que tiene que ver con el actuar y con cómo las personas asumen estas representaciones y prácticas como parte de su propio discurso.

Hay tres acciones fundamentales en las que la lucha contra este flagelo se debe orientar. La primera, más general, es el diseño y la implementación de políticas públicas, para lo cual yo creo que también haría falta que desde la academia y la ciencia se aporten más datos como insumos importantes para su diseño. La segunda estrategia de intervención y acción exitosa probada es la acción educativa o la intervención en contextos educativos. Esto tiene que ver también con las prácticas que nosotros realizamos como docentes y parte del consejo técnico asesor de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor.

Y un tercer elemento, una tercera dimensión de intervención, sería el contacto intergeneracional, que es muy importante porque estamos hablando de que muchos de estos conflictos tienen raíces en valores y patrones de comunicación, cuestiones simbólicas, que se están manejando detrás de los imaginarios de cada una de estas generaciones. Los diálogos intergeneracionales, entonces, disminuyen esta ansiedad, este miedo, este temor, estas concepciones erradas.

RLC: Existe un montón de estereotipos y discriminaciones alrededor de las personas de la tercera edad que clasifican como edadismos. Desde la negación del envejecimiento activo, la limitación a la práctica de ejercicio físico o deportes; hasta la actividad sexual, que suele ser un tabú. Todo está relacionado con el edadismo. La disminución de las capacidades también suele implicar una disminución de autoridad, de independencia, de individualidad, por ejemplo, cuando se les dice: “No abuelo, tú no opinas en esto porque ya tú eres viejo” o “No mami, no compres eso que ya tú estás vieja, tú no estás para eso, ya no estás para estar haciendo ese tipo de cosas”. Yo creo que esas son expresiones muy claras y comunes, parte del sentido común de la sociedad cubana, que son evidencias de violencia.

Como experiencias interesantes destacaría el Encuentro Nacional de Estudiantes de Psicología. Una de las sesiones del encuentro es la gran feria comunitaria, a raíz de la cual se hacen talleres con personas de todos los grupos etarios, diseñados respondiendo a las características de cada grupo. Otra experiencia que me parece fenomenal es la Cátedra del Adulto Mayor y todas las dependencias que tiene a lo largo del país. En cada municipio hay una rama de la cátedra, con un aula donde se imparten las clases, donde las personas mayores se hacen universitarios; los profesores son también personas mayores; entre otras iniciativas.

Es importante reconocer la importancia y papel que juega la persona mayor en el nuevo Código de las Familias, es un avance social, que ya está escrito en nuestras normas, en las leyes que rigen la sociedad y que ayudará muchísimo a eliminar un poco la violencia.

Otra experiencia positiva que tiene que ver con este desafío ha sido la actualización de la Política de Atención a la Dinámica Demográfica, encaminada también, entre otros objetivos, a la protección y el cuidado de las personas mayores. Y cuando hablo de protección y cuidado, no hablo de un enfoque asistencialista, lastimero; sino de una protección y cuidado desde el principio del envejecimiento activo, desde el respeto a los derechos de las personas mayores, incluso lo sexuales y reproductivos; desde el fortalecimiento de esas personas mayores como fuerza de trabajo, si quieren serlo, y desde la prevención de todas las violencias hacia ellas.

¿Cuáles son los desafíos que existen para el futuro?

TO: Desafíos como sociedad tenemos muchos, creo que se trata de ir posicionando una nueva cultura gerontológica, donde se parta de ese concepto de la persona mayor como sujeto de derecho desde su civismo y su ciudadanía, y no desde sus abuelidades únicamente. Conozco que esto está siendo muy trabajado por el subgrupo de envejecimiento en las Políticas de Atención a la Dinámica Demográfica. Hay un gran reto que es trabajar con la amigabilidad de la persona mayor; no basta solo con declararnos como entornos amigables, sino que es necesario implementar eso desde los conceptos de trabajo en las comunidades. Creo que todavía prima una cierta gero-improvisación en el abordaje, en el asumir proyectos y creo que las personas y sectores que hoy trabajan con las personas mayores, todos, estamos llamados a estudiar las características de esta generación, porque no solamente ha habido un cambio demográfico, sino también un cambio de tipo generacional y eso hace que haya que saber cuáles son las necesidades auténticas de esta nueva generación de mayores. Hay que preguntarle a la persona mayor. Hay que partir del diagnóstico con las personas mayores. Otro de los desafíos que tenemos, y que llevamos de manera activa, es la posibilidad de crear una Asociación Cubana de Personas Mayores, que puede contribuir al bienestar de los mayores y a luchar contra la violencia hacia estas personas.

AMV: En una sociedad altamente envejecida como la cubana tenemos que promover una cultura gerontológica diferente, donde la persona mayor no sea vista desde una representación de dependencia, de vulnerabilidad, pues esta es una posición precisamente edadista. Desde la academia y la ciencia creo que faltaría un poco, porque se queda muchas veces a nivel discursivo. Hay que aportar, proveer insumos a partir de datos y resultados concretos de investigaciones que permitan el proceso de toma de decisiones.

RLC: En cuanto a los desafíos, el más claro es lo acelerado del envejecimiento en Cuba. Ahora mismo somos un país con vejez demográfica. De acuerdo con los índices demográficos, más del 12% clasifica como vejez demográfica y Cuba está en más del 20. Y según las proyecciones estadísticas que se han hecho para los próximos 10 o 15 años. aumentará muchísimo más. Entonces yo creo que ese es el desafío más claro; cuando la vida y la sociedad te están demostrando que mientras más alto es el grado de envejecimiento, más se refuerzan estereotipos vinculados con el edadismo; una pregunta que marca ruta es cómo eliminas, cómo trabajas con este edadismo, en un país que cada vez derá más envejecido.

Es importante disminuir las expresiones de edadismo en la sociedad, principalmente porque están relacionadas con una fuerza de trabajo, con un capital humano que continúa trabajando, pese a que ya pasó la edad de su jubilación; que se jubilan, se vuelven a recontratar y siguen siendo fuerza de trabajo para el país.

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