La Habana, noviembre (SEMlac)-. Desmontar prejuicios, herencias patriarcales y resistencias culturales y estructurales que están en el origen de las violencias machistas clasifican entre los principales desafíos identificados por especialistas y periodistas, en una jornada de debate en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana.
El panel “Desafíos para la implementación de la legislación contra la violencia en Cuba”, celebrado el 24 de noviembre, invitó a analizar cómo se complementan hoy en el país varias legislaciones para juzgar las violencias de género e intrafamiliares y los retos que se derivan de esa propuesta.
Para la jurista Tania de Armas Fonticoba, experta penalista y profesora de la Universidad de La Habana, un desafío importante es creer que, porque tenemos estas leyes aprobadas, “estamos en un punto de llegada”.
“Es necesario reconocer que estamos apenas en un punto de partida y que debemos desmontar muchos mitos para lograr que estas leyes se implementen y ayuden a atender el problema de la violencia de género”, explicó De Armas a SEMlac.
Con ella coincidió la también jurista Ana María Álvarez-Tabío Albo, profesora principal de Derecho de Familia de la Universidad de La Habana. En su opinión, la aprobación del Código de las Familias, el 25 de septiembre, es el inicio de “una larga etapa” hasta su implementación efectiva.
Para Álvarez-Tabío, el reto mayor de este momento “está en la preparación, en la sensibilidad, en ser capaces de detectar las manifestaciones de violencia en un espacio como la familia, que es –o debe ser- un lugar de amor y solidaridad”.
La especialista hizo un recorrido por algunas de las legislaciones que integran esa gama de normas que, si bien no están dedicadas exclusivamente a las violencias, sí contribuyen a su prevención y sanción.
Ese abanico legislativo incluye al recién aprobado Código de las Familias, pero también al nuevo Código Penal que entra en vigor el próximo diciembre, la Ley 143 “Del Proceso Penal”, la 141 o “Código de Procesos” y la 142 “del Proceso Administrativo”, todas aprobadas a fines de 2021, entre otras.
Igualmente, fueron identificadas otras normas de alto rango, como el Programa para el Adelanto de las Mujeres (PAM) y la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar. Para complementar ese escenario, se deben ir sumando protocolos de actuación de instituciones y organismos de la administración central del Estado.
De Armas aplaudió que “se ha comprendido la necesidad de una mirada inclusiva a la legislación penal y procesal” y que se observa una intencionada y enfática protección a las víctimas en estas legislaciones, especialmente a las que han sufrido violencia de género.
Según esta experta, un paso importante sería “potenciar la prevención” y que en ella “se involucren todos los actores de la sociedad”.
“La violencia no puede abordarse solo desde el Derecho. Se deben terminar, implementar y evaluar los protocolos en todas las instituciones”, indicó De Armas.
A su juicio, otro de los mitos es “pensar que el Derecho Penal solucionará el fenómeno de la violencia de género”, insistió la experta. Este es el último escalón, la última opción, y se debe llegar a ella cuando ya las alternativas de prevención, educación, sensibilización –y la implementación de otras leyes civiles y administrativas- han fracasado.
En tanto, Lisy Alina Jorge, oficial de protección del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Cuba, identificó algunas de las interconexiones que existen entre la violencia de género y aquella que se ejerce contra niñas, niños y adolescentes, así como varios desafíos para su abordaje.
Entre las interconexiones, enumeró las normas sociales compartidas como herencia del patriarcado, el ejercicio de las masculinidades hegemónicas, la reiterada práctica de culpabilizar a las víctimas y las inequidades de género; entre otras.
En un hogar donde hay violencia de género, es muy probable que exista también maltrato hacia las niñas y los niños. Esto tiene un nexo generacional: una persona perpetradora de violencia tiene gran probabilidad de haber recibido maltrato en su infancia, explicó Jorge, también jurista.
A su juicio, los principales desafíos se concentran en una aún insuficiente visibilidad de la problemática, pues “aun cuando hemos avanzado, se mantiene la naturalización de ambas violencias en nuestro contexto cotidiano”, explicó.
Pero también la necesidad de generar evidencias y datos desagregados en torno a la violencia; la transformación de normas sociales y de género; la capacitación de actores institucionales, el fortalecimiento y articulación de los servicios de protección, atender a la ocurrencia de violencia en los espacios digitales y la necesidad de otras normas jurídicas.
Durante la jornada también se presentó Golpes de click: un acercamiento a la ciberviolencia de género contra mujeres en el contexto cubano actual, documental recién salido de las aulas de la Facultad de Comunicación (FCOM), de la Universidad de La Habana.
“Es un material realizado para un público interesado en la realidad cubana actual. Se desarrolló con pocos recursos, pero con testimonios y elementos gráficos capaces de trasmitir el mensaje. Para lograrlo, fue importante que las entrevistadas conversaran, sin tabúes, sobre sexualidad, identidad de género, el culto al cuerpo femenino, entre otros asuntos”, explicó su creadora, Laura López Montoto, recién graduada de Periodismo.
Tanto en los testimonios de las víctimas, como en las intervenciones de las especialistas, se enfrenta todo tipo de discriminación, se explican las causas y consecuencias de la ciberviolencia, así como las acciones necesarias para su erradicación.
Igualmente, Osmayda Hernández Beleño, integrante del Secretariado Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), y Dalia Acosta, del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba, presentaron los últimos productos de la Campaña “Generación Igualdad”, que integra una estrategia de comunicación específica con el tema “Desmontando estereotipos de género”.
Desde el público, Isabelle Ryckebusc, consejera de Política y Prensa de la Embajada de Francia en La Habana, compartió algunas estadísticas de la ocurrencia de violencia en su país y posicionó esta problemática como un asunto global, con manifestaciones similares, iincluso, en contextos diferentes.
“La violencia contra las mujeres a veces se minimiza e incluso se fomenta mediante estereotipos. La legislación y los mecanismos son esenciales para proteger y castigar, pero son insuficientes. Es importante llegar a la raíz del problema: la educación y la información son, por tanto, esenciales”, apuntó Ryckebusc.
En tanto, Elena Gentili, directora de Oxfam en Cuba, destacó los cambios importantes que se han dado en los últimos años en el país y llamó a reflexionar acerca de las causas de la permanencia de las violencias y cómo podemos mejorar los esfuerzos de articulación para prevenirlas y enfrentarlas.
Por su parte, Marisol Alfonso de Armas, representante auxiliar del UNFPA en Cuba, llamó la atención sobre cuánto queda por trabajar en el desmontaje de normas sociales y culturales que están en el origen de las violencias.
Es uno de los asuntos en los que más nos cuesta avanzar, pese a llevar muchos años identificando y trabajando sobre el problema, reflexionó Alfonso y llamó a hacerlo desde la articulación de actores sociales y programas diversos de intervención.
El encuentro resumió un año de alianzas para el abordaje de las violencias machistas desde la comunicación, la cobertura mediática con perspectiva de género y el tratamiento de las dinámicas demográficas y sus intersecciones.
Como consenso, quedó la necesidad explícita de avanzar hacia la construcción de una legislación integral para atender la violencia de género.
Para De Armas, sin embargo, ese objetivo final debe irse trabajando a partir de garantizar “que se vayan implementando correctamente, eficazmente, las legislaciones con las que ahora contamos”. Si no se cambian patrones culturales, imaginarios sociales muy arraigados en quienes operan el Derecho y en la sociedad toda, aunque lleguemos a una ley integral, no será suficiente.
Hernández coincide y describe el momento actual como la subida por una escalera donde, en los peldaños finales, se encuentra la ley integral.