Imaginarios machistas en la encrucijada de las violencias

Transformar imaginarios y conductas que apuntalan al machismo no es tarea sencilla. Aunque buena parte de los cambios en este sentido, hoy día, se deben a las luchas y movilizaciones de los movimientos feministas y de mujeres, todavía quedan muchos prejuicios que vencer en el camino de la emancipación y la justicia para las mujeres, en todas sus variantes.Así lo confirma la presentación del informe Rompiendo Moldes – Argentina, realizado por un equipo de investigación de LatFem, Periodismo Feminista, y Oxfam Argentina, y presentado mediante un panel virtual el pasado primero de julio.
Luego de 1.127 encuestas presenciales, 14 grupos focales con jóvenes entre 15 y 25 años y 25 entrevistas a profundidad con especialistas y periodistas en varias regiones del país, los resultados apuntan a la supervivencia de mitos, normas y criterios sexistas que alimentan entre jóvenes un imaginario patriarcal.

Perviven focos machistas
Cuando se habla de violencia hacia las mujeres, pareciera haber mucha claridad y rechazo, advirtió Mariana Paterlini, una de las investigadoras. Pero esos criterios varían cuando se cambia el foco de la pregunta hacia lo que hacen sus amistades.
Así, por ejemplo, más del 90 por ciento de muchachas y varones expresaron su desacuerdo con ver normal que las mujeres aguanten violencia o que un hombre tenga derecho a corregir y disciplinar el comportamiento de las mujeres.
Sin embargo, 28 por ciento reconoce que la mayoría de sus amistades son partidarias de no meterse en peleas de parejas y alrededor del 70 por ciento expresa que muchos de sus amigos varones todavía revisan el celular de su pareja.
Otra expresión polémica de violencia, el piropo callejero, despierta diversas interpretaciones: si bien más del 90 por ciento de la muestra lo rechaza, 55 por ciento de los varones y 40 por ciento de las mujeres creen que sus amigos y amigas todavía aceptan esta práctica, “lo que denota frecuencia en su uso entre jóvenes”, acotó Paterlini.
Por ese camino de mitos y leyendas, 21 por ciento de los varones de 15 a 19 años consultados siguen creyendo que los celos son una prueba de amor.
En materia de libertad sexual, las mujeres salen poco beneficiadas, según las ideas de las y los jóvenes entrevistados: 55 por ciento de los varones y 47 de las muchachas creen que para sus amistades es aceptable que los hombres tengan relaciones sexuales con distintas personas, frecuentemente. Porcentajes que caen a 37 y 31 por ciento, respectivamente, si son ellas quienes protagonizan esos lances.
A modo de resumen, 78 por ciento del total de la muestra cree que los varones tienen mayor deseo sexual que las mujeres.
En cuanto a la libertad reproductiva, emergen polarizaciones y datos contrastantes, apuntó Paterlini y citó como ejemplo que casi la mitad (45 %) de la muestra sostiene que algunas de sus amigas apoyan la idea de que todas las mujeres deberían ser madres, en tanto 75 por ciento dice estar de acuerdo con que aborten en caso de embarazos no deseados.

Para Santiago Nabaes, otro de los autores del estudio, alarma también el predominio en el pensamiento juvenil de que no existe una desigualdad de género considerable entre hombre y mujeres.
“El efecto de este imaginario es la subestimación e invisibilización de las desigualdad existentes y su naturalización”, comentó Nabaes.
Que los varones provean el hogar y las mujeres se encarguen del cuidado familiar encontró aceptación en 28 por ciento de los varones y 15 por ciento de las muchachas entre 15 y 19 años.
Respecto a la aceptación de la diversidad, la práctica y expresión públicas de mujeres lesbianas y trans, también emergieron posturas contrapuestas entre la aceptación personal y la práctica de terceras personas.
Si bien más del 90 por ciento de las y los jóvenes entrevistados dice estar de acuerdo con que las personas asuman la identidad de género que deseen, a la vez 70 por ciento estima que la mayoría de sus amistades no está de acuerdo con eso.
La investigación identificó como imaginario positivo que, gracias al feminismo, se ha visibilizado la violencia de género y se están produciendo transformaciones en las costumbres, lo que implica una mayor libertad y respeto por los derechos de las mujeres.
Constató, igualmente, una tensión en ese punto: los varones perciben o expresan más cambios a favor de las mujeres que ellas mismas.
“Creemos que hay una suerte de reacción, porque los cambios operados han implicado una pérdida de privilegios y un señalamiento a ellos como responsables, lo que hace que los varones sean mucho más sensibles a veces a expresar estas trasformaciones”, sostuvo Nabaes.
El estudio revela, además, la tendencia positiva a identificar la violencia como problema grave, ante el cual deben actuar las autoridades. “Por un lado, los y las jóvenes apuestan tanto por el aumento de castigos como a la educación y la prevención, sin entender que estas estrategias son contradictorias y excluyentes; es decir, hay una carencia de problematización”, comentó Nabaes.

Del mito a la realidad
Esos y otros imaginarios sexistas constatados por el estudio y que pautan no pocos comportamientos en la vida diaria, se traducen en crudas realidades para las mujeres.
“América Latina y el Caribe es la segunda región más letal para las mujeres después de África”, precisó Damaris Ruiz, coordinadora de Derechos de las Mujeres de Oxfam en Latinoamérica y el Caribe.
Ruiz citó otros datos: en 2018 Naciones Unidas reportó para la región un femicidio o feminicidio cada dos horas y media, en tanto, el Observatorio de igualdad de género de la Cepal precisa que al menos 10.124 mujeres fueron asesinadas por razones de género en los últimos tres años.
“Esta pandemia, que genera tan poca atención y pocos compromisos se exacerba ante algunas situaciones como las que estamos viviendo actualmente como la covid-19”, agregó.
Por ello insistió en la urgencia de cambiar los imaginarios y las normas sociales como dimensión fundamental de la prevención de la violencia machista, creer en el potencial transformador de las juventudes y en el liderazgo de las organizaciones feministas para producir esos cambios de forma profunda y sostenida.
Con estudios de este tipo apoyados por Oxfam en nueve países de la región, también se identifican avances, en medio de grandes desafíos, añadió Ruiz y expuso varios ejemplos.
Si bien 86 por ciento de jóvenes de 20 a 25 años de edad en la región cree que nadie debería meterse en peleas de pareja, en Argentina esa proporción baja significativamente.
Pero tampoco es un dato para conformarse, aseguró: si bien10 por ciento de los varones lo sostiene, cuando se les pregunta por lo que hacen sus amistades la proporción sube a 28 por ciento.
“Aunque sean datos bajos, siguen siendo preocupantes porque no se trata de peleas privadas, sino de interés para toda la sociedad”, apuntó.
Semejante reflexión hizo respecto al aborto, “otra enorme deuda que las sociedades y los Estados tienen con la mita de la población”.
En la región, 68 por ciento de las mujeres y 76 por ciento de los hombres de 15 a 19 años creen que es incorrecto que una mujer aborte; en Argentina lo sostienen 39 por ciento de los varones y casi 24 por ciento de las muchachas en esas edades.
Para Victoria Tesoriero, subsecretaria de asuntos políticos de la nación e integrante de la campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito, es necesario seguir visibilizando los núcleos duros de resistencias y desigualdades.
Destacó que en los últimos años los feminismos han impulsado un cambio inédito en Argentina, como proceso de subversión y cuestionamiento del orden patriarcal, pero queda trabajo por delante, agregó, en referencia a los imaginarios vigentes sobre el control de los cuerpos de las mujeres.
“Tenemos todavía un gran trabajo sobre nosotras mismas para correr el velo del patriarcado y visibilizar y problematizar las discriminaciones que vivimos”, puntualizó.
Queda mucho por hacer, insistió también la funcionaria de Oxfam en Latinoamérica y Caribe, región que cuenta con marcos jurídicos que sancionan las violencias contra las mujeres, dijo, pero también carece de suficientes esfuerzos para prevenirlas y acceder a la justica, en medio de una alta impunidad e influencias de grupos conservadores y tolerancia social frente al machismo que no están permitiendo los avances tan urgentes y necesarios para esta región.
Los compromisos de los estados son fundamentales, agregó Ruiz, quien insistió particularmente en las políticas educativas, de salud y comunicación. “Donde existen leyes de educación sexual y reproductiva se puede ver un cambio y donde no las tenemos, aparecen las peores situaciones”, señaló.

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