Existe consenso en que los medios de comunicación pueden ser una importante herramienta para visibilizar y prevenir la violencia de género, pero un mal tratamiento puede llevar a naturalizar estereotipos o causar más daño a las víctimas. ¿Cómo lo hacen hoy los medios cubanos? ¿Avanzan o retroceden? Para reflexionar sobre el tema, No a la Violencia invitó a la periodistas Dainerys Mesa, de la revista Somos Jóvenes, quien cursa su maestría en Demografía; Lisandra Fariñas, del diario Granma, especializada en temas de género y salud y Claudia Martínez, de la revista Bohemia, quien recientemente terminó sus estudios con una tesis acerca del tratamiento de los temas de género en la producción audiovisual cubana.
¿Se aborda más la violencia de género en los medios actualmente? ¿Qué características predominan en este abordaje?
Dainerys Mesa: Sin dudas el tema ya está en los medios, a diferencia de hace más o menos una década. El abordaje depende del medio en el que se trate, de la educación en temas de género que tiene quien lo hace. Pero creo que, de manera general (salvo algunas especificidades), se hace de forma superficial. Tanto los públicos, como los emisores, asumen la violencia siempre ligada al maltrato físico, por eso quedan fuera muchas otras manifestaciones de violencia que deben visualizarse y abordarse desde la mirada de especialistas.
Lisandra Fariñas: Abordar la violencia de género, creo, sigue siendo una deuda de los medios de prensa en Cuba, en sentido general, si bien podríamos decir que vemos el tema representado con mayor frecuencia. Lo que sucede es que muchas veces queda apenas encasillado en mencionar el fenómeno sin tener detrás un análisis o explicación que tenga en cuenta elementos culturales, de políticas, estadísticas, investigaciones. Y, por supuesto, muy poco ayudan a visibilizar el problema.
Claudia Martínez: Sí, creo que sí. Todavía queda muchísimo por avanzar, pero en los medios existen cada vez más profesionales interesados en estudiar las distintas aristas de la violencia de género y mostrarlas a sus audiencias. Considero que la violencia física, sexual y psicológica siguen siendo las más abordadas y que pudiera trabajarse mucho más con la violencia de tipo económica, simbólica, institucional y estructural.
Muchas veces los profesionales de los medios, en el afán de reflejar la violencia de género, pero sin el conocimiento necesario sobre el tema, caen en la reproducción de estereotipos, patrones machistas, sexismo y, en vez de denunciar este fenómeno, contribuyen a su legitimación y naturalización.
¿Cuáles son los aciertos y los desaciertos principales de la mirada que la prensa da al fenómeno de la violencia?
DM: Entre los aciertos están que, en determinados contextos, se habla de otros tipos de violencia más que de la física; se evita revictimizar a las personas violentadas; se sensibiliza a los públicos y se les ofrece orientación de hacia dónde dirigirse en tales casos. Entre los desaciertos: la forma de pensar la violencia de género continúa siendo muy esquemática y superficial; seguimos usando términos como violencia doméstica y crimen pasional, cuando se trata de algo diferente. Muchas veces no se busca la asesoría adecuada y los criterios que se incluyen en los trabajos no son del todo oportunos.
LF: Un problema es que el tema aparece, al menos en la prensa nacional y desde mi experiencia, asociado a algún evento puntual (salvo excepciones, como la revista Mujeres, por ejemplo). No existe sistematicidad, y en la televisión suele ser más esporádica su aparición, al menos en espacios informativos, casi siempre en forma de entrevista a algún experto, sin adentrarse en la investigación.
Si bien creo se ha ganado terreno en reconocer que este es un problema también de salud para la mujer cubana, por ejemplo, falta ampliar el diapasón de análisis. En ello puede influir la poca sensibilización que existe aún con el tema, queda quizás en tierra de nadie, pues no suele ser una línea editorial, viene a veces a ser trabajado por motivaciones personales del periodista. Y falta entonces esa intencionalidad de reconocer que es un fenómeno que existe, aumenta cada día y sobre el cual mucho debemos hacer.
CM: A veces la prensa es demasiado triunfalista en cuanto a la situación de la mujer cubana y, si bien tenemos que poner por todo lo alto los logros alcanzados, que han sido muchísimos, también deberíamos trabajar más en reflejar lo que nos queda por lograr y por qué no lo hemos alcanzado.
Se trabaja mucho en las historias de vida, los dramatizados, pero faltan trabajos profundos que revelen datos, comparaciones, opiniones de expertos sobre la situación de la violencia de género en Cuba.
No se puede dejar de reconocer que han aumentado los espacios que reflejan y denuncian la violencia de género, que existen cada vez más profesionales estudiando el tema, interesándose por evidenciarlo y comprometidos con la lucha por la eliminación de la violencia de género, pero siguen siendo los medios espacio de reproducción de los roles tradicionalmente femeninos y masculinos. Continúan los espacios humorísticos en los que se realiza con frecuencia un humor que denigra la imagen de la mujer, la segmenta, reduce a objeto sexual o alimenta la idea de la histeria femenina. Algunos videos clips que se muestran en la televisión, por no hablar de los medios y espacios no tradicionales, reflejan de manera acrítica la mujer sexy, como un objeto sexual, o bien desde la idea de la hembra sometida por el macho al placer, o bien como la tigresa que somete a los hombres invirtiendo los roles aparentemente, pero transmitiendo la misma violencia.
Un asunto a destacar, en mi opinión, es que han aumentado los mensajes de bien público en la televisión referidos al tema de la violencia de género. Pudiera discutirse si son perfectibles o no, pero lo cierto es que durante mucho tiempo no existieron y actualmente están y denuncian una situación real.
¿Qué elementos no podrían faltar en tratamiento de la violencia en los medios? ¿Cómo conseguir mejores tratamientos del problema?
DM: El esclarecimiento de los distintos tipos de violencia de género, una explicación detallada de cómo identificar cada uno, la opinión de especialistas en el tema. Urge ofrecer herramientas para que las posibles víctimas sepan identificar cuándo son violentadas y qué hacer ante esto. Por supuesto, para ello es necesario que periodistas y comunicadores participen en las acciones de superación que al
respecto proponen las instituciones docentes vinculadas con los medios. Leer, estudiar por cuenta propia y, lo fundamental, asumir una conciencia de género.
LF: Capacitación a periodistas pero también a directivos que contribuyan a esa sensibilización, a entender qué pasa y por qué pasa. Si bien se imparten cursos, por ejemplo, en el Instituto Internacional de Periodismo, deberían ampliarse estos espacios y deberían asistir no solo periodistas, sino también decisores.
Por otra parte, hay limitaciones para acceder a la información, herencia quizás de la mentalidad de plaza sitiada que ha predominado en nuestra prensa. Los estudios públicos del tema en Cuba son limitados y las estadísticas oficiales tan generales, que resulta difícil adentrarnos en cómo se comporta el fenómeno por género, color de la piel, edad, territorios, etcétera.
Abordarlo en su justa medida tiene que ser un interés compartido desde las instituciones cubanas y de los medios.
CM: No puede faltar en el tratamiento de la violencia en los medios el intentar desmontar los mitos, los estereotipos existentes sobre la violencia. Hay que demostrar que no es un tema que se resuelve individualmente, por supuesto, que comienza por la toma de conciencia de cada individuo, pero es un fenómeno colectivo, social, público, en el que es de especial importancia la labor de todas las instituciones, los medios de comunicación y las leyes y políticas. Hay que mostrar los avances, pero para nada enfocarlo como un asunto ya superado, sino intentar concientizar a las personas en cuánto queda por avanzar.
Es necesario continuar ampliando las investigaciones sobre género y violencia de género. Seguir capacitando, tanto a los profesionales de los medios como a los directivos. Desarrollar políticas editoriales en los medios que incorporen la tranversalización de la violencia de género y trabajar para desarrollar habilidades críticas en las audiencias.
No se trata solamente de que aumenten los espacios que hablen de violencia de género; eso es importante, pero no es una cuestión cuantitativa, sino cualitativa. Se trata de que estos espacios problematicen sobre las causas de esta violencia y contribuyan a eliminarla, y no que intentando mostrarla terminen legitimando y justificando el problema. Se debe evitar por todos los medios la revictimización de las mujeres que atraviesan situaciones de violencia, la normalización del tema o la justificación.