Aunque la violencia sexual en Cuba no suele ser una causa común de la maternidad adolescente, investigaciones sí advierten de la presencia de violencia sicológica o sutil entre las causas de embarazos en edades tempranas. Acerca del tema, No a la Violencia conversó con las psicólogas Matilde Molina Cintra y Livia Quintana Llanio, del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana, ambas con investigaciones doctorales relacionadas con la fecundidad temprana en Cuba.
¿Cómo se manifiesta la violencia sicológica o sutil en los embarazos en edades tempranas?
Matilde Molina Cintra: Muchas de estas muchachas inician sus relaciones con hombres mayores que ellas y reproducen estereotipos de género donde la figura masculina siempre se desempeña desde una posición de poder. Aunque la mayoría de muchachas y muchachos generalmente confirma haber tenido sexo por primera vez “por deseo o convencimiento propio”, cuando hay una disparidad en la edad en la primera relación sexual las adolescentes son más vulnerables y responden a estereotipos, chantajes emocionales y presiones de todo tipo.
Livia Quintana Llanio: Hemos advertido su presencia, sobre todo, al inicio de las relaciones sexuales, y básicamente desde manifestaciones de presión psicológica. Ese inicio generalmente ocurre de manera no negociada y suele ser la parte masculina de la pareja la que conduce a las muchachas a la relación sexual “como prueba de amor”, generalmente sin protección. La socialización violenta en las relaciones de pareja, que se observa mucho en parejas jóvenes, es un factor de riesgo para la ocurrencia de violencia de todo tipo, que puede terminar en un embarazo adolescente.
¿Cuáles son sus casusas más frecuentes?
MMC: Entre las madres adolescentes cubanas predominan las mujeres de niveles educacionales bajos, aunque se observa una ligera tendencia a su elevación. La desinformación, la baja autoestima, la ausencia de proyectos de vida bien definidos, la incapacidad para negociar el uso del condón u otros anticonceptivos “por temor a la reacción de la pareja” están entre las causas más frecuentes.
LQLl: Cuando analizamos las configuraciones psicológicas de las muchachas que han pasado por un embarazo temprano, vemos que este estaba fuera de su proyecto: llegaron por no usar adecuadamente los métodos de protección, por presiones de sus parejas o por no tener aspiraciones profesionales claras. Cuando les preguntamos a nuestras pacientes qué método de protección usan, la mayoría coincide en citar el condón o la interrupción del coito en el momento de la eyaculación. Como puede fácilmente comprenderse, en ambos casos estos métodos dependen de la acción y de la voluntad masculina. Ellas no están a cargo de tomar las decisiones.
Otra forma de violencia es el abandono que ocurre cuando salen embarazadas y sus parejas no asumen la paternidad, las abandonan y les niegan apoyo. En cualquiera de esas situaciones, las muchachas quedan en un terreno de vulnerabilidad muy evidente y muy difícil de superar.
¿Qué elementos no podrían faltar en las acciones para prevenir la ocurrencia de este fenómeno? ¿Cómo modificar asuntos que están tan directamente ligados a decisiones íntimas, del entorno de lo privado?
MMC: Es importante la educación sexual y enseñarles a estas muchachas a ser autosuficientes, generarles autoestima. Enseñarlas a tomar decisiones de manera independiente, pero también apoyarlas para gestionar las presiones del grupo, de sus primeras parejas. Hay que perderle el miedo, hay que hablarles a los adolescentes de los problemas sexuales y de los riesgos, que incluyen el embarazo en la adolescencia. Los padres tienen que jugar un papel importante.
LQLl: La reducción de la vulnerabilidad producto de un aumento de poder y control de las mujeres en sus relaciones sexuales y una conciencia de autocuidado de estas reduciría el riesgo a experimentar este tipo de violencia. Pero también una orientación efectiva desde un enfoque intersectorial y familiar hacia proyectos de vida definidos, que las pongan en capacidad de controlar sus decisiones.