El tema de la aceptación de la diversidad sexual se va abriendo espacio al interior de diversas comunidades religiosas en Cuba, y también fuera de la isla. ¿Desde qué posiciones y con qué argumentos se enfrentan cristianas y cristianos a las posiciones fundamentalistas que, dentro de algunas iglesias, condenan las identidades no heterosexuales? La reverenda Beatriz Casal, de la Iglesia Bautista Shemá, del municipio capitalino de 10 de octubre, perteneciente a la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba, y la licenciada Kirenia Criado, teóloga y coordinadora del Programa Socio Teológico y Pastoral del Centro Memorial Martin Luther King, de Ciudad de La Habana, comparten algunos criterios con SEMlac.
¿Qué tratamiento se le da, dentro de las comunidades cristianas, a los temas de la violencia de género y la diversidad sexual? ¿Cómo se abordan estos temas desde la teología?
Beatriz Casal: En la mayoría de las comunidades cristianas -recordar que la mayoría de las Instituciones eclesiales se mueven dentro de doctrinas conservadoras y/o fundamentalistas- se tocan los temas de violencia y diversidad como pecados. Muy pocas iglesias en nuestro país trabajan el tema de la violencia desde una perspectiva de género. Es decir, que el tema de las relaciones de pareja no se mira desde las teorías de género, ni las relaciones genéricas. Estas son temáticas que solo están presentes en algunos espacios eclesiales que poseen doctrinas más liberales, y en centros donde se imparten talleres, o en seminarios o Institutos teológicos.
En cuanto a la cuestión de la «diversidad sexual», es un tema tabú dentro de la mayoría de las iglesias; aun en aquellas con doctrinas liberales, se toca con mucha cautela. En la subjetividad religiosa, existe la creencia de que la homosexualidad es pecado, desviación, enfermedad, y que las personas que no son heterosexuales deben ponerse en las manos de Dios para ser sanados.
La teología -fuera de nuestro país- ha tocado estos temas desde hace ya algunas décadas. Existe mucha bibliografía al respecto, en especial en cuanto a violencia de género y su vinculación con las imágenes masculinas de Dios. El tema de la diversidad sexual en la teología es más reciente, pero también se cuenta con mucho trabajo de teólogas y teólogos de varias partes de América y el mundo.
Con respecto a Cuba, la teología ha tocado el aspecto de la violencia de género en casi todos los espacios donde se mueve y también se ha escrito sobre el tema. Aunque quizás no haya tantas publicaciones como quisiéramos, por limitaciones editoriales y económicas. En relación a la diversidad sexual, el tema se aborda poco en nuestro contexto. Solo algunas teólogas y teólogos hemos tocado el tema en talleres, congresos, eventos, pero de manera individual. No hay un trabajo de conjunto.
Kirenia Criado: Desgraciadamente, dentro de las comunidades hablamos muy poco de estos temas, es como que afuera existe la violencia y dentro de la comunidad «estamos a salvo» y automáticamente libres de cualquier forma de violencia e injusticia. Eso genera una esquizofrenia que muchas veces alimentamos en los miembros de nuestras comunidades. No podemos olvidar que sufrimos de un pensamiento griego que nos dividió, y separó lo puro e impuro; lo material y lo espiritual; la mujer y el hombre; lo bueno y lo malo; lo blanco y lo negro. Ahí entran la sexualidad y nuestro cuerpo, y esa es una de las razones por lo que es tan poco y tan mal trabajado cualquier tema que tenga que ver con eso.
Otra de nuestras herencias tiene que ver con el patriarcado como forma de ejercer el poder y jerarquizar las relaciones. Desgraciadamente necesitamos disentir de los textos sagrados y de nuestras teologías que han negado y niegan el proyecto de Jesucristo (Lc 4). El patriarcado en la iglesia se impone desde la imagen que tenemos de Dios, cabe preguntarse: ¿cómo movernos a una transformación no violenta con la imagen de un Dios todopoderoso?
-¿Comparten el criterio de que la no aceptación de la diversidad sexual es una forma de violencia?
BC: Creo que la violencia tiene muchas aristas y se manifiesta de muchas formas y maneras. Existe la violencia del silencio, la violencia de ignorar a otro/as. Existe violencia de instancias de poder, que difícilmente se pueden enfrentar, porque se diluyen, en la medida que, escalonadamente, bajan a la sociedad, a cada individuo. Hay violencias solapadas, enmascaradas, disfrazadas de humanidad, de solidaridad, de igualitarismo. Violencias manifiestas: verbales, discursivas, legales, físicas, psíquicas, sentimentales, espirituales. Violencias subjetivas y objetivas. Violencias interpersonales y autopersonales.
La no aceptación de cualquier idea, criterio, filosofía o proyección humana -que no dañe a otros/as- es una forma de violencia. Creo que el problema no está en la no aceptación de la diversidad sexual, porque la diversidad sexual es tan prolífica, que no querer aceptarla es una estupidez. El problema está en aceptar la diversidad de relaciones y proyecciones que tiene la sexualidad. En especial, aceptar al gay, la lesbiana, el travesti. Creo que al igual que con las personas violentadas por cuestiones de género, con quienes se debe trabajar más directamente, la aceptación debe partir del trabajo con las personas con estas características. Porque, en muchos casos, la no aceptación está introyectada en ellos mismos, por la no aceptación social.
Hay que implementar un trabajo educativo, porque toda persona que ha sido marginada, excluida, violentada, está vulnerable y puede no tener herramientas para lograr incorporarse a su contexto social, de manera sana. Un trabajo educativo con quienes necesitan curar heridas, grietas hechas por sus semejantes; es muy importante en el apoyo y acompañamiento a quienes han sufrido daños psíquicos. Esto debe ir acompañado de una labor preventiva. Y la prevención no solo es descubrir los espacios donde se genera la marginalidad, sino desenmascarar los niveles donde se encumbran las leyes injustas, hacia los grupos sociales.
KC: La violencia es también aquello que se silencia e invisibiliza. La no aceptación de cualquier ser humano en toda su integralidad, claro que es una forma de violencia. «Lo que Dios limpió, no lo llames impuro». Tenemos que reconocer la diversidad creada por Dios.
-¿Cómo ayudar desde sus espacios a crear conciencia en este sentido? ¿Por dónde irían las mayores trabas?
BC: Creo que la única manera de ayudar a crear conciencia sobre cualquier tema, en cualquier espacio donde nos movemos, es comenzar a ser conscientes nosotros mismos de que este es un problema que se debe tratar. Luego, es importante tener una buena preparación sobre el tema y estar capacitados para acompañar procesos. En primera instancia con las personas afectadas. Es bien importante tener una actitud decidida y no temer a las incomprensiones y los problemas que puedan existir, en el espacio específico donde nos movemos. Debemos estar conscientes de que podemos ser víctimas de la incomprensión y encontrarnos con muchos detractores. Podemos perder muchas cosas y muchos espacios.
Las trabas solo están en nosotros mismos, en no estar seguros de que queremos, podemos y debemos apoyar a quienes sufren violencia, marginación, desprecio. Las trabas siempre están dentro de nosotros, porque aun y cuando no seamos reconocidos, aceptados; aun cuando esta decisión nos cause perjuicio o nos traiga problemas, si lo hacemos con sabiduría, y actuamos con justicia, recibiremos recompensa y satisfacción, en especial con nuestra propia conciencia.
KC: Creo que mostrando esa propia diversidad. El cristianismo es una de las religiones del Libro. Para poder hacer algún cambio necesitamos problematizar la lectura de los textos bíblicos, el texto es interpretado por el propio texto y defendido por el mismo texto. El mensaje de Jesús es primordial, recuperar los evangelios y que esto sea una puerta para leer los demás textos bíblicos.
El diálogo con las demás ciencias sociales nos ayuda a tener una mirada más compleja de cualquier tema, la Biblia no habla de todas las cosas, ni tiene respuestas para todo.
Lo otro es mostrar la presencia de esta gran diversidad en las comunidades de fe; no es abrirnos a ser comunidades diversas, sino reconocer y celebrar esa diversidad que ya existe.
Mayo 2010