El filme Fresa y Chocolate ha sido utilizado de forma recurrente para hablar de un antes y un después respecto a la homofobia en Cuba.
No es menos cierto que el tema, que la película trató con tanta sensibilidad, puso en la mesa de algunas casas una serie de realidades que fueron discutidas por la población, ganándose alguna valoración mejorada respecto a este tema; pero aún falta mucho.
Fueron muchos los días y las colas para enfrentarse a un intercambio poco habitual, pero fructífero. No es posible dejar de reconocer que, de alguna manera, el filme le movió el piso al imaginario social; sin embargo, no sucedió así en relación con la lesbofobia, es decir, el rechazo al tema del lesbianismo. Este sigue siendo menos asimilado… ni fresa, ni chocolate.
Vale señalar que el problema de la dificultad de comprensión, los prejuicios y el irrespeto a la diversidad sexual está a veces dentro de las cabezas de algunas personas. Legalmente no existe hoy día disposición que argumente sanción alguna por vivir una identidad sexual de preferencia. Hasta en el libro Un grano de maíz se encuentran referencias del presidente Fidel Castro con valoraciones al respecto, muy claras, donde plantea “que no ve el homosexualismo como un fenómeno de degeneración, sino como tendencias, cosas naturales del ser humano que hay que respetar”. Incluso, en dicho libro, sugiere que las familias deberían tener otra mentalidad, ratificando así su oposición a toda represión o discriminación en relación con la homosexualidad.
No caben dudas de que estas valoraciones de rechazo manifiesto a las personas no heterosexuales deben ser atendidas, enfrentadas y discutidas en diferentes niveles de educación, ya que, desde la infancia, en las propias escuelas, se ha hecho mal manejo frente a ellas, mostrándose a veces un gran irrespeto que hiere y afecta el desarrollo normal de quienes sufren esta discriminación.
Habría que iniciar el análisis con la pregunta: ¿cómo educar a la persona para la homosexualidad? Desde siempre, la heterosexualidad se educa. No sería mal tema para otro artículo.
Por suerte ya tenemos libros como el de la Master Mariela Castro, dirigido a los jóvenes, que hasta en el sistema Braille está poniendo algunas piedras en la modificación de conductas a través de la educación.
Cuando hacemos un balance comparativo de la asimilación y la comprensión de realidades entre hombres homosexuales y mujeres lesbianas, no nos extraña que la incomprensión mayor incline su balanza hacia las segundas. Tal situación se apoya en la lógica errónea del papel histórico designado a la mujer. Y si aun en la relación heterosexual, a pesar de todo el trabajo realizado, nos ha costado que la mujer se empodere y su autoestima crezca a nivel del logro de una verdadera equidad con el hombre; ¿qué no será para la mujer que, además, es lesbiana? Ni siquiera entre las propias mujeres hemos logrado esa solidaridad. La fuerza de una ideología patriarcal mantiene aún muchas huellas.