Violencia: Encuentro de miradas

Unas desde la academia, otras desde el arte o la salud, mujeres de América Latina y el Caribe analizaron, debatieron y rechazaron, en La Habana, la violencia contra la mujer y sus múltiples facetas.

Como cada año, el Programa de Estudios de la Mujer de Casa de las Américas, institución cultural dedicada a promover la cultura del continente, reunió en la capital cubana a estudiosas, juristas y escritoras, entre otras, esta vez con el tema Violencia/contraviolencia en la cultura de mujeres latinoamericanas y caribeñas.

Según destacó Luisa Campuzano, directora del programa, el tema escogido en esta oportunidad tiene especial relevancia en el continente, cuya conquista y construcción constituyen en sí un acto de violencia que generó otros sucesivos.
Ante un auditorio integrado por delegadas provenientes de Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, España, Italia, México, Puerto Rico y Venezuela, Campuzano enfatizó que la violencia de género ha estado presente en toda la sociedad patriarcal de dominio masculino y ha hecho que las mujeres creen tramas, figuras y otras representaciones de su oposición y enfrentamiento ante el flagelo.
En su ponencia Violencia y sociedad, la profesora Clotilde Proveyer, de la Universidad de La Habana, destacó que en los últimos tiempos ha empezado a descorrerse el velo privado del asunto, considerado ya un problema social con múltiples secuelas.
En Cuba, como en otras partes del mundo, la presencia de este fenómeno no distingue medio social ni nivel de educación y se debe a la desigualdad genérica, basada en la subordinación y en considerar inferiores a las mujeres.
“La desigualdad genérica está en la clave de cualquiera de las formas que asume el maltrato contra la mujer”, indicó.
El tratamiento con musicoterapia a mujeres violentadas fue expuesto por Teresa Fernández de Juan, profesora cubana que imparte este método en el Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, México.
En su experiencia, que abarcó un grupo de 14 mujeres, la relación con el maltratador era representada, en su gran mayoría, con fuertes toques de tambor, en un momento de catarsis de las asistentes, explicó Fernández.
Como resultado, aseveró, disminuyeron los niveles de depresión y ansiedad y se elevó la autoestima de la mayoría de las maltratadas. Algunas de ellas solicitaron seguimiento en consulta para tratar varios síntomas detectados, como la repetición del maltrato a sus familias.
Fernández de Juan agregó que pretende replicar esta experiencia en Cuba, donde ya se admite la existencia de violencia doméstica.

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