Toda conversación que busque adentrarse en cómo ha contado la violencia de género el proyecto sociocultural Palomas y qué lecciones han dejado esas historias a su impulsora, la realizadora cubana Lizette Vila, pasa necesariamente por la palabra justicia.
«En lo personal, en mi sentido cívico, la justicia es todo para poder crear como mujer, profesional, ciudadana, madre, compañera, amiga
Es ese arcoíris que tiene, necesariamente, que avanzar con un proyecto de felicidad ciudadana», expresó la documentalista.
En 2002 se creó Palomas, la casa productora de audiovisuales para el activismo social, y en 2006 realizó el primer documental cubano con testimonios de mujeres sobrevivientes de violencia: La deseada justicia -también el primero del Centro Oscar Arnulfo Romero. «Desde aquellos inicios, el proyecto tiene esa visión y vocación de denuncia y reparación», apuntó la entrevistada.
Luego de 17 años registrando historias de vida «que se tornan en denuncias, y de tratar de encauzar esa petición de las mujeres y de hombres de una reparación, de una sanación», Lizette Vila está convencida de que la «justicia de género» es un centro inspirador de la obra de Palomas y una necesidad urgente en Cuba.
«Para nosotros, es fundamental el tema de los derechos a la vida, como decidimos llamarles desde hace años, teniendo en cuenta la polémica que genera en algunos espacios la terminología de derechos humanos y el descrédito con que han sido enarbolados en otros escenarios», explicó la destacada documentalista.
En esa defensa, el proyecto que ella lidera viene a ser más que puente, oasis. «Tenemos casos de mujeres, en mayoría, y de hombres también, que han ido a pedir ayuda por indefensión, por estar viviendo en condiciones extremas de violencia. ¿Qué hace Palomas?: les ayudamos a entregar sus cartas de denuncia, realizamos llamadas y acompañamos afectivamente. Cientos de personas han venido a solicitar apoyo porque ya han recorrido muchos espacios, trámites e instituciones y no han tenido una respuesta», comentó.
«De todas esas que hemos registrado en nuestras obras, en situaciones de una vida tan desfavorecida de derechos, muy contadas son las mujeres que han logrado justicia y reparación, y los hombres han conseguido mucho menos.
«Muy a menudo acompañamos desde el dolor y, aun cuando hacemos públicas las denuncias, apenas tenemos respuestas», insistió la realizadora, que tiene a su haber más de 50 obras audiovisuales, muchas de estas dedicadas a la temática de la violencia y la justicia de género.
Sin embargo, precisó, existen espacios con los que Palomas ha establecido un diálogo frecuente, como la Unión de Juristas de Cuba, tanto en La Habana como en diferentes filiales.
Vila explicó que en alianza con el Programa de Equidad de Género con Incidencia Nacional, liderado por la Editorial de la Mujer de la FMC y acompañado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), le ha brindado la oportunidad de participar en intercambios con jueces, juezas, notarios y notarias.
«Han sido muy reveladores del desconocimiento de determinados conceptos, de rigidez y apreciación errónea de que en Cuba no tienen lugar ciertos hechos, o de juzgar un suceso con esa visión que está muy arraigada en el ejercicio patriarcal», dijo Vila.
En su opinión, lamentablemente existen estructuras e instituciones que no han evolucionado lo suficiente para pensar en el presente y futuro de la nación y sus personas, más desde lo humano como proyecto social cubano y desde la significación que tiene la injusticia.
«La insatisfacción que genera cuando se produce en este país tiene impactos muy fuertes, porque no la concebimos. Lo que se plantea, sueña o se refrenda en nuestras políticas públicas tiene que tener una respuesta inmediata en la práctica. Ese es el ideal, el postulado de la Revolución cubana», dijo.
La documentalista, junto a la realizadora Ingrid León, concede especial importancia a las alianzas en la prevención de la violencia y considera impostergable la concreción de lo que significa este concepto desde la vocación social del Equipo de Creación y Producción de Palomas. «Ya el activismo de Palomas se ha convertido en artivismo, que es esa fusión entre el arte y la trascendencia social», ejemplificó.
De acuerdo con la realizadora, hoy el Proyecto, junto con el Centro Félix Varela, trabaja en tres ejes fundamentales, inspirados en las tres «R» de la justicia ambiental: reducir, reutilizar y reciclar. «En ese sentido, al referirnos a las leyes y justicia relacionadas con la violencia hacia las mujeres, específicamente, nos centramos en tres aspectos: revisión, rectificación y reimpulso de las leyes».
Palomas toma de la mano estas premisas en su próximo documental, actualmente en proceso: Mi cuerpo es mi vida. Una obra que, desde la creatividad y subjetividad del audiovisual, y también desde el pensamiento objetivo y crítico, nos coloca frente al cuerpo como primer territorio de paz, como espacio político, público y privado; y la necesidad de justicia para con ese lugar donde se erigen todos los deseos y estrategias de vida, refirió.
No aceptemos la violencia
A juicio de Vila, en una obra que se ha nutrido de historias de vida, conflictos, sobrevivencias, un elemento siempre presente ha sido la sensación y certeza de la necesidad de una ley contra la violencia de mujeres y niñas.
«Y sigo insistiendo en que también brinde protección a los niños, pues si dentro de esa arquitectura jurídica no tenemos la fortaleza para combatir todas las formas de violencia hacia ellas, imaginemos hacia ellos», aseguró.
A su juicio, las personas que han sido violentadas necesitan que se les guíe, lo cual no es nada fácil. «Todos los nudos que hay que pasar y saltar hoy son casi de estrategias olímpicas para poder llegar a una posible reparación», advierte.
«La reparación tiene que concretarse en que no ocurra más y que las personas puedan retomar su vida dignamente. Eso es un derecho, es la justicia que pido hacia mí», abundó la especialista.
Según su opinión, «hay indefensión, las estructuras que se han creado no funcionan con rapidez, ni con sensibilidad, responsabilidad, ni con compromiso, y no podemos seguir palideciendo lo que está ocurriendo, porque ni las cubanas ni los cubanos, ni esta propia nación se lo merecen».
Vila consideró un paso medular que en el proyecto constitucional que se someterá a referéndum popular el próximo 24 de febrero aparezca de forma explícita que el Estado protege a las mujeres ante cualquier tipo de violencia.
«Las leyes existen independientemente de la conciencia. Creo que es importantísimo que este aspecto esté en nuestra Constitución, pero paralelamente tiene que haber una provocación y convocatoria de la ciudadanía, en el sentido de que sencillamente no aceptemos la violencia.
«No basta con la Ley, hay que continuar el camino de la sensibilización, en el que se han hecho muchos esfuerzos», subrayó.
El proceso de consulta popular que vivió el país los últimos meses, de cara al citado referéndum, ha revelado, a su juicio, interesantes y necesarios debates y propuestas. «Me hubiera gustado que el tema de la violencia hubiera tenido la misma fuerza, visibilidad o referencia continua que el artículo 68», dijo refiriéndose al artículo que inicialmente abría la puerta al matrimonio igualitario.
«Representa muchas cosas luchar contra la homofobia, transfobia, lesbofobia, cualquier fobia posible
pero en esa lucha, hubiese sido reconfortante además que otras partes del texto relacionadas con esa vida digna que merecemos hubieran tenido el mismo nivel de discusión, disenso, consenso, y el tema de la violencia es uno de ellos», manifestó.
«Digo que es como esa llamada a encauzar, prevenir, rehacer tu ruta, y de tener la oportunidad de rectificar, revisar, reimpulsar las leyes», agregó.
Para la entrevistada, si la violencia y sus formas de expresión son multidimensionales, todo lo que sea en favor de esa vida libre de violencia en todos los espacios debe ser también multidimensional.
«Estamos en el momento justo. Tenemos que apuntar bien, evaluar y diagnosticar los conflictos y los grupos de más emergencia
Nuestro proyecto social tiene que reconocer y darle participación a lo que significa ser persona», comentó.
«Los cambios son necesarios, pero lo más significativo es que revelan la justicia en diferentes órdenes sociales: la justicia te da la templanza, la armonía, la concordia, los derechos, los deberes
», insistió.
«Palomas ha defendido que los sueños son derechos a la vida y las oportunidades hay que concretarlas en posibilidades; que el lenguaje de género es un derecho esencial por ser más incluyente y sustentarse en un ejercicio de justicia humana», afirmó la realizadora.