Violencia: De víctimas a victimarias, fallas en la atención

¿Qué sucede cuando una mujer maltratada se defiende de su agresor y el resultado es la muerte de este último? ¿Existe alguna ley que la ampare o proteja una vez acusada? ¿Por qué llegó al asesinato? ¿Es víctima o victimaria?
Estas son algunas de las interrogantes que preocupan a especialistas y activistas en el campo de la violencia de género en Cuba y emergen en los debates sobre el tema en los últimos tiempos.

“La ley no reconoce la doble condición de la mujer como víctima y victimaria”, asegura la socióloga Iyamira Hernández Pita, quien ha estudiado estos casos.
En su opinión, varios factores se ponen en evidencia ante actos de este tipo, en que la violencia de género se conecta con delitos de lesiones, homicidio y asesinato como máxima expresión.
Por una parte, falta apoyo legal e institucional para la víctima de violencia de género, que siente inseguridad frente a la impunidad del agresor. Por otra, estos actos tienen una repercusión muy fuerte en su vida personal, social y familiar.
Aunque las mujeres son mayoría entre las víctimas de la violencia de género, incluidas las que mueren a manos de sus parejas, también las hay que cumplen sanción por dar muerte a sus esposos como único modo de sobrevivir y preservar la vida.
“Generalmente, cuando una mujer llega a la violencia, incluso al homicidio, lo hace muchas veces en situaciones límites”, explica SEMlac la socióloga e investigadora Clotilde Proveyer Cervantes.
A juicio de esta especialista, la mujer responde así a “una violencia extrema que ella ha recibido, en un momento de vulnerabilidad del otro y de crecimiento en situación límite, en que se juega la vida: es él o ella”.
Estudios realizado en Cuba en la pasada década del noventa ya habían identificado que las mujeres suelen desempeñarse como agresoras en menor medida, casi siempre como alternativa al maltrato que padecen.
Así lo comprobó entonces la criminalista Caridad Navarrete, una de las primeras investigadoras del tema en la isla caribeña que estudió las historias de vida de 25 mujeres que cumplían sanción preventiva de libertad, de las cuales 23 habían ultimado a sus esposos.
«La mayoría lo hicieron en defensa propia, si puede decirse, no en el momento mismo en que fueron agredidas, sino por la acumulación de maltratos, y esa fue la salida que encontraron», argumentó entonces la estudiosa.
Entre otros aspectos, su investigación concluyó que los actos violentos vividos con su pareja provocaron serios daños en la salud emocional de esas mujeres y su descendencia. Ellas, además, recibieron sobre sí todas las formas de violencia.
No son pocas las brechas relativas a la violencia en relación con asuntos jurídicos y policiales, coinciden especialistas.
Si bien varias figuras penales conectan con actos de violencia de género, no siempre son conocidos por las mujeres, falta en general cultura jurídica por parte de la población y mayor conciencia de género entre quienes administran justicia y autoridades policiales que deben intervenir.
“Muchas de estas muertes son el resultado de la fallas en la prevención y actuación jurídico–penal, permeada de estereotipos de género”, comenta a SEMlac la socióloga Hernández Pita.
La actuación de quienes intervienen en el proceso jurídico-policial frente a cada caso influye en el futuro de estas mujeres, quienes por la falta de apoyo, a veces de estos mismos funcionarios, sufren de revictimización y más tarde se convierten en victimarias”, agrega.
Todavía son escasos los estudios acerca de este tipo de mujeres que se han visto obligadas a asesinar a su pareja solo para salvar sus vidas o la de sus hijos, como una salida de sobrevivencia.
Hernández Pita es autora de “Mujeres de víctimas a victimarias. Una reflexión desde la Sociología”, tesis de diploma con la cual se tituló en 2004 por la Universidad de La Habana.
Al indagar en las historias de vida de mujeres que cometieron homicidio o asesinato contra su pareja o expareja, la especialista constató que en su totalidad estas habían vivido una historia lineal de violencia conyugal.
Luego, durante su estado de reclusión, comprobó que muchas perdieron el vínculo afectivo con sus hijos debido a la condición de “asesinas de su padre”, lo que cambió la representación social de las personas sobre ellas como sujetos sociales.
“A partir del estudio, conocimos que existen factores de reforzamiento y reproducción de dificultad de sobrevivir a la violencia y romper con la relación. También nos percatamos de que estas mujeres no reconocen que están realmente viviendo en condición de violencia”, refirió la experta.
Esta socióloga insiste en que las fallas del sistema policial y judicial en materia de prevención y actuación frente a estas problemáticas de género son casi desconocidas o poco tratadas, a pesar de la necesidad de modificarlas.
Como contrapartida “proponemos una metodología de actuación con enfoque de género para estos sistemas”, apunta la investigadora, y para los establecimientos penitenciarios hicimos determinadas acciones en materia incluso de clasificación y que se tenga en cuenta la doble condición de víctima-victimaria”.
“Se trata de un primer ejercicio para intentar articularlo en los servicios judiciales y policiales”, señaló Hernández Pita.
Pero aún quedan grandes vacíos en el conocimiento y sensibilización sobre esta problemática en particular, cuyos actores deben adiestrarse y conocer qué hacer para no prolongar la situación de victimización de estas mujeres.

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