Aunque la violencia hacia las mujeres suele ser más visible en parejas adultas en América Latina y el Caribe, también ocurre entre jóvenes, quienes todavía la consideran «normal». Así lo revela el informe de Oxfam «Rompiendo moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia», presentado el pasado 25 de julio en Bogotá, Colombia.
De acuerdo con el estudio, que abarcó a jóvenes de 15 a 25 años de Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, las creencias vigentes sobre las relaciones de pareja llevan a las y los jóvenes a reproducir desigualdades y normalizar situaciones de violencia machista.
Seis de cada 10 muchachos de 15 a 19 años encuestados por Oxfam creen que celar es una demostración de amor´
En tanto, 80 por ciento de la juventud admite que sus amigos hombres revisan el celular de sus parejas y 62 por ciento de 15 a 19 años, que ellos controlan las redes sociales de ellas, revela el informe, basado en más de cuatro mil encuestas realizadas entre marzo y abril de 2017, con apoyo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Igualmente consideró reflexiones promovidas en 47 grupos focales y 49 entrevistas en profundidad realizadas entre junio y julio de 2017.
«El estudio aporta evidencias de que el machismo es aceptado y tolerado por muchos jóvenes en la región», señaló Damaris Ruiz, coordinadora de Derechos de las Mujeres de Oxfam en América Latina y el Caribe y una de las autoras del informe.
De acuerdo con la OMS, tres de cada 10 mujeres ha sido víctima de la violencia machista y 1.831 fueron asesinadas por esta causa en 2016 en la región, según reportes del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Las creencias que justifican la violencia hacia las mujeres se mantienen muy arraigadas en las poblaciones juveniles de la región y tienen una relación directa con la tolerancia, aceptación y ejercicio de esa violencia en las relaciones de pareja.
El estudio de Oxfam indica que 65 por ciento de los jóvenes varones de 15 a 19 años encuestados piensa que cuando una mujer dice «no» a una relación sexual, en realidad quiere decir «sí».
Además, siete de cada 10 consideran que la responsabilidad de ser manoseadas o acorraladas es de las mujeres, por la ropa que usan.
«Si realmente queremos avanzar en el derecho de todas las mujeres y niñas a una vida libre de violencias, estas creencias y comportamientos deben ser transgredidas y cuestionadas», plantea la investigación.
De acuerdo con el informe, 56 por ciento de las mujeres y 48 por ciento de los hombres entre 20 y 25 años tienen alguna conocida de su círculo cercano que ha sufrido violencia física o sexual en el último año.
Aunque destaca los avances legislativos contra la violencia y el feminicidio en la región, Simon Ticehurst, director para América Latina y el Caribe de Oxfam International, considera esos esfuerzos insuficientes y que es necesario transformar los imaginarios y normas que subyacen y condicionan esos comportamientos.
«Los imaginarios también deciden las claves de la transformación y el cambio de esa realidad», apuntó.
Datos recogidos en el informe dan cuenta de que más de 17 países América Latina y el Caribe cuentan con normativa específica en materia de violencia contra mujeres y niñas, y 15 han conseguido tipificar el feminicidio, gracias en gran medida al activismo y el trabajo del movimiento feminista.
Para Belen Sobrino, asesora de género de Oxfam Intermon, se trata de visibilizar y transformar un problema que es «un continuum en la región, que está completamente instalado en la vida diaria de millones de mujeres y niñas».
La normalización de la violencia llega al punto que 86 por ciento de la población encuestada de 20 a 25 años alega que no intervendría si un amigo le pega a su novia.
Asimismo, 77 por ciento de las mujeres y hombres jóvenes están de acuerdo en que todas las mujeres deberían ser madres.
Uno de los imaginarios que aparece con más fuerza es la construcción de la virilidad masculina, relacionada con el ejercicio de la sexualidad de los hombres en clave heterosexual.
Su vínculo con la violencia se refleja cuando las y los jóvenes creen que los hombres no se pueden controlar, que las mujeres deben cumplir con las expectativas sexuales de ellos aunque no lo deseen y que las mujeres son cuerpos pasivos a los que se prohíbe experimentar su sexualidad libremente.
Entre la población joven se sigue viendo como lógico y normal el piropo a las mujeres. Entre las y los jóvenes de 15 a 25 años, 75 por ciento acepta como natural el acoso callejero.
De los ocho países estudiados, en Cuba (75%) y República Dominicana (84%) es donde más hombres, de 15 a 19 años, admiten que sus amigos piensan que pueden decir piropos a una mujer.
Además, la apropiación y el control sobre el cuerpo de las mujeres se extienden a los derechos sexuales y reproductivos: 72 por ciento de la juventud cree que es incorrecto que una mujer interrumpa un embarazo no deseado.
El estudio apunta, además, que la mayoría de las creencias y comportamientos de los imaginarios sociales está mucho más marcada en los hombres que en las mujeres encuestadas.
Agentes de cambio
El estudio de Oxfam también identifica a la población joven como agente potencial de cambio y transformación positiva en estos temas.
En las mujeres entre 20 y 25 años se identifican creencias que cuestionan las lógicas hegemónicas, hecho que podría representar una oportunidad para desarrollar comportamientos alternativos.
Entre otras señales, la investigación revela que 61 por ciento de jóvenes de 15 a 25 años rechaza la violencia que sucede en las calles y 90 por ciento reconoce muchas de sus expresiones. También identifica una minoría silenciosa de 29 por ciento que denunciaría una agresión hacia una mujer.
«Es importante destacar que los imaginarios y normas sociales machistas, sexistas y racistas, con sus respectivas creencias y comportamientos, pueden ser transformados», confirma el informe.
Como una ventana de oportunidad para el cambio, la investigación señala que las redes sociales, canal por el cual la juventud recibe la mayor cantidad de información acerca de estos hechos, son una herramienta válida también para prevenir la violencia y desmontar imaginarios machistas.
Como ejemplos, destaca la transformación de imaginarios y normas sociales promovida por el movimiento feminista desde las redes sociales, con efectos virales, mediante hashtags como los del #MeToo, #NiUnaMenos, #MiPrimerAcoso y #Cuéntalo, como medio de denuncia de abusos sexuales y feminicidios.