Por Raquel Sierra/ raquels@enet.cu
Leyes, ciencias médicas y sociales, medios de comunicación, hombres y mujeres sensibilizados y la sociedad toda deben integrarse para, de forma conjunta, hacer frente a un fenómeno creciente: la violencia contra las mujeres y, sobre todo, la más solapada y presente en Cuba, la psicológica.
Este fue el consenso de participantes en el Foro Permanente sobre mujer y violencia psicológica, organizado por el no gubernamental Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), como parte de la Jornada Nacional por la no violencia hacia las mujeres, que organizan durante noviembre y diciembre diferentes instituciones.
Un panel integrado por la psiquiatra Ivon Ernand Thames, la jurista Tania de Armas Fonticoba y las investigadoras Yohanka Valdés Jiménez y Maricela Perera Pérez abordó la violencia hacia las mujeres desde la medicina, el derecho, el acoso laboral y las microviolencias, para dar paso a un debate que sumó temas como la incidencia de la música y las relaciones de poder en la iglesia, entre otros.En su disertación “Salud y violencia psicológica hacia la mujer”, Ernand Thames, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) alertó sobre los daños físicos, mentales y sociales del maltrato, con la consecuente pérdida de la percepción de bienestar, así como alteraciones corporales y funcionales de diferente grado de gravedad.
“No debe perderse de vista que la base de la violencia hacia la mujer es la desigualdad histórica que existe en la construcción de las masculinidades y femineidades, que hace que el poder entre hombres y mujeres esté siempre en un desbalance importante”, sentenció.
Este fenómeno tiene costos psicológicos (trastornos ginecológicos, embarazo no deseado, aborto espontáneo, muerte fetal, parto prematuro y bajo peso al nacer) y mentales: depresión, ansiedad, irritabilidad, baja autoestima, miedo y culpa, problemas de memoria y concentración, del sueño, distorsiones del pensamiento, entre otros, recalcó la médica, con amplia práctica clínica.
Por tal motivo, declaró a SEMlac, la violencia debería estudiarse en medicina como un factor de riesgo y un problema de salud importante. “Potencial humano tenemos, apoyo estatal tenemos, hay que engranar todos estos factores, todas esas especialidades, y tomar en serio la violencia porque es un problema muy grave, es un problema severo de salud”, indicó.
De Armas, también profesora de criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, consideró que quienes se mueven en el campo del derecho han comprobado que la violencia psicológica es más difícil de probar ante los tribunales, pues requieren la presentación de pruebas.
No obstante, indicó que los psiquiatras y psicólogos con experiencia clínica pueden demostrar los daños y secuelas de este tipo de maltrato de manera que sirvan de prueba y argumento para sancionar a los agresores.
Luego de abordar mitos relacionados con la violencia hacia la mujer que legitiman las prácticas abusivas (“ella se lo buscó”, “el matrimonio es así”), consideró necesaria la introducción en el país de la medida de restricción o alejamiento temporal.
Ante la ausencia de esta medida y de leyes específicas para la violencia, indicó el abogado Alaín Vallín, de OAR, sería muy conveniente el empleo de la figura «carta de advertencia oficial», que en su experiencia profesional ha dado buenos resultados en este tema pues produce “un beneficio profiláctico increíble”.
Un espacio poco tratado en el tema de la violencia psicológica en general es el laboral, donde ocurre el llamado mobbing (del verbo inglés to mob) o acoso laboral, apuntó la investigadora Maricela Perera, del Departamento Investigaciones del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.
Perera sugirió estudiar esta problemática en el país y enumeró entre sus manifestaciones el gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas, sobrecargarla selectivamente con mucho trabajo y quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo.
Ante la presencia de todos estos fenómenos en la sociedad cubana, la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, de OAR, reiteró la necesidad de articularse. “El derecho puede tener su ley específica, salud pública su ruta crítica, la educación su labor, pero hay que hallar cómo estirar los brazos para, entre todos, hacer un sistema y que no quede impune el delito”.
En el debate afloraron temas que preocupan a la sociedad: la violencia hacia la mujer en la música, mejor formación de quienes trabajan en el sistema de educación y la presencia del tema en los medios de comunicación, entre otros.