Por Dixie Edith / dixie@enet.cu
La promoción de cambios a nivel personal, familiar e institucional a partir de identificar brechas de inequidad, manifestaciones de la violencia y reflexionar sobre sus causas fue el saldo de un taller efectuado en Guantánamo, provincia del extremo oriental cubano, a principios de noviembre. Desarrollado por iniciativa de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) y el Proyecto Palomas, el encuentro tuvo lugar en Yateras, en Guantánamo.
“Partimos de la necesidad de promover una cultura de paz desde la información, la reflexión y el conocimiento como vivencias integradoras”, explicó a SEMlac Lizette Vila, del Proyecto Palomas, quien tuvo a su cargo la conducción del taller.
En un singular reencuentro, mujeres y hombres de esa comunidad rural tuvieron la posibilidad de evaluar, un año después, el llamado registro espejo del encuentro interactivo El arte de dirigir desde la conciencia social, del cual fueron protagonistas en noviembre de 2010, cuando fue convocado con motivo de la Jornada Cubana por la No Violencia.
“Era violento, sobre todo con mi pareja y saltaba solo porque ella me dijera algo que no me gustaba…”, “a veces no puedo reflexionar a tiempo…”, “he ido valorando que la violencia no saca a nadie de ningún problema, de ningún conflicto…”
Los testimonios se fueron sucediendo en la pantalla y, en la misma medida, las personas participantes fueron transitando por estados de ánimos diversos: desde la alegría, pasando por algún momento de vergüenza íntima, hasta el llanto.
El taller más reciente, el y 8 de noviembre, fue en busca de las claves del cambio. “Me he enfrentado a muchos conflictos, de salud y relaciones humanas, y creo que haber pasado por la experiencia del crecimiento personal que significó para mí el encuentro del año pasado, que me ayudó a reaccionar mejor”, dijo a SEMlac la periodista guantanamera Karina Mercedes Guilarte.
“Soy sobreviviente del género humano, las personas me miran más como discapacitada que como mujer y subvaloran mis posibilidades. Eso es una forma de maltrato, algo que comprendí cabalmente en estos talleres”, confesó.
Entre otros resultados concretos citados por mujeres y hombres protagonistas, las sesiones de trabajo ayudaron a identificar las llamadas violencias sutiles y cuándo las diferencias y las desigualdades al interior de las familias, o en otros entornos, se convierten en maltrato.
Tanto los encuentros de 2010 como el reciente permitieron identificar qué potencialidades existen para prevenir manifestaciones de violencia, teniendo en cuenta los contextos particulares de sus participantes.
“Hay que seguir trabajando en las comunidades, sumando a personas. ¡Quién no sabe lo que a veces ocurre en la casa de al lado, siento los gritos. Pero seguimos pensando que entre marido y mujer o entre padres, madres e hijos e hijas, nadie de debe meter”, afirmó Oceanía Orihuela, secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas en la provincia de Guantánamo.
Para Elaides Duribe de la Cruz, de Yateras, el encuentro implicó cambios profundos en sus hábitos de vida. “Me tomé un tiempo de descanso en el trabajo para organizar mi vida personal. En mi casa he repartido las tareas entre todo el mundo para que aprendan un poco del trabajo que solía pasar mamá todos los días. Y la violencia ahora no me llega porque aprendí a quererme”, sentenció.
Noviembre de 2011