Reflexión de las diferencias a las violencias

Por Dixie Edith

Se basa en desigualdades, ocurre en diferentes ámbitos, de maneras diversas, y para que exista debe haberse comprobado un daño físico o psicológico. A grandes rasgos, ese fue el concepto colectivo de violencia de género que construyeron quienes participaron en un taller de prevención de la violencia de género en las familias, realizado a inicios de marzo en La Habana.

«Trabajamos con la idea de una multiplicidad de géneros. La conceptualizamos como un proceso continuo, que ocurre en una determinada construcción histórica, y está atravesado por la raza, la religión, la clase social, la edad, la etnia y el territorio de origen, como algunos de los ejes, aunque puede haber más».

Así lo explicó a SEMlac Mareelén Díaz Tenorio, psicóloga y jefa del Grupo de Estudios sobre Familia del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, entidad que coordina estos talleres con el auspicio de Oxfam Canadá, una confederación de 13 organizaciones que trabajan en conjunto con otras 3.000, en más de 100 países, para encontrar soluciones a la pobreza, el sufrimiento y la injusticia.

Este fue el primero de cinco ejercicios previstos para contribuir a la formación de actores sociales, profesionalmente vinculados con la violencia de género en las familias, y su prevención en las comunidades.

En el encuentro participaron 17 mujeres y ocho hombres procedentes de diversos organismos e instituciones. Entre ellas estuvieron representantes de siete talleres de transformación integral de barrios, de instituciones de la salud pública, de la Iglesia bautista, del Instituto de Antropología, de las Casas de Orientación de la Mujer y la Familia de la Federación de Mujeres Cubanas y de la Oficina del Historiador, entre otras.

Durante cinco días recibieron capacitación sobre género y violencia, e identificaron las potencialidades de prevención en sus espacios y prácticas profesionales concretas

«Teníamos el antecedente de haber trabajado programas de prevención de violencia directamente con grupos de familia, con maestros. Pero esta vez estábamos interesadas en ampliar el espectro de influencias», dijo Díaz a SEMlac.

«Cuando una trabaja directamente con familias puede abarcar poco. Sin embargo, cuando lo hace con actores sociales, personas de diferentes espacios que a su vez trabajan en las comunidades, tiene la posibilidad de que se multiplique el efecto y haya más beneficiarios de la experiencia», precisó.

Expertos, como el educador brasileño Paulo Freire, han definido la educación popular como una actividad teórica que mira a la comprensión de la realidad, a la concientización, y se realiza de manera colectiva.

Justamente a partir de esta metodología, el equipo del CIPS, promovió una deconstrucción colectiva del género, o más bien, de géneros.

Según coincidieron varios participantes, «cuando se habla de género se piensa generalmente en el estereotipo de lo masculino y lo femenino; se trata de buscar dónde se ubican las mujeres y dónde los hombres».

«Nosotros tratamos de lograr un concepto más complejo», precisó Díaz Tenorio.

De las diferencias a las violencias

En el artículo La violencia de género en las familias, la investigadora Yohanka Valdés Jiménez, otra de las organizadoras del taller, reflexiona acerca de que «la violencia que tiene lugar en las familias es un problema enraizado en patrones culturales».

Esta especialista agrega que «sus expresiones no siempre se visualizan, ya que suelen considerarse legítimas y/o privadas o cuentan con la aprobación social a fuerza de su reiteración y naturalización».

«Abordar esta problemática implica atender algunas cuestiones que resultan temas polémicos en la actualidad y que definen la manera en que se comprende, visualiza y atiende la violencia de género que se produce en el contexto familiar», advierte Valdés Jiménez.

En ese camino, las sesiones del taller ayudaron a identificar cuándo las diferencias y las desigualdades al interior de las familias se convierten en violencia.

«Todas las diferencias no son violencia de género», esclareció Díaz Tenorio. «Pero hay diferencias históricas, tradicionales, en las relaciones intergéneros e intragéneros, que se convierten en desigualdades, y llegan a generar violencia», explicó.

«Y no se quedan solo entre hombres y mujeres, están relacionadas también con las edades, las diferencias socioeconómicas y muchos otros factores», agregó.

El taller permitió identificar, además, qué potencialidades existen para prevenir la violencia en las familias, teniendo en cuenta contextos particulares, objetivos específicos y, también, si el espacio en que se va a trabajar abarca comunidades, organizaciones o instituciones.

Entre las herramientas analizadas para el trabajo futuro estuvieron el desarrollo de habilidades comunicativas y de técnicas basadas en el llamado «mensaje yoico», que parte de describir, en primera persona, conductas y sentimientos, en lugar de condenar al otro.

Esta técnica defiende que, para que un interlocutor pueda escuchar algo que no es positivo, es importante hablar desde el ‘yo’ en lugar del ‘tú’.

Si una persona dice que se siente triste, furiosa o cansada, difícilmente otra se lo va a discutir. En cambio, su opinión sobre el o la otra no es necesariamente correcta y puede estar en oposición con lo que ese otro individuo opina de sí mismo y, por lo tanto, puede costarle identificarse con ello.

«Se trata, en resumen, de convertir frases acusatorias en frases constructivas», concluyó Díaz Tenorio.

Marzo de 2009

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