Deconstruir los mitos que establecen la violencia y el control masculino como un valor de la masculinidad es una de las estrategias presentes en el trabajo de especialistas, organizaciones y grupos que trabajan la prevención de la violencia de género en Cuba. Para la psicóloga María Teresa Díaz, especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero, es necesario que los hombres aprendan “a mirar de manera crítica el modo en que han vivido sus vidas y sus masculinidades”.
¿Por qué los hombres como colectivo siguen reproduciendo la violencia machista?
Cuando pensamos en los hombres como los principales perpetradores de la violencia hacia las mujeres y las niñas, no podemos olvidar que en la cultura patriarcal ellos son figuras clave en las relaciones de poder. Representan el elemento más favorecido en tanto lo masculino ha sido lo venerado, lo superior, lo máximo.
Ese poder es el que estimula las relaciones de dominación. Existe una relación de dominación-subordinación donde el hombre ocupa la posición de privilegio, a él se le otorgan todos los derechos y prioridades y desde esa superioridad machista ejerce el control y la violencia.
En tanto esa estructura no se derribe, no apuntemos e impactemos en ella, es muy difícil que el estado de relaciones entre hombres y mujeres, incluso entre hombres, se desmonte totalmente.
Por otra parte, debido a la socialización de género, las mujeres y las niñas casi siempre ocupan una posición de subordinación. Sin embargo, cada día son más las mujeres contestatarias que intentan sobrepasar las asignaciones tradicionales de género y mantienen la lucha a favor de sus derechos y por una vida sin violencia. Por suerte no somos pocas en este empeño.
¿Por qué es importante prevenir la violencia de género desde el trabajo con las masculinidades?
Yo creo que tenemos que ganar conciencia de la necesidad del trabajo con hombres. Sin justificarlos, debemos reconocer que hay una razón histórica y también una responsabilidad social de tomar conciencia. En la medida en que la sociedad reconozca la necesidad de trabajar con los hombres, estaremos ganando terreno, pues abordaremos la primera parte del problema. Luego tenemos que buscar los dispositivos adecuados para trabajar con ellos.
Aún el trabajo es insuficiente y por eso la violencia continúa. En ocasiones los dispositivos que se utilizan para sensibilizar y transformar no son los mejores.
Los hombres tienen que desmontar todos esos procesos identitarios de la masculinidad hegemónica y aprender a mirar de manera crítica el modo en que han vivido sus vidas y sus masculinidades para que puedan comprender y transformar las causas que los ubican como los perpetradores históricos de la violencia hacia las mujeres y las niñas, pero también hacia otras masculinidades en desventaja como los ancianos, los homosexuales y bisexuales, los migrantes y hombres negros.
Desde su experiencia, ¿cuáles han sido las claves para el trabajo con hombres y la violencia de género en Cuba?
Creo que en Cuba ha habido experiencias en unir a los hombres en estas causas. Está la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, que ha hecho un trabajo importante. Y creo que la plataforma impulsada por el Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR) ha tenido el mérito de ser fruto de la iniciativa de un grupo de hombres que decidieron unirse para trabajar a favor de la equidad de género y por la no violencia hacia las mujeres y las niñas. Ahí radica el primer acierto de esta experiencia. Otro de sus aportes es la diversidad de sus integrantes en cuanto a procedencia territorial, color de la piel, orientación sexual, profesión, etc.
Hemos tratado de que las acciones y actividades que se organicen desde este espacio estén dedicadas a brindar a los hombres la información necesaria a partir de capacitaciones.
Yo creo que lo más importante es demostrarles a ellos la inviabilidad del comportamiento violento y machista. Porque ese comportamiento violento causa graves daños a las mujeres y los hace hombres menos felices.
Esto hay que demostrarlo a través de acciones y actividades culturales, mediante los medios de comunicación, a partir de distintos soportes que nos ayuden a reflexionar. En el caso de la Plataforma, a la vez que ellos se fortalecen en estos temas, también irradian el cambio hacia la comunidad.
¿Por qué apostar por el conocimiento?
El conocimiento es básico para poder activar mecanismos de influencia, es poder desde lo positivo, desde lo que podemos influir en los otros para lograr un cambio. Es necesario conocer y saber comunicar, porque no se trata de justificarlos ni de condenarlos, sino de que, a partir de la reflexión, se reconozca cuán injusta es para todas y todos la sociedad machista.