Nuevas tecnologías expanden la agresividad machista

Las primeras llamadas de su novio al móvil para confirmar si estaba en el trabajo o la casa de una amiga le parecieron lógica preocupación de enamorado. Pero, con el tiempo, ya no pudo estar sola más de dos horas sin recibir un mensaje de texto o sentir el timbre del celular.

«Por cualquier motivo me llamaba, lo mismo para preguntar si adelantaba la comida, si iba a buscarme o para advertirme que no llegara de noche. Si no le respondía, se molestaba conmigo», recuerda a SEMlac una comunicadora cubana de 30 años que prefiere no exponer su nombre, por seguridad.

Cuando se separaron hace un año, porque se sentía asfixiada, el teléfono fijo, el celular, el correo electrónico y hasta sus perfiles en redes sociales fueron canales de persecución por parte de su expareja.

«Recibía llamadas a cualquier hora y, si optaba por no responder, sumaban más de 10 intentos. La situación se hizo intolerable y comencé a temer por mi seguridad, porque también llegaban correos de ofensa o arrepentimiento y comentarios en Facebook», revela la joven con voz entrecortada.

Ante las negativas de reconciliación, el hombre comenzó a reaccionar con mensajes airados y groseros por las mismas vías.
«Duró unos tres meses en que tenía miedo al timbre del teléfono, a revisar el correo e incluso pensé en cambiar de número. Solo se detuvo cuando un amigo lo amenazó con golpearlo si me seguía perturbando», sostiene la muchacha.

Como en este caso, son muchas las mujeres controladas o perseguidas con ayuda de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), sobre las que se han ido formando manifestaciones específicas de violencia de género.

Especialistas aseguran que en Cuba, donde la conectividad a internet y el acceso a la telefonía móvil no ostentan el adelanto tecnológico de otras naciones y resultan costosos para la media de la población, la agresividad machista también cobra fuerza desde esos espacios, sobre todo entre las jóvenes.

«El celular permite saber, automáticamente, dónde está la persona y con quién, y aunque nuestra tecnología no permite enviar fotos al instante como prueba ni incluye GPS, sí mantiene a la persona localizada», advierte a SEMlac la profesora universitaria Magela Romero.

El control desde el móvil resulta de interés en tanto este es uno de los regalos más comunes en los noviazgos entre un hombre que provee y una mujer más joven, apunta la socióloga.

En 2013, la Oficina Nacional de Estadísticas e Información reportó dos millones 104.600 líneas de telefonía móvil y dos millones 923.000 computadoras conectadas a internet en Cuba, un país con casi 11,2 millones de habitantes.

Aunque los datos de acceso a la web no están desagregados por género, buena parte de las personas conectadas en Cuba pertenecen a sectores de mayoría femenina, como estudiantado universitario y profesionales de la salud pública, la ciencia y el periodismo.

Se trata de recursos necesarios para la vida moderna, a los que las mujeres no deben renunciar, abunda Romero. Pero alerta que pueden ser utilizados para vigilarlas y ellas deben estar preparadas para detectar cuando suceda.

 

Navegar entre sexismos

A la experta en género también le preocupa la tendencia a exponer la privacidad en redes sociales como Facebook, porque puede motivar agresiones futuras hacia las mujeres. Más cuando se trata del sitio web más visitado desde la isla caribeña.

Paula Campanioni, del Instituto de Filosofía de La Habana, ha tenido que bloquear en este medio a varios hombres, «que se creen que andas buscando ‘compañía’ por estar conectada a una red social y empiezan a mandar mensajes desagradables».

Una investigación realizada este año por el comunicador social Ariel López Fernández constató que, en sus biografías de Facebook, estudiantes universitarios de la capital cubana trasladaban a la red sus imaginarios de género, con diferencias notables entre hombres y mujeres, y tendencia a reproducir estereotipos tradicionales.

Por los resultados de su tesis de licenciatura, López asegura a SEMlac que en estos espacios son comunes las violencias simbólica, psicológica y emocional por motivos de género.

Entre las personas investigadas, encontró manifestaciones de este tipo como «que el hombre roce o entre en contacto explícito y directo con una mujer», «que la utilice como objeto decorativo» o «para demostrar su poderío de ser conquistador, seductor y superior».

La psicóloga española Ianire Estébanez explica que una tecnología y práctica online que permite conocer en todo momento dónde está, qué está haciendo y con quién está hablando la pareja, puede traer celos exagerados y expresiones de dominio.

En su artículo «Del amor al control a golpe de click! La violencia de género en las redes sociales», de 2012, la especialista expone como indicios de cibercontrol cuando la pareja decide qué amistades puede tener o no una mujer en sus redes, con quién puede hablar o vigila continuamente los comentarios.

Algunas veces se llega a las humillaciones públicas, amenazas, la publicación de fotos o videos íntimos o mensajes constantes.

También hay ciberacoso cuando se monitorea, rastrea o persigue a una persona desde las TICs, se envía comunicación no deseada con insinuaciones sexuales, se roba identidad o información personal y se espía, registra o rastrea el uso de la computadora o internet sin permiso.

 

¿La misma violencia?

Si bien cualquier persona puede ser víctima de estos comportamientos, suelen ser ejercidos con mayor frecuencia sobre grupos vulnerables como mujeres, menores de edad, jóvenes y personas LGBTI, lo cual produce angustia, inseguridad y limita la capacidad de participación y uso de las TICs.

Para el comunicólogo cubano Mario Nieves Cruz, la violencia de género se ha trasladado por ósmosis a los nuevos medios de comunicación donde esta se expande, diversifica y produce repercusiones escandalosas.

«Si pensamos que la violencia simbólica y el acoso por motivos de género son residuos activos del machismo, la intolerancia y las insensibilidades que todavía produce la sociedad contemporánea, al abrirse esta a las nuevas y complejas relaciones de acceso en redes lleva consigo aquellas prácticas», considera el catedrático.

En su libro Redes sociales, ética e intimidad. Hechos y meditaciones, presentado la pasada semana en Monterrey, México, Nieves analiza casos reales en los que la información personal transmitida desde redes sociales y blogs ha desembocado en asedio, suicidios y agresiones trágicas a jóvenes, mayormente mujeres y gays.

A su juicio, los mecanismos de maltrato desde estas redes son tan variados, dinámicos y sorprendentes como las aplicaciones, sitios y dispositivos tecnológicos de que se valen.

«Sus implicaciones indisponen, dividen, laceran; erosionan la confianza, disminuyen y hasta matan», expone a SEMlac el escritor.

«Conozco varios casos de mujeres que se han sentido violadas porque sus parejas les han subido sus fotos íntimas a las redes», opina la periodista cubana Rosario Ojeda Silva en alusión a la llamada «porno-venganza».

Por la débil conectividad y las restricciones a la descarga de pornografía en línea, este tipo de contenido sexual suele distribuirse en Cuba por canales informales, como dispositivos móviles y memorias flash, pero casi siempre sin consentimiento de las implicadas.

El fenómeno de la violencia contra las mujeres en los nuevos medios preocupa a grupos feministas y organismos internacionales que ya lanzan campañas para hacerlo visible.

La Declaración final de la 57 Sesión de la Comisión sobre la Condición de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW), realizada en marzo de 2013 en Nueva York, Estados Unidos, remarcó la importancia de diseñar mecanismos para combatir la utilización de las TICs al cometer actos violentos contra las mujeres y las niñas.

En particular, denunció «el uso delictivo de la tecnología de la información y las comunicaciones para el acoso sexual, la explotación sexual, la pornografía infantil y la trata de mujeres y niñas, y las nuevas formas de violencia, como la intimidación cibernética, el ciberacoso y las violaciones de la privacidad».

No obstante, Nieves Cruz recuerda que también los nuevos medios, el periodismo ciudadano, las redes, los videologs, la blogosfera y todas las aplicaciones y dispositivos tecnológicos al alcance pueden ser herramientas para combatir la violencia machista y reivindicar la equidad de género.

«Una voz aislada es una idea que se pierde, no importa cuánta fuerza almacene; una red de voces es una fuente de energía simbólica, una fuerza de cuyos alcances ya se dan noticias», considera Nieves Cruz, catedrático de la Universidad Regiomontana de Monterrey.

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