Mujeres comparten testimonios sobre violencia de género

Miedos, estigmas, exclusión, resistirse a mandatos preconcebidos de una sociedad que impone moldes y roles a lo masculino o femenino, resiliencia, solidaridad, sobrevivir….

Vivencias que pueden ser la de cualquier mujer que haya tenido que enfrentarse a la violencia machista emergieron en un panel organizado en La Habana por el Sistema de Naciones Unidas (SNU) en Cuba, el viernes 23 de noviembre, como antesala del 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas e inicio de los 16 Días de activismo por esa causa, hasta el 10 de diciembre.
Bajo el título «Mujeres diversas #Escúchametambién», el conversatorio tuvo como sede la Asociación Cubana de Naciones Unidas y colocó en primer plano la necesidad de continuar llevando el tema al espacio público, en consonancia con el mensaje del Secretario General de la ONU, António Guterres.
«La violencia contra las mujeres y las niñas es una pandemia mundial, una afrenta moral para todas ellas, es un signo de vergüenza para nuestras sociedades y un obstáculo importante para el desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible», apunta el texto.
La violencia de género afecta a las mujeres de formas diferentes, no siempre con golpes, también con manifestaciones más sutiles y generalmente ocultas, trascendió en el encuentro.
Para la activista comunitaria Leticia Santa Cruz, tener conciencia de ello es lo que permite ampliar las miradas, empoderarse, decidir salir de la posición de víctima y convertirse en un agente de cambio en las comunidades.
«Es un proceso que, necesariamente, debe involucrar a los hombres, si aspiramos a que desaprendan la violencia. Y en esa construcción social hay mucho que transformar en nosotras mismas, que también hemos sido educadas en una cultura machista», dijo.
Santa Cruz comentó que es fundamental continuar fomentando alianzas desde los contextos más vulnerables, que contribuyan no solo al acompañamiento de las mujeres y a visibilizar la problemática, sino a minimizar la violencia que se ejerce contra ellas.

Todas somos mujeres
«Cuando hablemos de mujeres y niñas, pensemos que entre ellas hay mujeres y niñas lesbianas, algo que a menudo se olvida», expresó Teresa de Jesús Fernández, coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
«Ellas sufren la violencia no solo de los hombres o la cultura patriarcal, sino la violencia de otras mujeres heterosexuales que las discriminan por ser otra adecuación de lo femenino», reflexionó la filóloga.
«Desde que nace en la casa, le están diciendo: usted tiene que lavar, planchar, que cuidar a sus hijos; tendrá que ser una mujer que se corresponda con unos roles socialmente establecidos…Esa mujer, en realidad, es una disidente de ese mandato patriarcal, de ese tipo de rol, y entra en contradicción desde el momento que comienza a construirse como niña con un mandato cultural y social, lo cual le genera muchas dificultades», consideró.
«Tienen que romper con esos esquemas y enseñar que se puede ser mujer y amar a otra mujer sin dejar de serlo. Es, además, una mujer que desde niña está siendo acosada por hombres, que piensan que lo que tiene se le cura si viven la experiencia con uno de ellos.
«Lo que tiene ni se cura, ni se pega, porque no es una enfermedad. Es una condición, es tu sexualidad, que te pertenece… Es tu orientación sexual e identidad de género, es la manera en que construyes tu vida», reflexionó Fernández.
A su juicio, ello guarda relación con otro aspecto, como la expresión de género en las mujeres lesbianas, que no siempre tiene que ver con lo femenino hegemónico. «Ello no niega que somos mujeres.Las mujeres tienen derecho a construirse como quieran, es terrible que nos dejemos llevar solo por los estereotipos», reiteró.
«Es muy difícil que las mujeres lesbianas no hayamos vivido violencias en el transcurso de nuestras vidas. La primera es la lesbofobia interiorizada, la que creamos hacia nosotras mismas, por el miedo al qué dirán y al estigma, y por eso nos escondemos…
«Luego la invisibilidad, porque no se habla de las mujeres lesbianas como una mujer que está ahí, presente; o cuando se tienen en cuenta se hace de modo esquemático, se representa a una como un hombre y a otra como mujer, reproduciendo un estereotipo del binarismo patriarcal», reflexionó.
«Y qué decir de la tendencia a resaltar, en la unión de dos mujeres, lo puramente sexual, cuando en esa unión hay otras vivencias: complicidad, conocimiento, la búsqueda de hermandad, ayuda, solidaridad, sororidad expresada en un sentido máximo en esas relaciones», ejemplificó la activista.
No menos alejada de los estigmas puede transcurrir la vida de una mujer que vive con VIH, como es el caso de Laura Clavel. Ella es otra de las sobrevivientes.
«Mujer y violencia es algo complicado, ser mujer ya es difícil, que llegue a tu vida el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es otra complicación. Ya estás violentada y, entonces, tu pareja tiene relaciones sexuales sin protección y trae a tu casa algo como el sida, sin contar que hay un embarazo de ocho meses. Más violencia…».
Clavel contó la angustia que vivió ante el peligro de que su bebé naciera con VIH y su idea de interrumpir el embarazo, lo que fue imposible por su avanzada gestación. «Afortunadamente, mi hija tiene hoy 12 años y es una niña completamente sana», relató.
Apenas encuentra palabras. Es duro contar una historia así. Sin embargo, halla el modo de incentivar a las mujeres que viven con VIH preocuparse por tener una vida sexual lo más placentera y segura posible. A las que viven en parejas serodiscordantes, las insta a ser estrictas con el tratamiento que se les oriente, para que puedan tener hijos sanos cuando decidan ser madres.
Desde el público, Ángel Gutiérrez, oficial de monitoreo de Programa de Naciones Unidas en Cuba y quien ha trabajado en proyectos relacionados con el VIH en el país, acotó que sigue siendo necesario fomentar más información acerca de las investigaciones sobre este tema.
«Más que un problema de salud, el VIH ha demostrado ser un problema de desarrollo. Las encuestas de indicadores han ofrecido la oportunidad de levantar muchas determinantes sociales que están afectando a grupos poblacionales, incluida la violencia en las relaciones de pareja», expresó.
Entre las personas que viven con VIH, las más violentadas son los hombres que tienen sexo con otros hombres en la relaciónde pareja, les siguen las identidades trans, las personas que practican sexo comercial, luego las mujeres negras, después el resto de las mujeres y, en última instancia, los hombres.
Angie Castillo, de la Red TransCuba, señaló que las mujeres trans también comienzan a experimentar la violencia desde niñas, con la no aceptación de la familia y luego las manifestaciones de rechazo en las escuelas, en las calles y centros de trabajo.
«Esto crece y, cuando nos aceptamos como somos, comenzamos con nuestra lucha. Queremos ser las mujeres más mujeres que existen entre todas las que hay y con eso heredamos el rol de la mujer: el querer ser la buena esposa, el hacer todo lo que la pareja dice que hagamos, incluyendo hasta mantener el hogar… en un evidente signo de violencia», apuntó.
En su opinión, la sociedad tiene una percepción estereotipada de las mujeres trans, que las ubica siempre como personas de bajo nivel, sin conocimientos, que delinquen regularmente, «como lo peor», expresó.
«Es muy difícil ser una mujer trans en una escuela, es muy difícil llegar a la universidad sin el peso del bullying que pueda ejercerse sobre ti por ser tú misma ante los demás muchachos. Por eso se sufre el abandono de los estudios a temprana edad, no ser aceptada en los trabajos solo por ir vestida de mujer… que es lo que soy», reflexionó Castillo.
«Con frecuencia las mujeres trans se ven empujadas a ejercer la prostitución, ¿qué mayor violencia que esa?», enfatizó la activista.
Castillo destacó como gran paso hacia una sociedad más justa el de visibilizar el tema de la violencia en el nuevo proyecto de Constitución, que ha sido sometido a consulta popular y culminará con un referendo en febrero de 2019.
Para la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, Arlín Pérez Duharte, el enfoque de género debe caracterizar al Derecho.
«El perfeccionamiento de la norma penal en Cuba, luego de la Reforma Constitucional, está llamada a recoger en toda su expresión la protección a las víctimas de los actos que implican violencia», indicó.

RECUADRO
Premios Únete
Tres premios Únete por el compromiso con la igualdad y la No violencia de género fueron entregados por el SNU en el encuentro, donde estuvieron presentes Rafael Cuestas, coordinador internacional de programa del Fondo de Población de Naciones Unidas, y Fermín Quiñones, presidente de la ACNU.
En esta ocasión los galardonados fueron la Asociación Cubana de Naciones Unidas; la profesora Norma Vasallo, Doctora en Ciencias Psicológicas y Presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, y Malú Cano, coordinadora por más de 15 años de la Red TransCuba.

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