Mujeres afectadas por violencia no piden ayuda profesional

Por Sara Más

Aunque a veces admiten ser víctimas de diferentes formas de maltrato en la vida familiar, no pocas de las cubanas que padecen violencia en sus hogares se resisten aún a solicitar ayuda especializada.
Tener alto nivel de escolaridad, independencia económica y vida compartida con varios miembros de la familia no impide que muchas mujeres sufran actos de violencia, según indica un estudio local publicado en una revista médica cubana.
Tampoco esos requisitos parecen ayudar lo suficiente para que algunas víctimas rompan el muro de silencio que rodea a la violencia y soliciten atención médica especializada a sus casos.
La gran mayoría de las mujeres afectadas por violentada no solicitaron ayuda profesional, concluyeron los autores del estudio «Mujer y violencia: ¿un problema de salud comunitario?», que entrevistó a 310 mujeres entre 15 y 49 años, en Camaguey, provincia del interior del país.
De ellas, casi las tres cuartas partes refirieron haber padecido algún tipo de violencia en el hogar, en el mismo orden que han revelado otros estudios aislados.
En primer lugar, predominó el maltrato psicológico, reportado por la mitad de la muestra, seguido por el sexual presente en una tercera parte. La física fue la manifestación menos frecuente y admitida solo por el 16,38 por ciento. Sin embargo, sólo 39 mujeres (17,25 por ciento) del total de las que fueron agredidas, solicitó ayuda profesional, destacan los especialistas que realizaron la investigación.
Las mujeres que en mayor número decidieron pedir ayuda fueron las comprendidas entre 30 y 39 anos, mientras todas las de 15 a 16 optaron por no decir nada, ni denunciar el hecho ni buscar apoyo especializado.
Los autores llaman la atención respecto a que las 2/3 partes (69,02 por ciento) de las mujeres afectadas por violencia tenían un alto nivel de escolaridad –114 de preuniversitario y 42 universitarias–, en contraste con el bajo porcentaje de solicitudes de ayuda profesional del total de mujeres en las mismas condiciones de vulnerabilidad.
Al analizar su ocupación, predominaron las trabajadoras (84,95 por ciento), seguidas de las amas de casa (11,06 por ciento) y las estudiantes (3,98 por ciento).
En cuanto a la convivencia familiar, el 82,74 por ciento de las mujeres violentadas convivía en núcleos familiares de 2 a 4 miembros. «Rara vez vienen a consulta, pero si lo hacen la explicación que dan es que resbalaron en el baño o tropezaron con una puerta», comentó al SEM una doctora en un policlínico de la capital.
Aunque muchas veces los hechos ocurren delante de hijos e hijas u otros familiares, en otras ocasiones se llega a saber por lo reiterado y peculiar de las marcas y lesiones, comenta la especialista.
Pero a la puerta de la consulta solo llegan, sobre todo, cuando existen heridas que hace falta atender y «no se pueden ocultar», explica.
La Habana, diciembre de 2002.-

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