Mitos religiosos fundamentan subordinación de las mujeres

Personas con diversas experiencias de fe y especialistas en estudios teológicos alertan sobre un resurgir del fundamentalismo en algunas iglesias en Cuba. Estas expresiones religiosas refuerzan mitos milenarios sobre la subordinación de las mujeres, a partir de la lectura literal de los textos sagrados. Para el reverendo Luis Carlos Marrero, vicedirector del Centro Oscar Arnulfo Romero, es importante realizar una exégesis bíblica para deconstruir la dominación patriarcal.

¿Cómo se manifiesta la violencia hacia las mujeres en el ámbito religioso?
Las religiones, principalmente las monoteístas —aquellas que creen en un solo Dios— son las que más tienden a configurar de manera tradicional las relaciones de género dentro de su propio quehacer teológico. Parten primero de la idea del Dios que es único y casi siempre es hombre. ¿En qué se basan? En sus textos sagrados: la Biblia en el caso del cristianismo o el Corán en el Islam. Ambas, junto al budismo, se conocen como las tres grandes religiones que más preceptos y rigor tienen sobre cómo debe ser una mujer. Rigores que marcan, por ejemplo, la manera de vestir y el lugar que ocupan las mujeres en los templos. Hay iglesias donde las mujeres se sientan separadas de los hombres, en las mezquitas las mujeres siempre van detrás de los hombres.
Podemos encontrar muchos ejemplos, sobre todo en actuales movimientos e iglesias, donde se dice que la mujer no tiene alma o aquella que no puede concebir está en un pecado muy grande.

¿Y por qué esos mitos y estereotipos continúan reproduciéndose a lo largo de los años?
A quienes hacemos estudios desde una perspectiva de género en el ámbito religioso nos está preocupando la posición de muchos grupos que están entrando al país y asumen una cultura machista.
Toda esta cultura androcéntrica está insertándose de nuevo en las iglesias. Hay una vuelta muy grande al fundamentalismo religioso, o sea, a la interpretación literal de los textos sagrados.
Por ejemplo, en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo dice que la mujer debe callar en la congregación y lo que no sabe debe preguntarlo a su marido en la casa. Estos textos se están interpretando literalmente y se está retomando de nuevo toda esa teología en la que se dice que la mujer es un ser inferior, creado de la costilla del hombre.
Esa lectura literal está haciendo mucho daño. Detrás de esto también se mueven muchos intereses políticos y económicos, son iglesias que están llegando al país con mucho dinero y donde el pastor, más que ciervo, se convierte en el jefe de la congregación y es Dios en la tierra. Entonces volvemos al principio con ese Dios masculino, egocéntrico, que además es blanco y heterosexual.

¿Qué hacer entonces? ¿Cuáles estrategias y pasos permitirán avanzar?
Un principio de la sociología de la religión dice que el medio social dispara el factor religioso, la gente busca una esperanza en la fe cuando la economía de la mesa se resiente. Queremos hacer muchas cosas, por ejemplo, compartir con las personas y socializar información. Y desde hace tiempo venimos analizando la formación hacia el interior de las propias comunidades religiosas, pues hay mucha gente nueva dentro de las religiones y hay personas que dicen creer en algo que realmente no conocen y no se dan cuenta que muchas veces ese espacio viene relacionado con un sistema de opresión que se maneja desde adentro. Estamos haciendo talleres y cursos que tienen en cuenta el género como una categoría esencial dentro de nuestras congregaciones.
No obstante, hay congregaciones que han avanzado mucho en estos temas y no solo en el rol de la mujer, sino también en los asuntos relacionados a la identidad sexual, temas raciales. También desde la investigación, desde las ciencias de las religiones e ideologías se están haciendo tesis de licenciatura, de maestrías y tesis doctorales donde se retoman estos procesos e historias de mujeres, de grupos que han sido excluidos por el sistema de opresión patriarcal. Eso es un primer paso.
La esperanza de que se puede hacer mucho está presente en el trabajo de organizaciones, iglesias y centros como el Consejo de Iglesias de Cuba, el Seminario Evangélico en Matanzas, el Centro Martin Luther King Jr., el Centro de Reflexión y Diálogo en Cárdenas, el Centro Labastida, entre muchos otros.

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