Mariposa ante la cámaras

Por Dixie Edith

Ser travesti pone a las personas en una condición vulnerable frente a diversos tipos de violencia, confirman especialistas y las propias víctimas.
Esa realidad ha pasado también a formar parte de las temáticas abordadas por audiovisuales de disímiles signos, como el documental Tacones cercanos, de la joven realizadora cubana Jessica Rodríguez, recién egresada de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte (ISA).
Tacones… revela los avatares de la vida de Marcel, un travesti apodado Mariposa, aunque su realizadora ha confesado que “no le interesaba lograr un discurso enfocado hacia el travestismo a nivel fenomenológico”. “En realidad lo que me motivó fueron los conflictos a nivel humano, ese debatirse íntimo y muy personal entre el deseo y lo que la sociedad espera. Me parece profundamente trágico este ser y no ser, es ahí que reside el drama de este personaje; el travestismo y la prostitución como fenómenos sociales están subyaciendo bajo una problemática más identitaria y personal”, explicó Rodríguez en una entrevista publicada por el sitio web CanalDocumental TV.
Preso durante varios años, tras salir en libertad Marcel fue agredido físicamente mientras caminaba por la calle por un transeúnte homofóbico que le arrojó ácido en la cara, lo cual le trajo trastornos oculares de los que aún se recuperaba cuando fue interrogado para el documental.
“En realidad Mariposa y yo estudiamos juntos en la escuela primaria y secundaria. Fui testigo de la evolución de su comportamiento, del refinamiento de sus maneras desde niño y adolescente temprano. Luego en la universidad me enteré que se travestía y que había sido agredido. Ahí comencé a interesarme. Él tiene grandes dotes histriónicas y es además muy bueno comunicándose”, confesó Rodríguez, quien obtuvo un Premio Cinergia 2008, de Ópera Prima, por el proyecto de largometraje de ficción Espejuelos oscuros.
Catalogado por la crítica como uno de los mejores documentales realizados en la isla, Tacones... fue objeto de debate durante el panel Género, violencia y masculinidad, que sesionó el pasado mayo en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en el contexto del encuentro Cine Pobre de Humberto Solás en Cinemateca.
El Festival de Cine Pobre, nacido a instancias del conocido director de cine ya fallecido Humberto Solás, tuvo su primera edición en el año 2003 en Gibara, en la oriental provincia de Holguín. Desde entonces se realiza cada año y promueve el uso de las nuevas tecnologías en la producción de obras cinematográficas de bajo presupuesto, pero de alta calidad estética y artística.
La cita de Gibara intenta estimular también la producción de un audiovisual comprometido con los problemas sociales, culturales, medioambientales y de las pequeñas comunidades. Y también promueve la proyección y debate de los materiales en espacios que escapan a la ya tradicional cita anual.
Magda González Grau, realizadora de audiovisuales y vicepresidenta de la UNEAC; Joel del Río, periodista y crítico de cine, y Abel Sierra Madero, historiador e investigador; con la conducción de Danae Diéguez, profesora del Instituto Superior de Arte, evaluaron este mayo, en La Habana, junto al de Jessica, otros tres cortos de ficción, con la intención de propiciar el análisis desde una perspectiva de género.
Alina, 6 años, A la hora de la sopa, y Filiberto, junto a Tacones cercanos, todos dirigidos por mujeres, fueron los audiovisuales, materia prima para una polémica que partió de la interrogante de si el cine ha legitimado la violencia de género o, simplemente, es reflejo de una realidad que acompaña a la vida cotidiana.
Los especialistas coincidieron en que resulta injusto responsabilizar sólo a los medios audiovisuales del mal tratamiento de la violencia y otros males en el cine o la televisión.
“Los medios de comunicación son reflejo de la inevitable subjetividad de sus realizadores y, sobre todo, de lo que acontece en nuestra cotidianeidad”, advirtió Joel del Río.

Mariposa frente al espejo
Para Sierra, la vida de Marcel es un buen ejemplo de que las llamadas identidades trans pueden ser muy vulnerables frente a casi todas las manifestaciones de violencia.
Su opinión coincide con la de las investigadoras Ada C. Alfonso y Mayra Rodríguez, especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Según un estudio realizado con un grupo de jóvenes travestis de cuatro ciudades del país, estas expertas confirmaron que, como en el caso de Marcel, a veces la prostitución se convierte en la única opción de vida de las personas travestis.
“La marginalidad las hace vulnerables al sida y a la violencia de parte de sus parejas, muchas veces hombres heterosexuales”, se confirma en “HsH y homosexuales travestis; violencia en parejas del mismo sexo”, de las especialistas del Cenesex Ada Alfonso y Mayra Rodríguez. 
De acuerdo con sus observaciones, el maltrato psicológico se manifiesta en una gran variedad de formas como las amenazas de abandono, las relaciones heterosexuales de noviazgo que los travestis deben aceptar de sus parejas, las descalificaciones frecuentes, el aislamiento y hasta las prohibiciones a participar en actividades culturales.
Bofetadas, golpizas y empujones son, según los propios entrevistados por las estudiosas del Cenesex, las formas de violencia física que más han padecido, “tanto de sus parejas como de los miembros más cercanos de sus familias”, se afirma en el resumen de investigación publicada a inicios de 2009 en la revista Sexología y Sociedad.
Otro estudio realizado entre travestis de la Ciudad de la Habana por la doctora Annia Duany, psiquiatra del capitalino Hospital Salvador Allende, respalda los resultados de las especialistas.
“La violencia psicológica estuvo presente desde la infancia en las relaciones de estas personas con su entorno familiar, seguida de la violencia física, en todos los casos por no cumplir con el rol de género estereotipado: o sea, por renunciar a la masculinidad concebida como patrón cultural”, afirmó Duany en su investigación “Trastornos de identidad  sexual y violencia”, de 2008.
Travestis cubanos de otras regiones de la isla cuentan historias que tienen muchos puntos en común con la de Marcel.
“En la calle experimentamos mucha violencia, casi a diario, y no es solo cuando alguien te agrede físicamente, sino también cuando te miran con burla, curiosidad o mala cara; cuando vas a comprar algo y te tratan mal”, contó a SEMlac Naudi Martínez, una travesti promotora de VIH/sida en la occidental provincia de Pinar del Rio.
Durante el debate de la UNEAC el pasado mayo, Sierra advirtió que hay un componente de temor “en la base psicológica de la homofobia”.
“Es un miedo que se ejerce desde diversos espacios y que también está relacionado con la aparición de políticas de invisibilización hacia la diversidad sexual. Las personas no entienden lo diferente, lo temen y por tanto, muchas veces reaccionan desde la agresión”, aseguró.
A juicio de la realizadora de Tacones… la hostilidad y la intolerancia “están en el día a día, y aunque se están haciendo cosas en pos de eliminarla todavía encontramos víctimas de agresión moral y física a niveles tan penosos como este» contado por Marcel.

Julio de 2010
(Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu)

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