Magela Romero: En el noviazgo también hay violencia

Con flores, poemas y mimos se idealizan los amores de juventud. Sin embargo, en la etapa del noviazgo pueden aparecer sutiles manifestaciones de violencia machista que auguran, para las mujeres, daños psicológicos o físicos más graves en el futuro.

Investigaciones recientes de la socióloga cubana Magela Romero con estudiantes universitarias cubanas advierten que el ideal romántico del amor y la búsqueda del «príncipe azul» siguen vigentes y funcionan como mitos sobre las relaciones de pareja.

El peligro de que el control excesivo, los celos y las imposiciones sean tomados como «pruebas de amor» subyace en este tipo de noviazgos, en los que la investigadora identificó la permanencia de estereotipos de género que llevan a las mujeres a una desventaja social respecto a los hombres, quienes las ponen generalmente en posición de víctimas.

A propósito del tema, SEMlac conversó con esta profesora de la Facultad de Sociología de la Universidad de La Habana, especializada en el estudio de la violencia por motivos de género, tema sobre el cual ha impartido numerosos talleres de sensibilización en espacios comunitarios.

 

¿Cuáles son las principales manifestaciones de violencia de género en el noviazgo?

 

Las investigaciones sobre violencia en el noviazgo vienen a desmitificar que esa es la etapa de romance perfecto, donde no existen contradicciones, conflictos, ni violencia. Hace unos años se realizaron estudios con estudiantes universitarias que cursaban primer año de sociología en la Universidad de La Habana, muchas de las cuales habían sufrido violencia en el noviazgo, de tipo psicológica o física. Esta última se manifiesta en empujones, pellizcos o halones de pelo, que pueden ser muy suaves al principio, pero también constituyen maltrato.

Esta agresividad viene a expresarse también en las prohibiciones que se establecen en las relaciones amorosas con respecto a la ropa que debe usar la mujer, las amistades con las que debe o no compartir y la actitud esperada en relación con su pareja.

Los celos se hacen muy evidentes en el noviazgo, porque uno de los mitos que funciona en estas relaciones es que él debe celar un poquito para demostrar cariño. Este criterio funciona a veces como un elemento que justifica la violencia, aunque no se perciba como tal. Se ha naturalizado el celo como una prueba de amor, cuando en realidad es un instrumento de control.

Resulta significativo que las manifestaciones de violencia en el noviazgo no son percibidas por las muchachas porque evalúan como algo natural, por ejemplo, la prohibición, el pellizco o montarse en un ideal de mujer al que aspira su pareja y no en el suyo propio. No se cuestionan que la forma en que visten o llevan el pelo responda al modo en que el novio quiere verlas y no a lo que ellas puedan desear en realidad.

 

¿Qué consecuencias tiene asumir estos comportamientos como «naturales»?

 

Las mismas de la cultura patriarcal en todas las mujeres, sobre todo en los planos psicológicos y en la naturalización de las relaciones de poder y control sobre el cuerpo y los proyectos de ellas.

Estos noviazgos violentos contribuyen a legitimar un esquema de relación amorosa donde las mujeres tienen una posición de subordinadas «naturales» y acarrean limitaciones femeninas en determinadas etapas de la vida, para decidir sobre el cuerpo e incluso sobre proyectos profesionales y estudiantiles. Muchas jóvenes ven truncadas sus carreras o su desarrollo como estudiantes por ese tipo de parejas y, a la larga, los resultados de estos comportamientos debilitan su autonomía en la sociedad.

También influyen en cómo las mujeres viven sus primeras experiencias sexuales, muchas veces condicionadas por la prueba del amor y no porque realmente estuvieran convencidas de hacerlo. Eso es una consecuencia psicológica bastante lamentable, porque a la larga se dan cuenta de que tuvieron una relación sexual no deseada y que, solo en el mejor de los casos, no constituyó una violación o potenció un embarazo no deseado.

 

¿Cómo tributan a estos noviazgos violentos los mitos del amor romántico?

 

La idea de cómo se concibe la pareja tiene que ver con la construcción patriarcal de las relaciones amorosas, en las cuales la mujer joven espera un hombre inteligente, astuto, que la pueda guiar e insertar en el mundo de las relaciones sociales y que, al final, también sea la prueba de que ella ha podido pasar de una etapa de inmadurez a la relativa madurez. Cuando se encuentra el primer noviazgo, la idea del amor romántico supone que el hombre va a proveer.

Generalmente, ellas piensan que ese romance no tendrá conflictos, que él las amará y apoyará, pero, muchas veces, terminan siendo relaciones donde lo ideal se convierte en una cotidianidad fatídica para las muchachas y ven frustrados sus proyectos personales, estudiantiles o familiares por causa de esa relación.

 

¿Se extienden esos mecanismos de control a las nuevas tecnologías, populares entre la juventud?

 

Las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación vienen a ser un nuevo instrumento de control de género. El celular permite saber, automáticamente, dónde está la persona y con quién. Aunque en Cuba no se puede, por ejemplo, tirar fotos en el lugar para evidenciar que se está allí y enviarlas al instante como prueba, indudablemente esta telefonía sirve para mantener a la persona localizada todo el tiempo, y tampoco se puede renunciar a ella porque es necesaria para la vida moderna. Uno de los regalos más comunes de los novios a las novias, sobre todo cuando las relaciones se establecen entre un hombre que provee y una mujer más joven, es un celular que, a la larga, la mantiene controlada.

En el caso de las redes sociales, como Facebook, tienden a mantener actualizada a la pareja sobre el pasado y presente, porque se ha convertido en un mecanismo para exponer lo que piensa, hace y siente la persona, cuál es su futuro, dónde ha estado. No hace falta colgar uno mismo el comentario o la foto, porque alguien más te puede etiquetar o mencionar. Una de las limitaciones de usar estas redes sociales es que atentan contra la privacidad.

 

¿Cómo prevenir este tipo de comportamientos agresivos en parejas jóvenes?

 

Es importante tener en cuenta lo que rodea el noviazgo. Muchas veces las amistades o la familia potencian esos mecanismos de control. Por ejemplo, se ve bien que un novio cele a la novia porque «está enamorado» o que la muchacha salga exclusivamente con su pareja cuando puede compartir con otras amistades. A veces la misma familia reprime que ella defienda su espacio.

Hay muchas formas de que el noviazgo no se viva en libertad, de mantener una relación de dependencia más común para una vida adulta. En el noviazgo, las personas están en etapa de conocerse y compartir experiencias, pero no solo con la pareja.

Las libertades son necesarias y ese es el tipo de pareja por la que debemos apostar: en la cual cada una de las personas tenga la oportunidad de elegir libremente lo que quiere hacer con su espacio.

Vale para todas las edades, pero en la juventud más, porque pocas veces el noviazgo de esa etapa es el de toda la vida y luego vienen los arrepentimientos por lo que se dejó de hacer al estar junto al novio.

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