Lizette Vila: “El cuerpo de las mujeres es un templo contra la violencia”

Recobrar la propiedad sobre el cuerpo puede ser, para las mujeres, el primer paso hacia una vida sin violencia. La realizadora cubana Lizette Vila cree posible la paz y la igualdad de género desde la autonomía sexual.

Vila fundó en 2002 el Proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social. Desde entonces, Palomas se ha dado a conocer en Cuba y América Latina por sus documentales e intervenciones comunitarias.

En 2015, su proyecto «Mi clítoris es mío» propone el cuerpo y el placer de las mujeres como pilares de emancipación femenina y mecanismos para desestabilizar la violencia patriarcal.

¿Cómo ilustraría la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo?

Coincido con el pensamiento de la teórica feminista Marcela Lagarde, cuando dice que la propiedad del propio cuerpo es indispensable para construir la autonomía. Y la autonomía de las mujeres es esencial para erradicar la violencia machista.

El Proyecto Palomas, desde su fundación, ha concebido el cuerpo como un territorio pleno en derechos y deberes, símbolo de libertad y dignidad.

Si una persona no tiene todos los elementos y recursos para protegerlo, conocerlo, usarlo, desarrollarlo, amarlo ¿de qué autonomía humana puedes hablar?

El cuerpo y la sexualidad de las mujeres continuamente son objeto de control y violencia machista ¿Por eso confiere un lugar central al placer y al erotismo?

Sí. Somos conscientes de ese flagelo que es la ablación y la mutilación genital, algo que también afecta a nuestro continente. Pero, además de la mutilación física, está la mutilación simbólica.

Clítoris significó en la antigüedad «la dulzura y el amor de Venus». Es la llave de nuestro cuerpo, como dicen algunas feministas. Pero, ¿qué mujer habla de su clítoris? ¿Quiénes hablan incluso de su sexualidad con soltura?

La palabra clítoris era considerada ofensiva en los medios de comunicación de Estados Unidos durante los pasados años setenta. Pongo como ejemplo a Estados Unidos porque muchas personas tienen esa creencia hegemónica y colonizadora de que es el país paradigma de la libertad.

Lo cierto es que, aún hoy, el clítoris es un término y una parte de nuestro cuerpo que está sumergida, invisibilizada. La sexualidad femenina sigue permeada de muchos tabúes y prejuicios.

Por ejemplo, socialmente aún la masturbación no está concebida para nosotras. Muchas mujeres no llegan a conocer ese placer y menos se habla de la sexualidad y el deseo en las adultas mayores.

Todas estas realidades nos condujeron al proyecto «Mi clítoris es mío», cuyo título tomamos de una intervención de la doctora cubana Adriana Agramonte, especialista en intersexualidad.

Durante la conferencia regional de ILGALAC (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe), celebrada en nuestro país el año pasado, Adriana hizo referencia a la decisión de una persona intersexual de no someterse a una intervención quirúrgica, alegando «mi clítoris es mío».

Creo que en esa frase se concentra determinación, autoestima y mucha resistencia a la violencia simbólica, heteronormativa y patriarcal.

A nuestros cuerpos los atraviesan muchas líneas de exclusión: por género, orientación sexual, identidad de género, color de la piel, etc.

Tenemos que hablar del cuerpo de otra manera, por eso llamamos al proyecto «Mi clítoris es mío».

Cuando comenzamos esta línea de trabajo, nos dimos cuenta de que todas las violencias machistas recalan en el cuerpo de la mujer: la violencia económica, la psicológica, la física, la sexual, la estructural.

En los talleres y en la producción audiovisual empezamos a centrar el cuerpo como un territorio que tiene que edificarse con muchos recursos para no ser violentado.

Palomas trabaja el placer humano como un derecho a la vida; placer que va más allá del goce sexual o de la alimentación.

Hablamos de ese derecho a edificar una vida realmente plena, una vida no exenta de contradicciones y tensiones, pero que dé la posibilidad de acceder a las oportunidades y de experimentar bienestar.

«Mi clítoris es mío» es la tribuna de independencia que tiene en este momento nuestra productora de audiovisuales para el activismo social, una iniciativa que también incluye a hombres solidarios con las mujeres.

Nos acompañan también instituciones y organizaciones que apoyan esta lucha en el país, entre ellas la oficina en Cuba de Oxfam Internacional.

Desde el audiovisual, ¿cuánto se puede hacer para poner fin a la violencia de género?

En el mundo contemporáneo, lo que vemos es lo que existe y solo lo que existe tiene derechos. El audiovisual posee una fuerte pujanza para visibilizar y provocar determinados estados de ánimo.

Nosotros trabajamos mucho las historias de vida y, en algunos, casos esas entrevistas son una terapia para las y los entrevistados. «Yo nunca había dicho esto antes» o «lo tenía guardado», son frases habituales durante las filmaciones.

Por eso creemos que los audiovisuales de Palomas registran las realidades que están atrapadas en el silencio. Desde una perspectiva de género hemos abordado temas como los conflictos de las adultas mayores, las lesbianas, transexuales, mujeres y tuberculosis, mujeres y cambio climático, soberanía alimentaria, entre otros.

Ahora estamos próximos a presentar el documental Mujeres…el alma profunda. Las hijas de las estrellas, con guión y dirección de Ingrid León. En este material aparecen adultas mayores hablando de estos temas.
Cuando nos referimos al cuerpo, hablamos también de esa cultura del cuerpo que es un territorio desde lo físico, lo económico, pero también desde lo simbólico y lo cultural.

La sexualidad de las mujeres y el clítoris poseen valor simbólico. Yo puedo ser una mujer u hombre trans y mi clítoris es esa llave que abre mi puerta, es más que ese órgano sexual y biológico, tiene una connotación cultural, subjetiva.

¿Retos para enfrentar la violencia de género en el contexto social cubano…?

Palomas se mueve desde un pensamiento crítico feminista para hacer propuestas. Mi trabajo de años en temas de género ha puesto ante mí múltiples injusticias, expresiones de violencia.

Por eso puedo afirmar que el concepto de género implica una igualdad sustantiva y no podemos seguir hablando de ella sin igualdad de resultados.

En Cuba el proyecto socialista nos ha dado a las mujeres igualdad de oportunidades y vivimos la igualdad de resultados en muchos aspectos. Pero ¿qué pasa con el tema de la violencia de género, que muchas cubanas se cansan en el proceso de buscar justicia?

Existe una estructura social que integran instituciones y organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas, las Casas de Orientación a la mujer y la familia, la Policía Nacional Revolucionaria, el Partido Comunista, el sindicato.

Por eso es importante que las mujeres pensemos en cómo llegar a estas estructuras para denunciar y hacer valer todos esos derechos que tenemos, oportunidades que otras mujeres del mundo no tienen.

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