Humillaciones de palabra, desprecio, lesbofobia en diversas variantes, rechazo e incomprensión familiar, maltrato físico, violencia simbólica, acoso laboral y social son algunas de las manifestaciones de violencia ejercidas contra mujeres lesbianas, bisexuales y trans, aunque ellas apenas se mencionen cuando se habla de violencia contra las mujeres.
Ellas son blanco de una doble discriminación por motivos de género: por ser mujeres y por no adoptar la normativa heterosexista de la dominación masculina.
La falta de comprensión y el ejercicio de la lesbofobia las llevan a sufrir otras consecuencias violentas a lo largo de sus vidas. Una realidad sobre la cual llama la atención Teresa de Jesús Fernández, coordinadora de las redes sociales de mujeres lesbianas y bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
¿La violencia que sufren las mujeres lesbianas es también violencia de género?
Lo es y la sufren con una doble cara, porque muchas veces no se adecuan al patrón establecido de que tienen que ser femeninas y tampoco responden a los intereses del hombre. Pero, además, son mujeres que se atreven a vivir sin la necesidad de ese hombre, que desafían lo que está establecido como “lo que tendrían que ser”, que rompen con la idea binaria, con lo heteronormativo. Pero sobre todo rompen con la idea de ser mujeres con la obligación de satisfacer las necesidades del hombre.
Y eso genera para ellas violencia, rechazo, estigma….Incluso las propias mujeres heterosexuales, en muchas ocasiones, lamentablemente, también reflejan hacia las mujeres lesbianas esa misma violencia porque ven como algo negativo o que no está bien –yo misma no entiendo por qué— esa posibilidad que tienen de vivir libremente, al margen del hombre.
Por eso ha habido a lo largo de la historia un divorcio, en algunas ocasiones, entre el feminismo y el lesbianismo. Hubo momentos en que el feminismo no entendió la radicalización de algunas mujeres lesbianas. Yo no estoy defendiendo la radicalización, lo que quiero decir es que también habría que entender que ser una mujer lesbiana es una respuesta distinta ante el modelo patriarcal establecido.
¿Cuáles son las manifestaciones más frecuentes de esa violencia?
Hay muchas. Por ejemplo, cuando el hombre ve a la mujer lesbiana como la que puede ser usada a su gusto y placer, y entonces construye un juego en el cual él es el centro de muchas mujeres. En eso hay violencia, porque significa no respetar que esa mujer es feliz y eróticamente completa con esa relación y por no admitir la falta de presencia masculina en su historia de vida. Es quizás la más solapada y que nadie nota, porque es una violencia muy simbólica.
Pero está la violencia de la agresividad, de la ofensa, de usar un lenguaje humillante y despectivo para referirse a ellas, porque molesta que esa mujer no responda al canon de lo femenino. De ese modo reaccionan lo mismo hombres que mujeres heterosexuales.
Y después está la violencia que se desprende de la no comprensión de que dos mujeres pueden amarse y que ese amor puede tener la misma importancia, pureza, fuerza, sentido y valor que tiene cualquier otro tipo de amor. Como resultado de esa falta de comprensión, encuentras que las mujeres lesbianas sufren luego acoso laboral, escolar, familiar y social. Pueden ser muy evidentes o estar, igualmente, muy matizadas o enmascaradas.
Pero las mujeres lesbianas sí lo viven y lo perciben. Muchas veces se enferman y llegan a visitar al médico demasiado tarde por la angustia que les produce sentir rechazo al llegar a los servicios ginecológicos de la atención primaria, por ejemplo. Eso no es un mito, es una realidad contada por muchísimas mujeres.
También has afirmado que viven la violencia del silencio, ¿por qué?
Si hay algo realmente invisibilizado es la realidad de las mujeres lesbianas. Si quieres leer y estudiar sobre el tema, hay muy poca literatura en el país, e incluso internacionalmente es limitada Pero tampoco está visibilizada en la cotidianidad, y muchas veces cuando se visibiliza se hace de forma incorrecta, o se cae en el estereotipo de mostrar a una mujer lesbiana muy masculinizada. Independientemente de que cada quien defienda su derecho de ser esa otra adecuación de ser mujer, no tiene por qué estar representada como mujer hombruna, que demás se hace con toda intención para estigmatizarla.
No se habla de la mujer lesbiana, pero tampoco se habla de la lesbofobia, ni se le da a la mujer lesbiana la dignidad que merece. Incluso cuando se hacen las campañas por la no violencia hacia las mujeres y las niñas, sutilmente todas las personas leen que esas niñas y esas mujeres son heterosexuales, nadie piensa que son mujeres lesbianas y también mujeres transexuales. Hay vacíos y brechas y no se trata de crear etiquetas, pero sí es importante llamar la atención sobre estos problemas.