La Habana, julio (Especial de SEMlac).- Desarrollar estudios, hacer alianzas, intercambiar información y promover acciones para prevenir y atender la violencia en Cuba son propósitos de la red de investigadoras e investigadores en ese tema, creada el 26 de junio en la capital cubana.
«Hablamos de violencia en su sentido más amplio para invitar a quienes, desde distintos espacios del país, acumulan experiencia y aportan conocimientos para explicar y atender este problema», precisó la psiquiatra Ada Alfonso, colaboradora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
La red se creó durante la segunda reunión de investigadoras e investigadores en violencia, convocada del 25 al 27 de junio por el Cenesex, con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).
La cita se inscribe entre las acciones del subprograma de violencia del Programa Nacional de Educación y Salud Sexual (PRONESS), que coordina el Cenesex, y en ella participaron profesionales de salud, educación, la academia, el sector jurídico, los medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales y ámbitos comunitarios de diferentes regiones del país.
La red busca el intercambio entre quienes estudian la violencia, con la idea de sistematizar y socializar sus resultados y experiencias, por lo que tendrá una coordinación compartida por el Cenesex, la Universidad Central «Marta Abreu», de la central provincia de Villa Clara, y la Universidad «Oscar Lucero Moya», de Holguín, a 740 kilómetros de La Habana.
«Podría ser también un espacio para la discusión, la asesoría, el acompañamiento de procesos y la incidencia en políticas públicas», agregó la profesora María de los Ángeles Arias Guevara, coordinadora del núcleo de estudios de género de la universidad de Holguín.
Durante el encuentro se habló de la necesidad de contar con datos, información y diagnósticos sobre el ejercicio de la violencia en sus diferentes manifestaciones, y se expusieron las estrategias y experiencias relacionadas con la violencia basada en género desarrolladas en Cuba por UNICEF, UNFPA y el PNUD, en el marco de la cooperación internacional.
Gemma García Oliva, responsable de Desarrollo local y Género de la AECID, abundó en los mandatos en materia de violencia de esa agencia de cooperación, reconocida como donante en el sector de género, en el impulso de acciones específicas y de la trasnversalizicón de género en sus sectores de actuación.
En Cuba no hay un diagnóstico nacional ni datos precisos sobre el fenómeno, que pasó a ser tema de preocupación académica y política en la pasada década del noventa.
Tras muchos años de invisibilidad, la problemática de la violencia de género se ha ido posicionando como objeto de investigación en la sociedad cubana, sobre todo durante la última década.
Además de ampliarse el grupo de investigadores e instituciones que se ocupan del tema y diversificarse los enfoques, los estudios se desarrollan en distintas regiones, con varios núcleos de trabajo, incluidos los ámbitos rurales.
Pero, a pesar de los empeños por lograr estadísticas confiables y hacer estudios de prevalencia, las investigaciones siguen siendo parciales, de carácter descriptivo o exploratorio, muestran solo tendencias y carecen de criterios metodológicos comunes, indicaron especialistas en la materia.
En opinión de la psicóloga Mereelén Díaz Tenorio, aún quedan vacíos en las investigaciones acerca de la violencia en Cuba y también en su visibilización, lo que obliga a continuar avanzando en la construcción de referentes.
Por demás, «se trata de un tema complejo, con muchas implicaciones en la vida de las personas, que no se puede trabajar solo desde la investigación», advirtió la coordinadora del Programa del Equidad del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero.
En su opinión, sigue siendo un problema no resuelto, «no solo porque no se denuncia, sino también porque faltan soluciones, por lo que se necesita poner la mirada en las víctimas y en sus consecuencias».
Tampoco se trata de un tema de familia o de pareja, ni territorial, sino de un problema estructural que está presente en la historia, la cultura y la sociedad, consideró la socióloga Reina Fleitas.
Además de que hace falta articular a diferentes actores implicados en la atención y prevención de la violencia por motivos de género, se necesita de un programa estatal centralizado para abordar esta problemática social y de salud, concordaron especialistas.
Estudios sobre violencia de género en ámbitos rurales, desarrollados desde 2008 por la Universidad de Holguín, revelan que hay «una masculinización del poder» y «una socialización de que los asuntos reproductivos son una responsabilidad femenina», señaló Tatiana González Martínez, estudiosa de temas de desigualdad y pobreza.
La violencia más evidente es la física y se suele achacar al consumo de alcohol, agregó su colega Ania Pupo Vega. «Erróneamente, se ve al hombre violento como víctima del alcohol y tampoco hay comprensión del ciclo de la violencia», dijo.
«Más allá de los desconocimientos y vacíos, sí hay una necesidad muy grande de sensibilización», señaló a SEMlac la profesora Aida Torralba, también de Holguín, quien ha investigado la violencia en las relaciones de pareja.
Se trata de un fenómeno muy naturalizado, por un lado; y por otro, a la mujer violentada le cuesta romper el vínculo con la persona que la maltrata porque está en una condición psico-emocional, una situación afectiva, que no la ayuda a hacerlo, explicó.
En varias zonas del país se desarrollan estrategias educativas desde espacios formales e informales, ya que otra carencia identificada es la ausencia generalizada de contenidos sobre género y violencia en la enseñanza.
Lo mismo sucede en programas de pregrado de futuros profesionales que tendrían que lidiar y atender situaciones de ese tipo, como educadores, médicos, juristas y periodistas, entre otros.
«Aunque en algunas carreras de salud se incluyen temas sobre violencia, estos resultan insuficientes para la creación de habilidades teóricas y prácticas para su abordaje y atención», sostuvo Celia Sarduy, profesora del Instituto de Ciencias Básicas Victoria de Girón, en La Habana.
En su opinión, mucho ayudaría también la construcción de un sistema común de información y levantamiento de estadísticas para la recogida de datos fidedignos, incluida la evaluación de algunos aspectos del impacto económico.
El encuentro y la red son, para a socióloga Magela Romero Almodóvar un primer paso en el diálogo necesario entre quienes investigan. «Estamos trabajando, tenemos resultados de investigación importantes, pero no los conocemos ni siquiera entre nosotros», reiteró a SEMlac.
Interactuar en colectivo para debatir y llegar a consensos, reflexionar sobre vacíos y barreras metodológicas que encontramos y poner la mirada en el entrono de las víctimas son algunos desafíos inmediatos, enumeró Romero Almodóvar.
«En la medida en que convirtamos nuestra investigaciones en acciones de transformación, daremos pasos aún más importantes», sostuvo.