Ganar conciencia frente a la violencia

Líderes formales de Alamar Este llevaron sus mensjes de prevención
y alerta en varias prendas de vestir que quedaron expuestas
a la vista pública, en una tendedera colectiva.

Por Sara Más

Desmontar mitos, creencias patriarcales y prácticas que producen y naturalizan las diversas formas en que se concreta la violencia hacia las mujeres es el primer paso para entender el problema y enfrentarlo, coincidieron en La Habana activistas comunitarios.

“En ocasiones pareciera que no queremos verla, pero muchas veces no reaccionamos porque no entendemos lo que sucede en el círculo de la violencia ni el proceso que viven las víctimas, en su mayoría mujeres”, comentó la socióloga Magela Romero Almodóvar, durante un taller de sensibilización sobre la violencia psicológica contra la mujer, este noviembre.

En una práctica que se hace cada vez más común, este tipo de encuentros se producen en espacios comunitarios, con líderes formales e informales, y se retoman también en  los días de la jornada nacional contra la violencia, que comenzó el pasado primero de noviembre y se prolongará hasta diciembre.

“Además de perturbar la integridad física, moral, psicológica o emocional  de las víctimas, la violencia de género es un fenómeno que se sustenta en la pertenencia a un determinado sexo biológico y en las inequidades de género que se desprenden de este hecho”, reitera Romero Almodóvar.

Por ello la especialista insiste en algunos de los principios patriarcales en los cuales se sustenta la violencia machista o por motivos de género  y que permiten diferenciarla de otras prácticas.

Entre esos preceptos está que las mujeres son las máximas responsables de la casa y los hijos, tienen el deber de satisfacer los deseos sexuales de los hombres y serles  fieles. Otras creencias generalizadas acuñan que las mujeres son frágiles y delicadas, incapaces de tomar decisiones por sí solas.

Todo ello se traduce en las relaciones interpersonales desiguales y hechos de maltrato hacia ellas como prohibirles que trabajen fura de casa, sobrecargarlas con tareas domésticas y de cuidado, abuso sexual, críticas a su apariencia física, negarles la palabra, subvalorar sus criterios  u ofrecerles poca o ninguna participación en las decisiones.

Para Andrea del Sol Leyva, especialista del Taller de Transformación Integral del Barrio (TTIB) de Alamar Este, reparto ubicado en la periferia de La Habana, se trata de un problema complejo, sobre todo “porque las personas no son conscientes de que no es un asunto privado, sino de todas y todos”.

Creados desde 1988 en varios municipios de La Habana, los TTIB constan de equipos multidisciplinarios que trabajan para reforzar el papel de la comunidad como sujeto de las transformaciones, partiendo del reconocimiento de las necesidades y las demandas populares.

No por gusto en la sede del TTIB de Alamar Este han convocado a líderes barriales y personas con alto grado de responsabilidad, desde mujeres y hombres que ejercen como médicos y maestros, hasta delegados  del gobierno a nivel municipal, dos diputadas al Parlamento, agentes de la policía,  personas jubiladas, jóvenes y activistas del vecindario para hablar de la violencia psicológica, la más extendida y naturalizada, según especialistas.

“Muchas personas creen que la violencia no tiene que ver con ellas, no la perciben en su casa o en su familia, no se dan cuenta de que conviven con el maltrato”, agrega Del Sol Leyva a SEMlac y añade que los talleres de sensibilización y reflexión han servido, precisamente, para que abran sus ojos y sus conciencias.

En esos esfuerzos barriales se unen varias organizaciones, como el Grupo de Reflexión y Solidaridad “Oscar Arnulfo Romero”, de vocación ecuménica; la Red de Cultura de Paz del Centro Féiix Varela y la Red de Educación Popular del Centro Memoria Dr. Martin Luther Kimg, Jr.

“Partimos de que las comunidades cuenten con un diagnóstico con enfoque de género y que este aporte uno más específico, que es el de la violencia en ese escenario”, precisó a SEMlac Zulema Hidalgo, de OAR.

Aunque se incluyen espacios para sensibilizar a líderes y vecinos, se desarrollan también capacitaciones más especializadas con maestros de aula, policías, médicos, las redes sociales y familiares y medios de comunicación, agrega.

En esa estrategia, se marca una etapa de articulación de actores. “Si no somos capaces de concertarnos entre las instituciones involucradas, se desvirtúa el proceso”, asegura Hidalgo a SEMlac.

Desmontar mitos y falsas creencias es otro paso necesario para actuar frente a la violencia en sus diversas variantes, a juicio de las expertas.

“Uno de los más comunes es creer que el maltrato a mujeres es algo raro y aislado”, señaló Romero Almodóvar, cuando en verdad las estadísticas internacionales indican que cada 15 segundos una mujer es víctima de esos actos. “El maltrato es la mayor causa de lesiones a las mujeres, prevalece sobre la violación callejera, asaltos o accidentes de coche”, precisó la socióloga.

“También falta conocimiento por parte de las mujeres de sus derechos”, alegó Yamilé Fajardo, quien abogó desde el público por trabajar de forma intencionada para elevar la autoestima femenina y la orientación a  esa población.

Del Sol reconoce a SEMlac que se trata de una labor que debe ser sistemática y reiterada para lograr resultados. En ese camino, buscan seguir trabajando con la policía, entre quienes se han empezado a formar promotores en este tema.

A juicio del primer teniente Néctor Blanco Charchabel, jefe del Consejo de la policía de Alamar Este, esa fuerza de la autoridad pública debe tener un control de las situaciones y saber que, de oficio, ante un caso de violencia, puede levantar y dar curso a la denuncia.

La coordinadora del TTIB de Alamar Este sostiene que las alianzas y el intercambio con las autoridades policiales son muy necesarias. “La percepción que tenemos, al trabajar con la policía, es que en los casos de violencia hacia la mujer hay mucho que hacer”, afirma.

Del Sol se refiere, sobre todo, a la creencia generalizada de que las mujeres  provocan esos actos en su contra o simplemente se los buscan. “Eso hay que cambiarlo de nuestras mentes porque tanto el hombre como la mujer tienen el derecho de vivir en libertad”, comentó a SEMlac.

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